“He decidido seguir”. Cinco días después, Pedro Sánchez compareció. Lo hizo en una declaración institucional, sin preguntas, para compartir el resultado de su reflexión. El presidente del Gobierno, cuya ausencia y silencio hicieron especular con una dimisión, pone “un punto y aparte” en su mandato y se propone que España “demuestre al mundo cómo se defiende la democracia”. A su juicio, “llevamos demasiado tiempo dejando que el fango colonice impunemente la vida política y la vida pública”. ¿Cómo materializará esto? No lo concretó, ni tampoco en la entrevista que concedió horas más tarde al Telediario 2 (TVE), ante los periodistas Marta Carazo y Xabier Fortes. Este martes se ha vuelto a poner ante un micrófono, el de la Cadena SER, para responder a Àngels Barceló.
Sánchez ha evitado confirmar que el pasado miércoles, en caliente, con la apertura de diligencias contra su mujer, Begoña Gómez, estaba dispuesto a dimitir. “Tenía en la cabeza expresar mis sentimientos”, se ha limitado a contestar. Lo que dio lugar a su sonada carta a la ciudadanía. Insiste el presidente en que “tenemos un problema muy serio en nuestra democracia”, refiriéndose a “pseudomedios de comunicación” o periodistas en tertulias que “contaminan el debate”. Y refiriéndose a una “maquinaria del fango muy engrasadada” que incluiría a jueces. El que indaga sobre su mujer se llama Juan Carlos Peinado. Sánchez pide ahora una reflexión a la ciudadanía, con una “movilización social de rechazo contra esas conductas”, y también a los medios.
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El presidente se compromete a liderar esa regeneración: “A liderarla, no a monopolizarla”, ha matizado. Y a quienes le han reprochado que compareciera con intenciones pero no con propuestas concretas, ha justificado que “no se le puede pedir a alguien que en cinco días resuelva un problema de las democracias contemporáneas”. Preguntado por cómo actuará, de varias respuestas se termina extrayendo que promoverá una renovación del Consejo General del Poder Judicial con o sin el PP y una duda planteada en alto: “Existe una ley de publicidad institucional. ¿Se cumple por parte de todas las administraciones? No sé”. Sobre el CIS a propósito de su decisión, asegura que no sabía nada y que se enteró por la prensa de su realización.
De la unidad al asombro
Sánchez logró en sus cinco días de reflexión la cohesión de todos quienes en algún momento le han apoyado, partiendo del PSOE -incluidos Emiliano García-Page o Javier Lambán-, continuando con los socios de coalición presentes -Sumar- y pasados -Podemos-, con los habituales aliados de voto en el Congreso de los Diputados o con líderes y formaciones progresistas de distintos continentes. Compartían la sensación de abismo si la izquierda en España quedaba descabezada en este momento, sin un relevo claro, con un horizonte de costosas mayorías parlamentarias y en un clima de confrontación insostenible, con PP y Vox como principales beneficiados por el hipotético abandono. A las puertas además de elecciones en Cataluña y europeas. Todos estaban con el presidente hasta este lunes.
Lo que ocurrió este lunes es que pocos comprendieron a Sánchez, ya en sus propios gobierno y partido, a los que guardó la decisión hasta momentos antes de que la conociera la opinión pública. Entre ellos, María Jesús Montero, vicepresidenta primera y quien hubiera quedado al frente del ejecutivo, aunque en funciones, en caso de renuncia. Alberto Núñez Feijóo y Pablo Iglesias coincidieron en afirmar que Sánchez hizo “el ridículo”. Gabriel Rufián le llamó a la acción tras sus palabras o advirtió de que su reflexión habrá sido una mera “frivolidad”. Rapapolvo también de Felipe González -”no sabía yo que era una decisión”, ironizó- y hasta de la FAPE, que subraya que cualquier proyecto de regeneración democrática debe anteponer el respeto al trabajo de los periodistas y a la libertad de información.
Ahora, Sánchez cree tener una misión y no sabe el tiempo que le llevará. Una pregunta inocente, que si “tiene energía para estos tres años” que quedan de legislatura, ha derivado en “para estos tres y los que quieran los españoles con su voto”, lo que abre la puerta a su continuidad más allá. “Me he enfrentado a una situación personal inédita -ha terminado-, he debatido conmigo mismo, he dormido muy poco y he comido menos, pero cuento con la fuerza necesaria como para afrontar uno de los debates necesarios de todo demócrata, que es cómo defender la democracia en el siglo XXI frente a una ola reaccionaria que quiere destruir al adversario”.