El nuevo genio del cine japonés y su película más misteriosa. “Quizás el mal forme parte de nosotros”

Ryûsuke Hamaguchi firma ‘El mal no existe’, una experiencia sensorial abrumadora que habla sobre el impacto negativo del ser humano en la naturaleza

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Tráiler 'El mal no existe'

En muy pocos años, el director japonés Ryûsuke Hamaguchi se ha convertido en uno de los cineastas más importantes del panorama internacional y uno de los máximos exponentes de la cinematografía nipona, junto al más veterano Hirokazu Kore-eda.

En 2021 su película Drive My Car, adaptación muy personal de varios relatos de Haruki Murakami (contenidos en su libro Hombres sin mujeres), consiguió el Oscar a la Mejor Película Internacional y se convirtió en una de las películas más premiadas de la temporada.

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“Creo que todos los galardones han sido fruto de la casualidad”, dice el director a Infobae España, que siempre se muestra de lo más pudoroso y humilde. “Yo nunca pensé que esto pudiera pasarme a mí, porque yo solo hago películas y no espero nada a cambio. Solo quiero pensar que estos reconocimientos me permitirán seguir siendo fiel a mi estilo”.

El estilo de Hamaguchi

Hamagchi presentó 'El mal no existe' en el Festival de Venecia, donde consiguió el Gran Premio del Jurado
REUTERS/Guglielmo Mangiapane
Hamagchi presentó 'El mal no existe' en el Festival de Venecia, donde consiguió el Gran Premio del Jurado REUTERS/Guglielmo Mangiapane

¿Y cuál es el estilo de Hamaguchi? Es difícil de definirlo porque, si por algo se ha caracterizado es por ser absolutamente libre y original en cada una de sus películas. Y, en ese sentido, su nueva obra, podría perfectamente descolocar incluso al espectador que conoce su cine. Descolocar para bien, porque en ella encontramos a un autor que no para de evolucionar y de encontrar nuevas formas de narrar.

Se trata de El mal no existe y en ella percibimos a un director mucho más enigmático de lo habitual, pero igual de refinado que siempre.

Veamos por qué. En principio, esta película nació como un proyecto musical para acompañar una partitura de la artista Eiko Ishibashi. “Lo primero que hice fue visitar el entorno donde ella vivía, en medio de la naturaleza, y buscar localizaciones. Tenía claro que ese espacio debía ser fundamental, pero también la gente que lo habitaba. ¿Cuáles eran sus problemas? Casualmente, me encontré con un iniciativa empresarial que quería ubicar allí un glamping y comencé a investigar sobre el tema”, continúa el director.

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El glamping podría definirse como camping de lujo. Un atractivo turístico para la zona, pero que también conlleva la modificación del entorno natural donde se ubica, como ocurrirá en este caso. Los habitantes (protagonistas) de la película, se opondrán a este plan que les acarrearía problemas graves con la contaminación del agua de sus ríos.

Naturaleza Vs. Civilización

'El mal no existe', de Ryûsuke Hamaguchi (Caramel Films)
'El mal no existe', de Ryûsuke Hamaguchi (Caramel Films)

En efecto, encontramos muchas reflexiones en torno al poder destructor de capitalismo, al ecologismo, a la forma egoísta con la que somos capaces de alterar el ecosistema según nuestras necesidades. “Me preguntan a menudo si he querido reflejar en esta película el enfrentamiento entre la civilización y la naturaleza. Yo creo que no son dos conceptos que estén enfrentados, porque la naturaleza existe y la civilización es un ‘constructo’ artificial que hemos creado nosotros. Y el capitalismo, lo único que hace es anular al ser humano y degenerar nuestro mundo. En Japón mueren personas por exceso de trabajo, qué más peligroso puede ser que eso”.

Pero El mal no existe además es una experiencia sensorial y sensitiva. La cámara de Hamaguchi compone una coreografía impresionante al son de las notas musicales de Ishibashi, creando una atmósfera en la que lo inaprensible, donde inquietud y el peligro, laten de una manera suntuosa.

Lo cotidiano y lo mitológico

Cartel de 'El mal no existe', de Ryûsuke Hamaguchi (Caramel Films)
Cartel de 'El mal no existe', de Ryûsuke Hamaguchi (Caramel Films)

Así, el elemento cotidiano se unirá a un aspecto mitológico donde los alces solo atacan al ser humano si se sienten intimidados, y donde la naturaleza, tiene sus propias reglas.

“No tengo una manera única de estructurar un guion. En Drive My Car partía de una base, de un texto original y, a partir de ahí, le daba una forma. Pero en este caso, no tenía una historia de partida. Así que el proceso fue diferente, viajé, me documenté, tomé muchas notas y fui recogiendo temas. Cuando empecé a escribir, se fueron acoplando de una manera orgánica. A veces yo mismo me sorprendo de cómo evoluciona lo que escribo”, dice Hamaguchi.

Para el director, hacer esta película después de varios años promocionando por todo el mundo La ruleta de la fortuna y la fantasía y Drive My Car, fue una especie de liberación. En ella, no se amolda a ningún género pero, de alguna manera, habla de la fatalidad. ¿Por qué se llama El mal no existe? “Cuando te adentras en la naturaleza, sobre todo en invierno, que es cuando rodamos, piensas que nada malo puede pasar. Pensé que era un título ideal porque te lo preguntas a lo largo de todo el metraje hasta que la tensión estalla en el clímax final. Quizás el mal forme parte del ser humano”.