Clara Roquet era una de las guionistas más respetadas del cine español cuando se lanzó a la dirección con Libertad, por la que ganó el Goya a la mejor dirección novel. Había colaborado con Carlos Marques-Marcet en el libreto de 10.000 km. y, más tarde en Los días que vendrán; con Jaime Rosales en Petra; con Elena Martín en Creatura; y con Paula Ortiz en la próxima Hildegart.
Ahora se vuelve a poner detrás de la cámara en un proyecto de lo más ambicioso, una miniserie para Disney Plus+, titulada Las largas sombras, que adapta la novela de Elia Barceló del mismo título.
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En ella, orquesta una intriga de lo más coral a través del reencuentro de seis amigas de la época de instituto marcadas por la desaparición de una compañera en el viaje de fin de curso 25 años atrás y de la que ahora se han encontrado sus restos. ¿Tuvo alguna de ellas algo que ver?
En el reparto, encontramos un elenco de intérpretes femeninas que abarca desde Elena Anaya e Irene Escolar a Belén Cuesta o Marta Etura.
Una adaptación con un reparto muy coral
¿Cómo surgió el proyecto de Las largas sombras y qué fue lo que más le interesó de la novela original?
José Manuel Lorenzo fue quien me propuso el proyecto y confió en mí, aunque yo no tuviera tanta experiencia. Me mandó el libro y, al leerlo, detecté varias cosas que me interesaban mucho. Una de ellas fue cómo abordaba la amistad femenina como espacio de sanación. Luego, también me apetecía abordar el género del thriller, con todo ese catálogo de posibles villanas que se planteaba. Además, eran personajes femeninos muy complejos, con claroscuros, que arrastraban una serie de traumas y era una forma de darle la vuelta a un género que tradicionalmente siempre ha estado muy masculinizado.
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En la serie se habla de esa cultura del silencio que ha definido la sociedad hasta el momento a la hora de hablar de toda una serie de abusos por parte del género masculino.
Me gusta que lo veas así porque, para mí, es el gran corazón de esta historia, el tema de fondo, que es el gran trauma colectivo de toda una generación. Estamos hablando de los años 90, en una ciudad pequeña donde lo que generaba los monstruos que después ellas llevan dentro a través de todos los traumas que acumulan procedía del patriarcado, de la homofobia, de la represión y del machismo.
Creo que la única forma de sanar esas cosas es sacarlas a la luz, hablarlas. Hay algo muy poderoso cuando las mujeres pueden hablar entre ellas, y eso genera espacios de escucha, de comprensión y de apoyo. Sientes que puedes ser vulnerable y sanar a través de la amistad femenina.
¿Cómo fue trabajar con un elenco femenino tan coral?
He tenido muchísima suerte de contar con estas actrices porque, además de ser cada una increíble de forma independiente, hicieron mucho equipo. Son mujeres muy generosas y con cero ego. Las individualidades, en este caso, eran tan importantes como el conjunto. Así que hicimos un trabajo colectivo muy fuerte tanto con ellas como con las actrices que las representan en su juventud.
En la serie, hay personajes masculinos, pero se encuentran en un segundo plano. Supongo que fue una cuestión premeditada.
Creo que los actores lo entendieron bien. Su participación es muy importante, en general a mí cualquier personaje secundario me parece crucial. Pero sí que es verdad que, en esta serie, las mujeres ocupan el foco de la intriga y la trama.
Traumas femeninos generados por el patriarcado
Cada una de ella arrastra una serie de problemas que tienen que ver con la salud mental, con las adicciones, con la soledad... Supongo que era algo que también te interesaba tratar.
Creo que cuando te quedas algo dentro muy gordo, se generan consecuencias a nivel psicológico que pueden ser muy autodestructivas. Al mismo tiempo, creo que a nivel generacional ellas han sido víctimas de todo un sistema represivo en el que tienen que haber esos pequeños escapes. A las mujeres nos han enseñado que tenemos que ser perfectas, y por eso, a veces se generan máscaras, como diques de contención para no explotar. Todos necesitamos pequeñas vías de escape. No se trata de juzgarlas, sino de comprenderlas.
¿Cómo trabajó los dos tiempos (el pasado y el presente) y su confluencia?
No me interesaba el concepto de flashback clásico, quería encontrar una forma más orgánica de hacerlo. Encontré el motivo de la cámara de vídeo de Rita (Elena Anaya) y de lo que había filmado en su juventud y lo que intenté es que esas imágenes cohabitaran con lo que les estaba sucediendo, a la manera de recuerdos que reverberan.
En la estructura de la serie, cada capítulo se centra, de alguna forma en la posible culpabilidad (o no) de un personaje en concreto.
Es que cuando tienes tantos personajes es difícil condensar, y si les das la misma importancia a las tramas al mismo tiempo y en paralelo, el espectador se pierde. Entonces me gustó eso de dar a cada una importancia en un capítulo, para que hubiera un mayor vínculo con ellas.
¿Cómo se ha sentido dirigiendo la serie?
Me he sentido muy arropada, porque el equipo artístico y técnico era increíble, con gente con mucha experiencia. Yo creo mucho en la duda, y en crear espacios de duda donde sentirme segura, precisamente para poder dudar y preguntar, y dejarte guiar.