Muere el escritor Paul Auster a los 77 años: la vida del autor que puso de moda la ‘autoficción’

El gran autor estadounidense libraba desde hace unos años una batalla contra el cáncer que no ha podido superar. Deja una obra fundamental para entender la literatura contemporánea

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El escritor estadounidense Paul Auster
EFE/J.P.Gandul
El escritor estadounidense Paul Auster EFE/J.P.Gandul

Llevaba mucho tiempo luchando contra un cáncer de pulmón que finalmente se lo ha llevado a los 77 años. El escritor Paul Auster ha fallecido en Nueva York después de una larga enfermedad que lo mantuvo durante un tiempo alejado de la escritura, algo que anunció su esposa, Siri Hustvedt en 2022.

Sin embargo, hace apenas unos meses publicaba su testamento literario, Baumgartner (Seix Barral), una obra profundamente crepuscular en la que vertió sus sentimientos en torno al ocaso, la pérdida y la muerte. Si algo ha caracterizado la leyenda del autor, ha sido su gran humanidad a la hora de acercarse a algunos temas fundamentales de nuestra especie, así como una capacidad para convertir sus propios traumas en elementos universales.

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El autor deja una obra inmensa repleta de clásicos contemporáneos. Durante la década de los noventa, Paul Auster fue sin duda el escritor de moda gracias a la Trilogía de Nueva York y al propio carisma que desprendía su persona.

Paul Auster y su última
Paul Auster y su última novela, 'Baumgartner' (Seix Barral)

Paul Benjamin Auster nació en Newark, estado de Nueva Jersey en 1947. Era hijo de una familia judía de clase trabajadora de ascendencia polaca y desde muy joven comenzó a aficionarse a la lectura y a escribir. Estudió literatura francesa e italiana y sus primeros trabajos fueron como traductor. También le interesaba el cine, una disciplina que terminaría abordando tanto como director como a través de algunos guiones.

En 1976 escribiría su primera novela, titulada Jugada de presión, en la que homenajeaba a su manera a algunos de los clásicos de la novela negra, como Dashiell Hammet o Raymond Chandler. Sin embargo, este primer acercamiento, en el momento de su publicación unos años después, no obtuvo demasiado reconocimiento.

Música y azar

Paul Auster 
Getty Images
Paul Auster Getty Images

Todo cambiaría a mediados de los ochenta gracias a La invención de la soledad y la mencionada Trilogía de Nueva York, formada por los volúmenes Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada. En esta ocasión, el éxito sí que fue casi inmediato. En ella exploró el azar y la casualidad componiendo una sinfonía de dobles trayectos que surgían a partir de acontecimientos aparentemente insustanciales que terminaban marcando el destino de los personajes. Estos elementos, serían fundamentales a la hora de entender su obra.

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Auster puso de moda la ‘autoficción’, los juegos de espejos y un existencialismo que en sus manos era pura sencillez, a pesar de que sus novelas eran de una gran complejidad estilística, casi como laberintos. Hablaba sobre el desconcierto que nos rodea, de cómo nuestras vidas pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos, de la incertidumbre.

Además, los libros de Paul Auster estaban marcados por una musicalidad interna que lo dominaba todo. Tenían una estructura rítmica, pegadiza, absolutamente absorbente, como si se tratara de una canción de la que no te puedes desprender. De ahí su conexión con los lectores de su obra.

Dos décadas repletas de éxitos

Su imaginación expresiva lo llevaría a lo más alto durante la década de los noventa, a la que pertenecen El palacio de la luna, La música del azar, Leviatán y Mr. Vértigo. Durante esos años también se acercó al cine a través del guion de Smoke y de su primera película como director, Blue in the Face, ambas protagonizadas por Harvey Keitel. Le seguiría Lulu on the Bridge y La vida interior de Martin Frost ya en 2007.

Mira Sorvino y Harvey Keitel,
Mira Sorvino y Harvey Keitel, sus dos intérpretes fetiche en 'Lulu On the Bridge'

El cambio de siglo fue igualmente fructífero. En 2002 publicó una de las novelas más queridas por sus lectores, El libro de las ilusiones, en la que un profesor universitario, tras perder a su familia en un accidente de avión, cae en la depresión y se obsesiona con las películas mudas de un actor llamado Hector Mann. Entre ambas figuras, se generará un juego especular y, a lo largo de la trama, se establecerán continuas referencias a la propia obra del autor.

También practicó la autobiografía, algo que ya se encontraba presente desde La invención de la soledad, sobre la muerte de su padre y su propia paternidad y que completó con Diarios de invierno.

En nuestro país fue un escritor ‘superventas’. Cada una de sus novelas era acogida como un auténtico acontecimiento literario. En 2006 recibiría el Premio Princesa de Asturias de las Letras por toda su obra.

Tragedias humanas

con el marido, Paul Auster,
con el marido, Paul Auster, y su hija, Sophie Auster

Tuvo dos hijos, David, con su primera esposa, Lydia Davis y Sophie con Siri Hustvedt. En 2022, cuando precisamente fue diagnosticado de cáncer, la tragedia inundó su vida. David Auster moría por una sobredosis después de haber sido acusado por el homicidio de su hija de 10 meses de edad. Dicen que jamás se sobrepuso a estos acontecimientos, y sus últimos años estuvieron marcados por la tristeza y la enfermedad.

Paul Auster pertenece a una de las generaciones de escritores estadounidenses que se encargaron de renovar la literatura contemporánea a través de sentimientos como la alienación a través de dispositivos ‘posmodernistas’ que fusionaban la mezcla de géneros, desde el thriller a la filosofía, que lo conectaban desde Kafka a Dostoievski, pero desde una perspectiva que desafiaba los patrones convencionales.

Eso sí, siempre primó la reflexión en torno a la condición humana, a sus debilidades y fracasos, a través de un enfoque profundamente introspectivo. Se va uno de los grandes, como también lo fueron Philip Roth o Cormac McCarthy sin que fueran reconocidos con el Premio Nobel de Literatura. Afortunadamente, sus obras siempre nos acompañarán, ya que siguen interpelándonos como si se hubieran escrito en nuestro presente.

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