Lo peor de trabajar de cara al público es eso, el público. Gente con la que hay que lidiar cada día y a los que dedicar una sonrisa, te apetezca o no. Quienes no tienen tiempo ni para eso son los sanitarios, que trabajan al 200% porque no dan abasto. Además, trabajan con pacientes, no con clientes, y cuando una persona acude al servicio de urgencias de un hospital público debe entender cómo funciona el sistema y sobre todo, saber señalar al responsable si la espera es larga. Spoiler: no suele ser culpa del MIR que te atiende a ti a la vez que a otros muchos otros enfermos y lleva 20 horas trabajando.
Las redes sociales se llenan de experiencias de doctores y doctoras que tienen que sufrir los malos tratos de pacientes, a veces incluso físicos. Una médica ha compartido su experiencia en un vídeo de Instagram por pura desesperación en el que narra el comentario que recibió de un paciente que había estado esperando cuatro horas en la sala de espera y había puesto una reclamación contra ella. “Me avisan de dirección médica del hospital en el que estoy trabajando para comentarme que un paciente, hace una semana, durante una guardia de urgencias, me ha puesto una reclamación y me da hasta vergüenza explicar los términos”, cuenta.
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La cuestión es que una persona llegó después de que el médico de familia la derivara para una radiografía de tórax. Como todo el mundo habrá experimentado alguna vez, nada más llegar a urgencias se pasa por triaje y, en función de la gravedad, tendrás que esperar más o menos. “Si vienes asfixiándote te van a ver lo antes posible”, explica la doctora, indignada. En este caso, la atención no era urgente y el paciente tuvo que esperar cuatro horas y en la reclamación dijo que “la médico que la atendió había estado tocándose el coño”. Ante esta situación, la directora médica se dirigió a la doctora para saber en qué términos esa persona había entrado en la consulta teniendo en cuenta la agresividad verbal de la reclamación.
Y ante esta situación, la profesional ha manifestado el estrés que sufren los médicos, especialmente en sus primeros años. “Existe una exigencia formativa a nuestra profesión mínima de ocho años para graduarte de medicina. Y luego, con dos exámenes de oposición de por medio, estarás 4-5 años haciendo una especialización médica durante la cual existen unos ritmos y una exigencia que solamente quien lo vive es capaz de entenderlo”, indica.
Y como no, saca a colación el gran debate médico: las infinitas guardias de 24 horas que el ministerio de Sanidad dice que quiere suprimir (o está en ello, dice). “La mayoría de las especialidades hacemos unas 4-5-6 guardias de las cuales son de puerta de urgencia. ¿Sabéis lo que significa eso? Estar 24 horas, incluso 26 horas, trabajando sin parar como teleoperadores telefónicos teniendo en cuenta que en telefonía se trabaja entre 6 y 8 horas y que no existe la responsabilidad que existe en nuestra profesión”, apunta.
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Y continúa: “Actuamos como máquinas, procesando continuamente información, desviando el foco de atención continuamente, teniendo en cuenta el desgaste energético que eso supone. ¿Por qué? Porque estamos pendientes de la persona que tenemos enfrente, de los pacientes que tenemos dentro y necesitan nuevas actuaciones, de los pacientes que probablemente están graves y fuera esperando. No tenemos un descanso físico ni mental en 24 horas. 20 minutos para dormir, 20 para cenar, pudiendo descansar un poco en una colchoneta. No podemos casi ni ir al baño”, lamenta.
Una de las cosas que peor le sienta a esta doctora es que “no se entiende desde fuera, al contrario”. “Se nos recrimina desde fuera que tendríamos que sentirnos afortunados por estar donde estamos y tener el trabajo que tenemos. Y sí, me siento afortunada, pero por momentos me desgasto. Pienso, ¿es proporcional el tiempo que he invertido a la remuneración económica y a la exigencia que hay, en general?”.
Y la conclusión a la que llega es que “el sistema sanitario está roto”. La atención primaria no da para más. Falta contratación de personal. Falta que se establezcan turnos de trabajo coherentes, que respeten la salud, de los pacientes y de los profesionales. Porque sinceramente, una vez que estoy trabajando, pocas negligencias se cometen para todo lo que se podría suceder. En este sentido, lo que pide es movilización ciudadano y salir a la calle “como se hace en Francia”.