La opa hostil lanzada por BBVA a Banco Sabadell ha sacado a la palestra el elevado grado de concentración bancaria que se ha producido en España tras la crisis financiera de 2008, que provocó la desaparición de las cajas de ahorro reduciendo el número de entidades financieras de 50 a 10 en apenas 15 años. Esta concentración ha hecho que los tres gigantes españoles, CaixaBank, Banco Santander y BBVA, ya controlen cerca del 65% de la cuota de mercado del país.
Otra de las consecuencias de la desaparición de entidades es que se elimina la competencia del mercado, lo que perjudica a los usuarios financieros como ha quedado patente desde julio de 2022 en que el Banco Central Europeo (BCE) empezó a subir los tipos de interés hasta colocar el precio del dinero en el 4,5%.
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En este periodo de casi dos años, los bancos españoles, sobre todo los grandes, han decidido incrementar a cuentagotas el interés que ofrecen a sus clientes por los depósitos a plazo fijo, una estrategia contraria a la seguida por las entidades de la eurozona que optaron por abrir el grifo de la rentabilidad a los ahorradores.
Según los últimos datos del BCE, el interés medio que ofrecieron en febrero los bancos españoles por sus depósitos a plazos inferiores a un año se situó en el 2,37%, frente al 3,2% de media de la banca europea. En el caso de los depósitos a más de un año, en España se retribuyeron con un 2,47% y en la eurozona al 3,02%, mientras que a plazos de más de dos años la diferencia fue del 2,4% frente al 3,17%.
‘Vender’ caro y ‘comprar’ barato, una estrategia ganadora
La poca generosidad de nuestros bancos al remunerar los depósitos ha impulsado sus márgenes al encarecer los créditos y las hipotecas que conceden y no retribuir el ahorro. Como resultado de esta estrategia sus beneficios se han disparado encadenando récords en los últimos años. Y la tendencia continua como se ha visto en el primer trimestre de 2024, en que los seis grandes de la banca española -Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja Banco- han sumado unas ganancias de 6.566 millones de euros, un 17,2% más que en el mismo periodo del año pasado,
Y es que, “cuantos menos bancos existan y más grandes sean, más fácil es comportarse de una forma no competitiva y, por tanto, obtener rentas de monopolio u oligopolio”, apunta Patricia Suárez, presidenta de la organización de usuarios financieros Asufin. Por ello ha solicitado a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, que “velen” por los derechos de los consumidores en un contexto de “concentración creciente”, aludiendo a la opa hostil de BBVA a Sabadell.
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Una opa que de salir adelante daría como resultado un gigante financiero con 986.924 millones de euros en activos, lo que le colocaría en segunda posición en España por debajo de CaixaBank, tras dar el sorpaso a Banco Santander. Además, contaría con casi 135.500 empleados, una red de 7.115 oficinas y sería el tercer banco de Europa, después de BNP Paribas y Santander, con una capitalización próxima a los 70.000 millones de euros.
Una opa que no gusta
Ni la concentración bancaria ni la opa al Sabadell gustan al Gobierno, como han manifestado varios de sus miembros esta semana. El primero en decirlo fue el ministro de Economía que recordó que si prospera la operación, el 70% del negocio bancario nacional estaría en manos de las tres grandes entidades, lo que, a su juicio, genera una “falta de competencia entre las entidades como se ha visto en la ausencia de remuneración de los depósitos bancarios”.
No ha sido el único, la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, también se ha mostrado combativa con la opa hostil: “Esta operación restringe la competencia, es de altísimo riesgo por el elevado grado de concentración bancaria que hay en nuestro país y, además, va a tener impacto en el empleo y singularmente en la exclusión financiera”.
Un riesgo inexistente a juicio de la presidenta de la AEB, Alejandra Kindelán, para quien la oferta bancaria en España es “inmensa y muy variada” con bancos grandes, pequeños y locales que compiten “ferozmente” en sus plazas, así como los bancos digitales, que están entrando cada vez más en el sector.
La libre competencia bajo la lupa
Por su parte, los analistas financieros están más cerca de la posición del Gobierno ante la opa que de la patronal de la banca. Este es el caso de Antonio Castelo, analista de iBroker Global Markets, que considera que “al tratarse de una integración en el mismo país podría afectar a la libre competencia”. No obstante, incide en que para evitarlo ”están los organismos reguladores, para cuidar esa cuestión y que no se produzcan abusos”.
Sergio Ávila, analista de IG, apunta en la misma dirección: “La menor competencia puede llevar a menos innovación, precios más altos y peor servicio al cliente”. Reconoce que además existe “un mayor riesgo sistémico, ya que si uno de estos bancos falla, podría impactar gravemente la economía del país. A lo que se suma el riesgo de menor acceso al crédito y menor inclusión financiera, afectando especialmente a pymes, particulares y sectores vulnerables”.
No obstante, considera que la concentración bancaria también tiene aspectos positivos, entre ellos, que los grandes bancos “pueden ser más eficientes. También suelen ser más estables y diversificados, lo que los hace más resistentes a los ‘shocks’ económicos, y tienen mayor capacidad para competir en el extranjero, beneficiando la economía española”.