“Invertir en defensa es invertir en paz”, ha repetido hasta el cansancio esta semana la titular del Ministerio de Defensa, Margarita Robles. El mantra de la ministra no es nuevo y lo suele alternar con distintas combinaciones: “Invertir en defensa es invertir en nuestra industria” o “...es invertir en puestos de trabajo” y también “...en futuro” e incluso todas estas a la vez. Sin embargo, este eslogan cobra mayor relevancia ahora que el gasto militar está en la agenda política y en momentos en que la Unión Europea ha puesto como prioridad asegurar su autonomía frente a posibles conflictos, sobre todo después de que Donald Trump haya amenazado, en caso de regresar a la Casa Blanca, con dejar a su suerte a aquellos países de la OTAN que no incrementen el presupuesto destinado a sus fuerzas armadas.
Así las cosas, la insistencia de Robles busca convencer a una sociedad española que, a pesar de que no son pocos los que alertan que Europa está cada vez más cerca de la guerra, no considera como prioridad la defensa del continente. De acuerdo al barómetro dado a conocer esta semana por la UE, el 31 % de los ciudadanos de la Unión creen que la defensa y seguridad de la región debiera ser uno de los principales temas a debatir durante las próximas elecciones europeas; de hecho, ocupa el tercer puesto entre las prioridades de la población, sólo por detrás de la lucha contra la pobreza (33 %) y la sanidad pública (32 %). No obstante, sólo el 14% del electorado español piensa que la protección de Europa es prioritaria, el porcentaje más bajo entre todos los estados de la UE.
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La casi nula preocupación de los españoles dista mucho de las sensaciones de otros países, en los que este asunto quita el sueño a más del 50% de los habitantes de Lituania (53%), Finlandia (55%), Países Bajos (50%) y Dinamarca (56%) o del 40% en el caso de los alemanes (41%), checos (45%), letonios (47%) y estonios (47%). Esta falta de sintonía con el resto de Europa llama aún más la atención, dado que el 39% de los ciudadanos de España opina que la paz es el valor más importante que tendrían que defender los europarlamentarios que salgan electos en los comicios del próximo 9 de junio. Quizá de ahí el postulado de que la inversión en defensa es directamente proporcional a la paz, que tanto promueve Robles.
Para la diputada del PSOE y comandante retirada del Ejército de Tierra, Zaida Cantera, esta desconexión de los españoles con el conjunto de los europeos se debe a la lejanía con la que perciben los conflictos y las amenazas. “Conforme nos movemos al este, vemos cómo la percepción de los países de que su seguridad les puede ser arrebatada es mucho mayor”, explica Cantera, que achaca esto al recuerdo más fresco de la guerra de ciertas poblaciones -como la de los Balcanes- o al hecho de limitar con Rusia. “Los ciudadanos entienden que entre España y Ucrania hay muchos países a los que vencer antes, mientras que esto no se percibe así, por ejemplo, en Polonia”, afirma.
De una opinión similar es el senador del Partido Popular y general de división retirado, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, quien considera que este fenómeno puede deberse a que las misiones que llevan a cabo las Fuerzas Armadas tienen lugar en “ámbitos geográficos alejados”, con el fin de que los focos de conflicto no lleguen a España, sumado además a que la sociedad disfruta de una sensación de seguridad “notable” dentro de las fronteras del país. “Todo eso contribuye a que el ciudadano español crea e interiorice que esto es algo que puede mantener alejado de sus preocupaciones cotidianas”, destaca el popular.
La polémica del gasto militar
Ante el aparente escaso valor que los españoles otorgan a la defensa, el principal desafío del Gobierno -o al menos de una parte de él- es cómo transmitir la necesidad de destinar más dinero a la compra de armamento y la modernización de las Fuerzas Armadas. El propio Pedro Sánchez se ha puesto al frente de esta cruzada que, días atrás, defendió en el Congreso de los Diputados, allanando el camino para los algo más de 1.100 millones de euros que aprobó esta semana el Consejo de Ministros para la adquisición de “diverso material para el refuerzo de capacidades militares”, pese al malestar que el tema despierta en el socio minoritario de la coalición de Gobierno.
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De acuerdo a Cantera, la respuesta para que el mensaje cale en la sociedad son “programas educativos en las escuelas, en los que a los niños se les enseña para qué sirven sus Fuerzas Armadas”, entre otras campañas de concientización. “Si tú trasladas una adecuada conciencia y cultura de seguridad respecto a la real situación geopolítica del mundo, el ciudadano percibirá que la inversión en defensa no se contrapone con más camas de hospital ni con la mantequilla”, apunta la diputada.
Sin embargo, la socialista advierte que, tras tantos años de ausencia de esta difusión sobre seguridad nacional, es preciso evitar caer en anuncios tremendistas. “Lanzar ahora mensajes alarmistas no sirve absolutamente de nada; sí mensajes racionales, verdaderos y, de ser necesario, crudos, pero bajo ningún concepto apocalípticos”, explica.
Por su parte, Díaz de Otazu es optimista y afirma que el mensaje está llegando a la sociedad y que, a pesar de que es una idea generalizada entre los políticos españoles, fomentar un mayor gasto en materia militar no espanta al electorado. “La inversión en estas capacidades se considera algo vinculado a la política exterior, y en ese ámbito el voto está más bien consolidado”, asevera, a diferencia de otros tópicos como el aborto. Asimismo, ante la tenaz oposición de Sumar, el senador conservador destaca que el mejor aliado del Gobierno para concretar un incremento del presupuesto militar no es otro que el Partido Popular: “En temas de Defensa estamos unidos”.