Los bolsos de estética dosmilera de Christian Dior, los que Carrie Bradshaw (el personaje de Sexo en Nueva York interpretado por Sarah Jessica Parker) paseaba por las calles de la Gran Manzana, son una pieza de colección casi más cara y preciada que los actuales diseños que John Galliano elabora para Maison Margiela. Las piezas confeccionadas por el diseñador en su estancia en la maison francesa (1996-2011) son objetos de colección que se rifan al mejor postor en las tiendas vintage que han resurgido de sus cenizas tras el furor centennial por la moda y2k.
De padre gibraltareño y madre española, y nacido como Juan Carlos Antonio, Galliano se convirtió en uno de los enfant terrible del universo de la alta costura, un gremio en el que fue líder de pensamiento creativo y artístico. Primero en Givenchy, y más tarde en Christian Dior, el diseñador convirtió su maestría en una demostración onírica del arte: sus pasarelas no mostraban telas cosidas entre sí, más bien lienzos en movimiento. En el clímax de su carrera, consumido por el alcohol que ingería a causa de la presión laboral de elaborar 32 colecciones anuales, el creador fue grabado enunciando frases antisemitas a desconocidos en un bar de París en 2011. De “amo a Hitler” para arriba. Sus improperios le costaron el puesto y su carrera, pues su destierro de Dior fue inmediato.
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Galliano se libró de la cárcel tras un juicio mediático que finiquitó su reputación, pero fue condenado a pagar 6.000 euros de multa por los incidentes aislados en los que vertió comentarios despectivos hacia la comunidad judía. Más de una década después, su historia se recupera de la mano de Kevin Macdonald (ganador del Oscar por Un día de septiembre y autor de biopics como Whitney o Marley) en Auge y caída de John Galliano, un documental que ya se puede ver en los cines españoles. En él, el escocés analiza el pasado de Galliano para ahondar en los motivos que podrían haberle llevado a su inmolación. El documental es un ejercicio preciso de la maestría de un hombre que escapó de la incomprensión de la infancia para mutar a genio de la alta costura.
Su estreno coincide con la fascinación reciente (y colectiva) por algunas de sus colecciones con Maison Margiela, marca con la que lleva trabajando desde 2014 (como por ejemplo la de Primavera/Verano de este año, que convirtió a las modelos en muñecas de porcelana de la mano de Pat McGrath). Zendaya y Kim Kardashian no dudaron en contar con sus servicios para la pasada edición de la MET Gala, cuya temática giraba en torno al jardín del tiempo. Los guiños a sus diseños con Dior y Givenchy, o el hecho de que algunas de sus pasarelas más recientes hayan generado más ruido que algunas de las marcas más consagradas del mercado, podrían indicar un más que posible retorno a la primera plana.
Pregunta.- El estreno del documental parece coincidir con el clamor colectivo para que John Galliano regrese a una gran firma de alta costura. Sólo hizo falta ver a las estrellas que vistió en la última MET Gala.
Respuesta.- No sabía que todo esto iba a ocurrir al mismo tiempo. Yo estaba interesado en hacer una película sobre él porque me fascina la cultura de la cancelación y cómo las personas son o no perdonadas por los tabúes que han roto en la sociedad. John es un personaje fascinante y el documental es, al final, un retrato. Quiero que el público salga con preguntas, no necesariamente con respuestas. Cuando alguien hace lo que hizo John, ¿cómo puedes saber realmente por qué lo hizo? ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Cómo puedes saber si piensa lo que enunció? Esas son las preguntas que, como un perfil que no es experto en el mundo de la moda, me interesaba plantear, porque me fascinan los personajes moralmente complejos.
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P.- Habla de una fascinación por la cultura de la cancelación, ¿cree que la respuesta colectiva hacia los comentarios perpetuados por John Galliano hubiese sido mayor o menor de haberse producido en la coyuntura actual?
R.- Creo que la respuesta inicial habría sido aún peor. Habría sido cancelado, pero no sé si hubiese vuelto o no a la moda. Le quitaron su carrera y pagó su multa, no creo que John Galliano deba estar para siempre en una prisión social porque es algo que sucedió hace más de una década. Pero eso no significa que tengas que perdonarle y que tengas que olvidar lo que hizo. Creo que ahí es donde, como sociedad, tenemos que ser un poco más sofisticados y reconocer la zona gris de las cosas, no todo es blanco o negro. El otro día pensaba en que no conozco a otro artista que haya tenido una caída tan grande como la suya y que sea aún más famoso que antes. La suya es una trayectoria profesional notable y, como cineasta y narrador, es algo interesante de documentar.
“No conozco a otro artista que haya tenido una caída tan grande como la suya y que sea aún más famoso que antes”
P.- ¿Es la sociedad actual incapaz de ver las áreas grises en una polémica?
