Victoria y Gabriel son dos jóvenes de 25 años que, desde septiembre de 2023, decidieron dejar de vivir en Barcelona para irse a vivir al pueblo de 10 habitantes en el que nacieron sus abuelos. Aprovechando este cambio en sus vidas, han decidido compartirlo en todo el mundo con su cuenta de redes sociales @repoblando. “Enseñamos nuestro día a día para demostrar al mundo que la vida en el pueblo no es para nada aburrida, como suele pensar la gente”, dicen. El objetivo, al fin y al cabo, es “sobre todo defender y promover el mundo rural”.
Para ello, suben periódicamente contenido mostrando algunos de los aspectos más llamativos de su nueva vida. El pueblo no tiene agua potable a veces se va la luz y todos sus vecinos tienen 50 o más años, pero eso no les impide vivir como ellos siempre han querido ni, mucho menos, disfrutar del entorno y todas sus posibilidades: “No hay ninguna tienda, pero vienen de otros pueblos en furgonetas con comida y les compramos pan, fruta, pescado... Solo tenemos un bar que lo llevamos entre todo el pueblo, tenemos llaves y lo abrimos cuando queremos”. Y es esto último lo que ha causado un verdadero furor. Con un vídeo subido a TikTok han superado con creces los 2 millones de visualizaciones. Lo que mostraban era el funcionamiento de ese único bar del pueblo, un lugar muy, pero que muy peculiar.
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El bar es propiedad de una asociación en la que están casi todos los vecinos
“Parece un bar normal pero no lo es... porque aquí tenemos un lobo disecado”, empieza diciendo Gabriel en el vídeo mientras señala al animal sobre la puerta. “Este bar es diferente porque es nuestro: no hay camareros y lo abrimos cuando queremos”, ha explica Victoria. Esto es así porque el local “es de una asociación del pueblo” de la que casi todos los vecinos son socios. Así, colaboran entre todos haciendo tareas como “cargar las neveras, barrer y fregar el suelo y servir a los clientes”.
Otro elemento llamativo es el precio: la cerveza a un euro con treinta y el café a un solo euro, mientras que para el cubata el precio subiría a cuatro. “Luego nos llevamos el dinero de la caja y lo utilizamos para pagar pequeños eventos del pueblo”, concluye ella. Además de tomarse algo, quienes visiten el bar pueden hacer más cosas: “Jugar a cartas o a juegos de mesa”, apunta Gabriel mientras muestra un armario lleno de tableros y otros materiales para el entretenimiento.
Abierto solo unos pocos días al año
A pesar de lo provechoso que pueda parecer para el cliente un bar con estos precios tan bajos, lo cierto es que este lugar suele estar cerrado gran parte del año. “Solo abrimos en verano y en Navidades, cuando viene la gente. Y es que, durante la temporada alta, el volumen de población se multiplica por diez hasta llegar a los 100 habitantes, una cifra con la que el negocio puede ser, si no rentable, al menos productivo.
Los usuarios de la red social no han dejado pasar la ocasión para expresar su sorpresa frente a los bajos precios, con dudas tan lógicas como “¿Cómo se declara eso a Hacienda?” o comentarios más distendidos. “Cervezas a 1,30 y cubatas a 4, yo de ahí no salgo vivo”, señala uno de los usuarios, en la misma línea que muchos otros.
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