Los seis grandes de la banca española -Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja Banco- han inaugurado el año batiendo un nuevo récord en beneficios al cerrar el primer trimestre con unas ganancias conjuntas de 6.566 millones de euros, un 17,2% más que en el mismo periodo del año pasado, y a pesar de tener que pagar 1.478 millones por el impuesto extraordinario a la banca aprobado por el Gobierno de Pedro Sánchez.
La magnitud de los beneficios de la banca se hace más evidente si se compra con lo que se destina en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) a partidas como la educación o la sanidad. Así, los PGE de 2023, que se han prorrogado a 2024, establecen que la partida estatal en sanidad es de 7.049 millones de euros, mientras que la de educación ronda los 6.408, unas cifras muy parejas a los beneficios de 6.566 millones de la gran banca. No obstante, hay que tener en cuenta que tanto la educación como la sanidad están transferidas a las comunidades autónomas y no dependen de la Administración Central.
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Banco Santander batió a su competencia al cerrar marzo con unos beneficios de 2.852 millones, un 11% más, debido al elevado incremento del margen de intereses en todos los negocios y regiones, y al control de los costes, que compensaron el crecimiento de las provisiones.
La medalla de plata en ganancias trimestrales ha sido para el BBVA, que obtuvo un beneficio neto de 2.200 millones entre enero y marzo, un 19% más, impulsado por el buen comportamiento de los ingresos recurrentes del negocio bancario -margen de intereses y comisiones netas- que alcanzaron los 8.398 millones y supuso un incremento del 27%.
El bronce se lo colgó CaixaBank con un beneficio neto de 1.005 millones, un 17,5 % más, y los tres bancos restantes se repartieron los ‘diplomas olímpicos’. El primero fue para Banco Sabadell, que ganó 308 millones, con una remontad interanual del 50,4% impulsada por el dinamismo de su actividad comercial y la mejora de la calidad de los activos, lo que permitió elevar el margen de intereses y reducir las provisiones.
Bankinter se situó detrás con unas ganancias de 200,8 millones, un 8,7% más, registrando cifras históricas en un primer trimestre de año debido al crecimiento en todas sus líneas de negocios y países, principalmente en España, Portugal e Irlanda.
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Por último, Unicaja Banco triplicó su beneficio y ganó 111 millones, con una subida del 224%, propulsada por el negocio típicamente bancario y el crecimiento a doble dígito de todos sus márgenes.
El poder del camaleón
Estos números reflejan que en un contexto económico complejo como el actual, “los principales bancos españoles han mostrado una notable resiliencia y capacidad de adaptación”, indica Javier Molina, analista senior de mercados para eToro.
Considera que a lo largo del primer trimestre, se ha producido un crecimiento general en los márgenes de interés y beneficios, lo que “refleja una recuperación continua desde los duros momentos posteriores a la pandemia”. Reconoce que este crecimiento se ha visto apoyado por un aumento significativo en la concesión de crédito, especialmente en los segmentos de crédito al consumo, “lo que sugiere una mayor confianza del consumidor y una disposición renovada para financiar compras importantes”.
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Otros de los catalizadores de estos resultados han sido, en opinión de Molina, “la eficacia de las operaciones y de las estrategias en diversos mercados internacionales, además de su solidez en el mercado local”.
Un impuesto cuestionado
Los bancos han conseguido estas ganancias récord a pesar de haber abonado el impuesto extraordinario a la banca que han recurrido en los tribunales por considerar que supone una merma considerable en sus beneficios.
CaixaBank fue la entidad que más tributó por él, 493 millones de euros en el primer trimestre. Le siguió Banco Santander, con 335 millones; BBVA, con 285; Sabadell, con 195; Bankinter, con 95, y Unicaja Banco, con 78,6 millones.
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Este gravamen puede suponer un riesgo para la banca si se hace permanente una vez que el Banco Central Europeo (BCE) inicie en junio la bajada de los tipos de interés. Javier Molina reconoce que “uno de los retos más significativos que afronta el sector bancario en España es el mantenimiento del impuesto especial sobre los márgenes, que parece encaminarse a ser una medida permanente, y que ha generado preocupación dentro del sector”.
En su opinión, los bancos temen que este impuesto, al reducir directamente sus márgenes de beneficio, pueda tener repercusiones a largo plazo sobre su capacidad de ofrecer créditos y, en última instancia, sobre la salud financiera del país.
Aumento de la morosidad
Otra de las amenazas que se cierne sobre el sector bancario es el incremento de la morosidad, que hasta ahora tenían controlada. Se está produciendo una tendencia al alza de los impagos, lo que indica que algunos prestatarios empiezan a tener dificultades financieras. “Esto podría incrementar el coste del riesgo en el futuro y requerirá que los bancos fortalezcan sus estrategias de gestión de riesgos para evitar un impacto negativo significativo en sus balances”, argumenta Molina.
Incide en que a pesar de que el sector bancario está mostrando signos positivos de crecimiento y adaptabilidad, “el camino hacia adelante está lleno de desafíos regulatorios y económicos”, por lo que la capacidad de los bancos “para navegar por estos desafíos, adaptar sus estrategias y operar de manera eficiente será crucial para su éxito continuo”.
Cree que la gestión efectiva del riesgo y la adaptación a las nuevas normativas fiscales jugarán un papel fundamental en la definición del futuro del sector bancario español y de ello dependerá que en el próximo trimestre “puedan repetir en unos resultados tan positivos”.