R.- La cultura de la cancelación llegó porque estaban sucediendo un montón de cosas terribles en la sociedad. A menudo, las víctimas de ese comportamiento eran las minorías o las mujeres, una generación más joven que sabía que no podía esperar a que la política cambiase la realidad. Por eso decidieron emplear las redes sociales para esas peticiones de cambio. En realidad ha sido una cosa muy positiva, pero creo que, como cualquier movimiento social, pueden ir demasiado lejos y gente inocente puede quedar atrapada en ellos. Creo que pueden ser demasiado extremos y definitivos. El caso de John es más complicado, pero creo que es una herramienta que está haciendo que la gente tenga que asumir responsabilidades por la forma en la que se comporta.
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P.- Hábleme de las presiones con las que este tipo de perfiles artísticos tenían que lidiar. Galliano recurría al alcohol, pero en casos como los de Alexander McQueen, el desenlace era mucho más trágico. Eran genios rotos por dentro.
R.- La moda es como muchas industrias creativas, está formada por personas vulnerables que no son necesariamente buenas en aspectos relacionados con la interacción humana y los negocios. Son personas muy creativas que están exprimidas por la naturaleza del capitalismo, que es seguir adelante con un producto hasta que es aprovechado. Creo que en la moda, el contraste entre el negocio y la industria es particularmente duro, sobre todo porque perfiles como Galliano o McQueen eran considerados genios, deidades. Ambos tienen mucho en común, eran dos chicos homosexuales de Londres, de clase obrera, que llegaron a París de la noche a la mañana. Sus vidas se convirtieron en desastres enormes. ¿Qué presiones había sobre ellos y sobre los diseñadores de moda en aquella época? Mientras estaba haciendo el documental me dijeron que las cosas habían cambiado, que hay mucha más protección para evitar que los diseñadores trabajen tan duro. Ahora mismo, John está en una casa más pequeña, haciendo un par de colecciones al año, trabajando sólo hasta las siete de la tarde, se va de vacaciones los fines de semana y está cuidándose a sí mismo. Lo que entendí más tarde, una vez finalizado el documental, es que, en el mundo de la moda, todo está construido en torno al sueño, la idea de la evasión y la fantasía. Crean un escape para confeccionar diseños preciosos y encantadores, pero hay una especie de fracaso moral detrás de esa idea.
“En el mundo de la moda todo está construido en torno al sueño, a la evasión, a la fantasía. Crean un escape, pero hay un fracaso moral en esa idea”
P.- Ha podido conocer de primera mano cómo es la vida del diseñador. ¿Qué aspecto destacaría de la personalidad de Galliano? ¿Qué es lo que hacía que tuviera ese magnetismo con sus modelos y creaciones?
R.- Es una pregunta muy difícil de responder y creo que va en contra del propio objetivo de la película, que es hacer las cosas más complicadas. Como diseñador, creo que John Galliano se impulsa claramente en la idea del escape que te comentaba antes. La mitología de la fuga. En el documental, cuando habla de su infancia, se puede ver que él no fue feliz, fue una etapa horrible que lo llevó a querer escapar a un mundo de ensueño. Todos sus desfiles hablan de alguien que escapa de una situación terrible y encuentra una vida mejor. Creo que, tal vez, ese sea el mito definitorio de su vida.
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P.- Volviendo al tema de ese comeback, el regreso a una gran firma de moda, ¿cree que es posible?
R.- Una cosa que yo diría sobre John Galliano, y sobre su personaje, es que él es increíblemente resiliente. Es un superviviente. No sé si llegó a pensar que estaría en esta posición de nuevo, y no tengo ni idea de si va a regresar a una gran casa de moda. Personalmente, dudo que lo haga, pero no creo que se trate de eso para él. Galliano está volviendo a hacer lo que más le gusta, que es la confección y el diseño de ropa escandalosa y divertida, y eso es la prueba de que es un artista. Creo que le encantaría volver a tener la etiqueta de Galliano, de su propia marca, pero eso es más un tema de identidad, de haber perdido su nombre, en cierto modo. Así que, de suceder algo, quizá sería eso, que le devuelvan su marca, pero no veo que haya un esfuerzo o interés colectivo para traerlo de vuelta a una gran firma de alta costura. Es más, creo que Galliano está produciendo diseños que son más interesantes que los de cualquier otro diseñador. No todo el mundo va a olvidar lo que pasó, pero es correcto que la gente le dé la oportunidad de hacer lo que mejor hace.
“Galliano está haciendo diseños que son más interesantes que los de cualquier otro creador ahora mismo. [...] No todo el mundo va a olvidar lo que pasó, pero es correcto que la gente le dé la oportunidad de hacer lo que mejor hace”