El verano de 2016 fue una época negra para la Guardia Civil. En agosto desaparecía Diana Quer, en A Coruña. Un caso muy famoso, pero no el único, ya que tan solo un mes antes se anunciaba la desaparición de Manuela Chavero, esta vez en Badajoz y que llevó a una investigación de cuatro años que acabó con la detención de su vecino, Eugenio Delgado, por presuntamente haberla matado para después enterrar su cadáver. Este lunes ha dado comienzo el juicio en el que se determinará su culpabilidad o inocencia.
En el momento en el que se denunció su desaparición, los agentes supieron que no se trataba de algo voluntario. Las luces y la televisión de la casa estaban encendidas, el móvil de Chavero se encontraba encima de la mesa y la casa tenía la puerta abierta, no forzada, lo que apuntaba a que había sido alguien conocido.
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La mujer había pasado la tarde antes de su desaparición con una amiga. Regresó a su casa donde estuvo hablando por teléfono con sus dos hijos, que en ese momento se encontraban en Sevilla con su exmarido. Sin embargo, sus últimas muestras de vida fueron unos mensajes que envío a un chico de 21 años del pueblo con el que mantenía relaciones esporádicas. Este se convirtió en el primer sospechoso.
Una investigación de cuatro años
Mientras se estaban haciendo las primeras batidas por la zona, fue Delgado el que puso todavía más el foco en este chico, ya que aseguró que había estado rondando la casa esa madrugada. Sin embargo, este primero sospechoso fue descartada tras varios interrogatorios y registros de sus vehículos.
En los cuatro años posteriores a la desaparición se rastreó la única antena de telefonía que da servicio en esta población, se inspeccionaron las cámaras de comercios y gasolineras cercanas y hasta se llegó a inspeccionar el pantano de Tentudía, a cuatro kilómetros de la casa. Nada de ello consiguió esclarecer lo ocurrido, ni siquiera las declaraciones como testigo del ahora detenido, en las que siempre aseguró que había pasado ese día en la playa de Huelva.
Una confesión, pero no un asesinato
Sin embargo, como dice el dicho, ‘la Policía no es tonta’ y aunque hasta el momento no tenían pruebas contra él, consiguieron gracias a una carta anónima enviada a la hermana de la víctima y un agente infiltrado de la UCO que la presión creciera sobre Delgado, que acabó confesando. Fue detenido el 18 de septiembre de 2020, pero en su confesión nunca ha hablado de asesinato.
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Su versión fue y ha sido hasta ahora que él vio la puerta de la casa de Chavero abierta, por lo que se acercó para hablar con ella. Le dijo que le iba a devolver una cuna, pero necesitaba su ayuda para transportarla. Mientras estaban en ello, la mujer se tropezó, dándose un golpe en la cabeza, lo que le causó la muerte.
Ante esta escena, Delgado se puso nervioso, por lo que decide llevarse el cuerpo hasta una finca que era de su propiedad, donde lo esconde en una madriguera de zorros. En el lugar se personaron los agentes, que efectivamente encontraron el cadáver, que presentaba algunos indicios que chocaban con esta versión.
Crimen sexual
Tras la autopsia se supo que Chavero tenía cinco costillas y algunos dientes rotos, por lo que los agentes de la UCO y la defensa de la familia de la víctima apuntan a un crimen sexual. Según esta versión, que es la que van a defender en este juicio, Delgado intentó violarla y debido a su resistencia acabó con su vida.
Este argumento se apoya también en conversaciones que había tenido Delgado con prostitutas, en las que se veía que tenía unos gustos sexuales con tendencias violentas. Además, todos sus vecinos y conocidos lo describen como un hombre solitario y con dificultades para relacionarse con las mujeres.
Por ello la Fiscalía y las tres acusaciones particulares piden para el presunto autor la pena de prisión permanente revisable, la máxima pena que recoge el Código Penal español, según lo indica el Periódico de Extremadura.