“Estoy divorciado y ya no tengo ninguna condena”. Con estas palabras, Iñaki Urdangarin parece hacer un resumen de lo que fue su vida pasada, cuando se encontraba casado con la infanta Cristina. El pasado mes de diciembre, los exduques de la Palma hicieron efectivo su divorcio en una notaría de Barcelona tras 26 años de matrimonio y cuatro hijos en común, Juan, Pablo, Miguel e Irene. A su separación se ha sumado el reciente fin de su condena por el caso Noos.
En 2017, fue sentenciado una pena de a seis años y tres meses de prisión tras ser acusado de haber cometido malversación, fraude, delitos fiscales, prevaricación y tráfico de influencias. Una sentencia que un año después fue rebajada a cinco años y diez meses. En diciembre de 2018, el excuñado de Felipe VI ingresó en la cárcel de Braviera (Ávila), donde estuvo diez meses. En 2021, la Justicia le otorgó el tercer grado y en marzo del mismo año alcanzó la libertad condicional. Sin embargo, este oscuro capítulo de su vida parece haber quedado atrás, pues el pasado martes 9 de abril terminó oficialmente su condena.
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El fin de su historia de amor con la infanta Cristina y el hecho de que haya saldado sus problemas con la Justicia han marcado un antes y un después en la vida del exjugador de balonmano. Es por ello que, ahora en adelante, el día a día de Iñaki Urdangarin tendrá poco que ver son su pasado, tal y como él mismo asegura a Semana.
Hace dos años, Iñaki Urdangarin empezó a tejer lo que sería su nueva vida de la mano de Ainhoa Armentia, a quien conoció en el bufete de abogados en el que trabajó cuando recibió el tercer grado penitenciario en 2021. Actualmente, los dos viven en un piso situado en Vitoria, concretamente, en la misma urbanización de su madre, Claire Liebaert. Ha sido precisamente en las inmediaciones de su domicilio donde los periodistas de la revista del corazón han tenido un encuentro con el deportista.
“Quiero ser una persona normal, con una vida normal y disfrutar de mis hijos y mi libertad”, afirma a la ya citada publicación, dejando entrever que en su nuevo camino no habrá ni escoltas ni títulos nobiliarios, aunque de lo que no podrá desprenderse será del hecho de haber pasado por prisión.
“No quiero que me fotografíen ni que me pregunten. Quiero ser una persona anónima. Ya no tengo que dar explicaciones de nada. Ya no formo parte de eso —refiriéndose a la familia real española—. Quiero tener una vida tranquila”, reitera Urdangarin a Semana, dejando entrever que se siente aliviado de haber dejado a un lado la relevancia pública que le otorgaba ser miembro de la monarquía española.
Dejando a un lado su acuerdo económico con la infanta Cristina, Iñaki Urdangarin tiene unos escasos ingresos, pues recibe la cantidad de 463,21 euros al mes en concepto de pensión como preso en libertad. Una cifra que poco tiene que ver con las que manejaba cuando era miembro de la realeza, aunque parece ser que esta situación no será un dolor de cabeza para él, ya que su idea es reinventarse. Uno de los objetivos que ahora marcan su día a día es encontrar un trabajo relacionado y que sea acorde a su preparación y necesidades. Es muy probable que por su pasado como jugador de baloncesto, su búsqueda laboral esté centrado en los deportes.