Eurovisión se juega su futuro en una agridulce final asfixiada por el conflicto político y sin un claro favorito

La tensión por la participación de Israel ha generado un ambiente irrespirable y duras críticas a la UER, haciendo que la competición musical pase a un segundo plano

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Irlanda, durante el ensayo de
Irlanda, durante el ensayo de la final de Eurovisión 2024. (REUTERS/Leonhard Foeger)

Eurovisión 2024 pone fin este sábado a su edición más polémica en una década y que se prevé como una de las más cruciales de su historia. Mientras la Unión Europea de Radiodifusión sigue aferrada al lema ‘unidos por la música’ e intenta desvincular al certamen de la política, la tensión por la participación de Israel ha llegado hasta límites insospechados.

Tal y como trasladan los periodistas acreditados y los fans que han acudido a Malmö para disfrutar del concurso, el ambiente es irrespirable en la ciudad sueca. La confrontación por la guerra entre Israel y Palestina se ha trasladado a cada rincón del Malmö Arena, donde un periodista español sufría este viernes el acoso de varios israelíes tras gritar “Palestina libre” durante el ensayo de Eden Golan.

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La situación ha llegado hasta tal punto que la delegación española en Eurovisión ha tenido que reclamar a la UER que vele por el respeto a la libertad de prensa y de opinión. Entretanto, la organización apartaba temporalmente a Países Bajos del concurso por un incidente que no ha sido aclarado, impidiendo al representante neerlandés, Joost Klein, actuar durante el ensayo en el que votan los jurados y dejando en el aire su expulsión.

Joost Klein, candidato de Países
Joost Klein, candidato de Países Bajos en Eurovisión 2024. (EFE)

Con este panorama, el festival afronta este sábado 11 de mayo una final en la que lo que ocurra determinará el porvenir del certamen europeo. Y es que Eurovisión se juega su credibilidad más que nunca mientras la UER y sus miembros se enfrentan a una encrucijada de la que no será fácil salir.

La sombra de 2022

Israel en Eurovisión 2024. (REUTERS/Leonhard
Israel en Eurovisión 2024. (REUTERS/Leonhard Foeger)

Tras su actuación en la segunda semifinal, Israel se colocaba segundo en las casas de apuestas. Esto, unido a una filtración de la RAI en la que la candidatura hebrea arrasaba en Italia con cerca del 40% del televoto, ha vuelto a hacer sobrevolar sobre el festival la sombra de una victoria politizada.

El triunfo de Ucrania en 2022 gracias al masivo apoyo del televoto ya supuso un golpe a la credibilidad del concurso musical. Lo mismo podría ocurrir este año en caso de una victoria de Israel, cuya candidatura ha sido acogida con mucho más recelo que la ucraniana.

Está claro que la situación en Malmö está levantando pasiones y eso podría traducirse en una movilización internacional del público, bien sea a favor o en contra de Israel. Si bien el rechazo a la candidatura hebrea puede dispersar el voto en cualquiera de las 25 candidaturas restantes, el apoyo a Eden Golan se convertirá en votos para ella. Ante esto, las televisiones participantes tienen dos opciones: ‘castigar’ a Israel en el voto del jurado para contrarrestar el televoto o ser imparciales y permitir su hipotética victoria gracias al apoyo del público. Cualquiera de las dos posibilidades marcará un antes y un después en el histórico certamen.

Sin favoritos

Baby Lasagna, representante de Croacia
Baby Lasagna, representante de Croacia en Eurovisión 2024. (AP/Martin Meissner)

Mientras la politización amenaza con dar la estocada a un concurso que nació para unir a los países europeos en torno a la música, Eurovisión trata torpemente de proseguir su curso y elegir al ganador de su 68ª edición.

No es fácil hacer pronósticos sobre lo que sucederá este sábado. A diferencia de lo ocurrido el año pasado, esta edición del certamen nunca ha tenido un claro favorito y la irrupción de la variante geopolítica en la ecuación complica todavía más cualquier cábala sobre el resultado.

En lo estrictamente musical, Croacia aspira a confirmar que Baby Lasagna es ya un fenómeno mundial y llega a la final como gran favorita de las casas de apuestas. La propuesta croata cuenta con muchos de los ingredientes que despiertan el entusiasmo del público y es, sin duda, firme candidata a llevarse el micrófono de cristal.

Por su parte, Francia y Suiza cuentan con candidaturas muy atractivas para los jurados profesionales. El despliegue vocal del que tanto Slimane como Nemo presumen sobre el escenario del Malmö Arena les pude convertir en favoritos del jurado, algo que unido a una buena puntuación en el televoto les daría la victoria.

Pase lo que pase, tras la gran final de este sábado se iniciará un período en el que la UER deberá reflexionar sobre hacia dónde quiere dirigir este certamen y cómo podrá seguir defendiendo sus valores tras lo sucedido en Malmö.

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