El bar más antiguo de Badajoz: embutidos ibéricos, desayunos y cachuela en una taberna con más de 100 años de historia

Su historia comienza en 1827, cuando la familia Jiménez abre por primera vez su negocio, transmitido de generación en generación

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Plaza de España Badajoz (Captura de pantalla)
Plaza de España Badajoz (Captura de pantalla)

Badajoz es una ciudad con un encanto histórico especial, una de estas capitales de provincia infravaloradas que esconden multitud de monumentos visitables y un envidiable patrimonio cultural. Pero, dejando a un lado su patrimonio histórico y cultural y sus bellos paisajes naturales, quienes visiten esta preciosa ciudad, no pueden olvidarse de su gastronomía. Las migas, el ajoblanco, el gazpacho, la chanfaina... La cocina de la zona está dotada de una gran variedad de productos, consecuencia de la rica y generosa naturaleza que la rodea: el jamón de cerdo ibérico, quesos, aceites, hortalizas, frutas silvestres, carnes, especias...

Todas estas delicias se unen en los bares y tabernas que llenan sus calles principales. En esta ciudad de 150.000 habitantes y de amplia oferta gastronómica se respeta la cocina tradicional, con las tapas como mejor exponente. Se refleja con una claridad cristalina en los bares con más solera de su casco antiguo, una categoría en la que el bar La Corchuela es el rey absoluto.

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La Corchuela, emblemático mesón situado en el corazón de Badajoz, cuenta a sus espaldas con 119 años de historia, un bar mítico en la zona que es punto de encuentro favorito para comensales de todas las edades. Fundado por Inocente Jiménez Grajera, la gestión de esta taberna ha pasado de generación en generación, desde su hijo Andrés Jiménez Remigio hasta su nieto, Inocente Jiménez del Amo y luego su hermano, que mantiene vivo aún el espíritu original del lugar.

Tapas y embutidos de generación en generación

La historia de La Corchuela se remonta a 1827, cuando los abuelos de la familia Jiménez se asentaron en Badajoz procedentes de una finca en la carretera de Olivenza. En su nuevo hogar, abrieron una pequeña tienda que ofrecía desde frutas y embutidos hasta vino, sentando las bases de lo que eventualmente se convertiría en el bar-mesón. En 1905 comenzaron las andaduras del bar propiamente dicho y, desde entonces, se ha mantenido como pieza clave en la gastronomía de tapeo más tradicional de la ciudad extremeña.

Hoy, La Corchuela es reconocida por su oferta gastronómica que inicia desde el desayuno con variedades de café, tostadas caseras y sus renombrados churros propios de la casa. El menú destaca por sus variadas raciones y tapas, que atraen a turistas y locales con delicias como cochinillo cuchifrito, caldereta de cordero, migas extremeñas y tortilla española. No se deben olvidar los embutidos ibéricos, los productos por antonomasia a la hora de hacer una buena ruta de tapas por Badajoz. Los que sirven en La Corchuela son todos elaborados en la provincia, concretamente de la zona de Jerez de los Caballeros.

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Jamones ibéricos en las paredes del bar La Corchuela
Jamones ibéricos en las paredes del bar La Corchuela

A esta oferta se suma otra de sus especialidades, un paté ibérico típico de la región: la cachuela. Se trata de un untable denso y sabroso, elaborado a base de hígado de cerdo frito en manteca de cerdo con ajo, pimentón y otros condimentos como el comino, la pimienta negra o el laurel. Es una de las estrellas de su oferta de tapas, reconocidas incluso por guías gastronómicas como Repsol -La Corchuela cuenta con uno de sus ansiados Soletes-.

Su siglo largo de historia se ve reflejado en sus paredes. El local, repleto de fotos antiguas, ladrillos caravista bajo una barra de madera, ristras de ajos junto a sus famosos jamones o una caja registradora del siglo pasado son algunos de los detalles que atestiguan que estamos en el bar con más solera de Badajoz. El ambiente del bar complementa la experiencia culinaria, convirtiendo a La Corchuela en un sitio imprescindible para quienes buscan disfrutar de la cocina extremeña en un entorno cargado de historia.

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