Si hay algo positivo que haya logrado la moda de las rutinas de skincare (cuidado de la piel, especialmente facial) es resaltar la importancia de utilizar crema solar. Las lociones protectoras contra el sol es uno de los métodos más efectivos para protegerse de sus efectos dañinos de la radiación UVB/UVA.
La crema solar retrasa el envejecimiento de la piel y evita la aparición de manchas, pero además previene la aparición de enfermedades como el cáncer. De hecho, la incidencia del cáncer de piel ha aumentado en las últimas décadas: la Organización Mundial de la Salud calcula que se producen entre 2 y 3 millones de casos de melanomas cada año y unos 132.000 de casos de no melanoma, como el carcinoma de células basales o el carcinoma espinocelular.
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Por eso, es importante utilizar estos protectores solares de forma diaria, antes de la exposición del sol. Pero es necesario poner atención al Factor de Protección Solar (SPF, por sus siglas en inglés) adecuado para la situación y nuestra piel.
Qué es el Factor de Protección Solar
El conocido SPF o FPS hace referencia a la cantidad de tiempo que una determinada crema solar puede proteger tu piel de los rayos UV. Por tanto, cuanto más alto sea el número, más durará la protección de la loción. Ahora, eso no quiere decir que el factor 20 te proteja veinte minutos. El funcionamiento es algo más complejo.
El número que incluyen los envases de crema solar indican cuánto tiempo puedes tardar en quemarte después de aplicarla, pero siempre en comparación al tiempo que tardarías en quemarte sin utilizarla. Así, una crema factor 10 multiplicará por ese número la cantidad de minutos que tarda tu piel en quemarse sin utilizar esa protección.
Por tanto, si una persona necesita 10 minutos de exposición al sol para llegar a quemarse, con una crema factor 10, tardaría 100 minutos en quemarse. Si fuese de factor 30, tardaría 300 minutos; y si fuese factor 50, tardaría 500 minutos. Pero la protección va más allá de esta duración. Según la web de Nivea, cada factor bloquea un porcentaje de rayos UV. Ninguno es capaz de filtrarlos por completo, pero lo hará mejor según aumente el número:
- El SPF15 bloquea el 93 % de rayos UVB
- El SPF30 bloquea el 96.7 % de rayos UVB
- El SPF50 bloquea el 98 % de rayos UVB
- El SPF100 bloquea el 99 % de rayos UVB
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Nunca aplicamos suficiente crema
La cosa se sigue complicando. Todas estas indicaciones solo funcionan si se siguen los consejos de los dermatólogos, que recomiendan aplicar unos 2 milímetros de crema por cada 2 centímetros cuadrados de piel. ¿El problema? Por norma general, la población no se aplica tal cantidad de crema, porque es difícil calcular la proporción exacta y porque suelen ser productos pesados de extender.
Así, dado que no se usa la cantidad necesaria, la protección de las cremas disminuye. En su eficacia también influyen otros elementos como la sudoración, el contacto con el agua y con la arena de la playa o incluso la fricción con la ropa. Por ello, a pesar de los cálculos que podamos realizar sobre cuánto nos durará la protección de nuestra crema, la recomendación de los especialistas es reaplicarla, al menos, cada dos horas.