El pasado lunes, 16 monjas del monasterio de Belorado, en Burgos, y Orduña, en Vizcaya, anunciaron que decidían romper con el Vaticano y comenzaban a trabajar bajo la jurisdicción de Pablo de Rojas Sánchez-Franco. Ante estos hechos, comenzó la polémica y la especulación, sobre todo por la implicación de Sánchez-Franco, quien fue excomulgado de en 2019 por el arzobispo de Burgos al incurrir en “delito de cisma”.
Ahora, las monjas han querido volver a explicar la situación a través de un video en Instagram en el que aseguran que no abandonan la Iglesia y que aclararán más adelante el caso que las ha llevado a tomar esta decisión: “Paz y bien hermanos, estamos en la hospedería de San Damián, en el convento de Santa Clara de Belorado, nuestra casa. Tenemos intención de comunicaros por las preocupaciones que nos llegan, que estamos bien, que nuestra realidad no es que estemos secuestradas lejos de nuestras familias”, indicaba la monja portavoz en el video.
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Además, niega que su comunidad haya abandonado la Iglesia Católica: “Iremos compartiendo con vosotros nuestra experiencia, nuestro deseo de ser fieles a la verdad de Cristo, a la fidelidad a la fe, a la doctrina católica, no nos vamos de la Iglesia, os lo iremos explicando, así que tened paciencia que lo iremos explicando y la realidad que tenemos es poder demostraros lo que nosotras hemos ido descubriendo y de la verdad y del abrazo con Cristo”.
En las recientes publicaciones, las hermanas se encuentran acompañadas de sus familiares y del sacerdote José Ceacero, perteneciente a la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, una institución no reconocida por Roma y fundada por Pablo de Rojas Sánchez-Franco. La excomulgación de este ocurrió en 2019, debido a las conexiones que mostraba con el obispo cismático vietnamita Ngo Dinh Thuc, quien lideraba un movimiento cristiano de tendencia preconciliar y estaba vinculado con el Palmar de Troya.
“Hay muchas mentiras que la madre Isabel les cuenta a las hermanas”
En el comunicado emitido el lunes por las religiosas y firmado por Isabel de la Trinidad, abadesa de las Hermanas Pobres de Santa Clara, manifestaban su rechazo hacia el papa Francisco y todos los anteriores hasta Pío XII, fallecido en 1958, acusándolos de herejía. Además, aclaraban que este abandono se debía a la “persecución” que han sufrido por parte de Roma ante varias operaciones inmobiliarias.
La comunidad pretendía vender un convento en Derio, Vizcaya, para comprar el monasterio de Orduña, perteneciente a la Diócesis de Vitoria; sin embargo, aseguran que desde el Vaticano bloquearon este procedimiento. Y, a pesar de proponer varias alternativas, ninguna de ellas consiguió salir adelante.
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Por su parte, monseñor Iceta, Arzobispo de Burgos, y el Obispado de Vitoria han emitido un comunicado de manera conjunta en el que niegan haber recibido alguna declaración oficial de su salida. Iceta ha pedido a los fieles que no acudan a realizar ningún acto religioso a estas instituciones, y además, ha amenazado con la posibilidad de un delito de cisma y la sanción de la excomunión.
En los videos subidos a redes sociales, las hermanas inciden en que no se encuentran “secuestradas” y para ello han pedido que acudieran sus familiares a visitarlas. Todo esto ocurre por la acusación de Manuel Gómez Tavira, el vicario para la Vida Consagrada de la Diócesis de Vitoria-Gasteiz, que ha indicado que todas se encuentran “engañadas” por la abadesa Sor Isabel: “Hay muchas mentiras que la madre Isabel les cuenta a las hermanas, que lo creen como la verdad mas grande del mundo”.