Esta semana, el nombre de Rebeca García ha sido uno de los más leídos en las redes sociales. Y es que distintas mujeres venezolanas han decidido denunciar en sus perfiles el acoso que, supuestamente, llevan sufriendo durante años por parte de una mujer así llamada: mensajes cargados de contenido sexual, graffitis, amenazas e incluso acercamientos al lugar de residencia de las distintas víctimas. Todo ello hizo que el Ministerio Público de Venezuela decidiera tomar cartas en el asunto y anunciara una investigación.
Sin embargo, el último giro sorprendente se ha dado este miércoles, cuando Rebeca García ha sido identificada junto a su madre y su hermano en un supermercado en España y ha sido detenida por la policía. No obstante, al no recibir ningún requerimiento internacional se han visto obligados a dejarla en libertad, pese a que la Fiscalía venezolana aseguraba haber tomado medidas al respecto.
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Quién es la acosadora
Rebeca García nació en 1990 en el seno de una familia emparentada, por la parte materna, con Carlos Capriles Ayala -fallecido en 2014-, embajador de Venezuela en España durante el primer gobierno de Rafael Caldera, y con Renato Capriles, fundador de la orquesta Los Melódicos. De hecho, en redes, se ha señalado las influencias de su apellido como una posible causa por la que, tras numerosos denuncias de acoso, aún no ha sido detenida. Apodada por sus familiares como La Gorda, se dejó ver en muchas ocasiones también por la agencia de viajes que, supuestamente, pertenece a la familia: Agencia de Viajes Circumil. Con este entorno residió en El Hatillo, un municipio que forma parte del distrito metropolitano de Caracas, capital del país.
Además, si tomamos por cierto algunos datos que Rebeca incluyó en el libro de 560 páginas que le escribió a una de sus víctimas: Para cocoaguirre, sabremos que Rebeca sufrió abusos sexuales cuando era pequeña, también dentro de la familia. Por esto y por otras cosas, como el consumo de drogas al que también hace referencia en continuas ocasiones, podría haber desarrollado un “Trastorno Límite de la Personalidad”, tal y como ha explicado una de sus acosadas que trató de hablar con sus parientes para que frenaran la situación y se encontró con que estos la justificaban con esta enfermedad mental.
Las víctimas cuentan lo vivido durante años
Al parecer la policía también les explicó a las mujeres que se atrevieron a denunciar que “no podían detenerla por su obvio deterioro mental”, según ha explicado en redes una de ellas. Los primeros casos que han salido a la luz empezaron a gestarse en 2016, cuando Rebeca, que parecía ser una chica normal, empezó a tener episodios realmente inquietantes.
Una chica llamada Andrea Olivieri, por ejemplo, cuenta cómo tras conectar en Tinder -una aplicación de citas-, empezaron a hablar y descubrieron que ambas frecuentaban el mismo club social, algo que, en el caso de Andrea, le dio la confianza suficiente como para atreverse a quedar en persona. Sin embargo, toda esa buena sintonía se perdió nada más iniciarse el encuentro: “sentía unas energías muy pesadas de ella y ya desde ahí comencé a sentir nervios. Su mirada era como perdida en ti. Lo cual me hacia sentir más incómoda. También tenía movimientos extraños con sus brazos. “Eran como movimientos descontrolados”.
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Lo peor empezó cuando Rebeca la condujo a una zona sin nadie más e invadió su espacio personal “acercando su rostro al mío de manera inesperada y hablando como una niña de entre 6 y 7 años”. “Me dijo que ella suele hacer ese tipo de cosas y escribe un libro con todas las experiencias que tiene entre las personas y sus reacciones”, termina Andrea.
Casos más graves se han dado, por ejemplo, en el caso de @cocoaguirre, mujer a la que Rebeca dedicó el libro. “Vino casi diariamente a mi edificio, llenó de grafitis toda mi calle con mi nombre, mi apellido, mi usuario. Mandaba motorizados a entregarme cosas. Cientos de mensajes diarios”. El momento más crítico para ella fue cuando “entró a mi edificio y esperó a que yo entrara con mi carro, salió corriendo hacia mi puerta y la intentó forzar, al no poder entrar se montó en el capó de mi carro, saltó en el techo y gritó”. Luego, también, estaban los correos, mensajes que la acosadora, supuestamente, enviaba a todas esas mujeres con mensajes como “mi amor ese culo va para mi casa apenas pueda directo” pero que también, en otros casos, incluían amenazas de muerte.
El trabajo de la Fiscalía y las dudas en España
Parecía que todo iba a seguir así, hasta que una mujer decidió denunciar ese acoso recibido en redes sociales, provocando una oleada de mujeres que contaron experiencias similares vividas con Rebeca y generando un revuelo tan grande que la Fiscalía anunció que iban a tomar cartas en el asunto. De hecho, también se conoció que el hermano de la acosadora, Francisco García, se metía, supuestamente, en los baños de los niños para fotografiarlos en el mismo club social que Rebeca frecuentaba. “Esos dos sujetos llevan ya bastante tiempo acosando a familias enteras en El Hatillo”, reconoció uno de los fiscales del Ministerio Público cuando fue preguntado por los medios, “hemos designado dos fiscales para realizar las investigaciones de rigor. Los dos hermanos son personas jóvenes que tienen que ser ejemplarmente sancionadas”.
A pesar de todo, Rebeca y su hermano tuvieron tiempo de venirse a España, donde parece que han estado desde que todo se descubrió, tal y como ha podido verse por sus fotos publicadas en redes sociales. Su detención y posterior puesta en libertad por los agentes españoles, sin embargo, ha puesto en duda las afirmaciones del fiscal de que la Interpol había emitido una alerta roja para la detención de ambos fugitivos.