Osakidetza (el Servicio Vasco de Salud) ha sido una de las palabras más pronunciadas en las últimas semanas en el País Vasco, y uno de los temas centrales de la campaña de las elecciones de este domingo. No ha corrido la misma suerte el asunto de la independencia de Euskadi, que ya dejó de copar la conversación social y ahora ha quedado casi fuera de la vida política. Más allá de los intentos del PSE-EE/PSOE de agitar un supuesto “riesgo de unión” entre PNV y EH Bildu para “transitar por la vía de la independencia”, ni los propios partidos de ámbito identitario ni el resto de formaciones (tampoco PP y Vox) han optado por hablar, para bien o para mal, sobre esta cuestión.
Durante los 15 días de campaña, los diferentes candidatos a la Lehendakaritza han esbozado sus propuestas para volver a poner en pie el sistema de salud en este territorio, cuyo declive en la calidad del servicio y su evolución negativa figuran entre las principales preocupaciones de la ciudadanía vasca. En concreto, según el Sociómetro vasco de febrero, un 35% de los vascos sitúan la Sanidad en la segunda posición de los principales problemas de Euskadi, por detrás de los relacionados con el mercado laboral (un 48%), y por encima de la vivienda (un 25%).
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En el Sociómetro correspondiente al mes pasado, un 37% de los vascos está en desacuerdo con la independencia. Solo un 22% está de acuerdo y un 33% “estaría o no de acuerdo según las circunstancias”. Asimismo, el barómetro preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicado el 1 de abril, situó la independencia en el puesto número 19. Solo es el principal problema que existe actualmente en el País Vasco para el 1,1% de los encuestados.
En la última edición del Deustobarómetro Social (DBSoc), elaborado y difundido por la Universidad de Deusto en diciembre de 2023, la independencia marcó la cifra más baja desde el inicio de la serie histórica (verano de 2015): solo un 13% de la ciudadanía en Euskadi aboga por un Estado propio, en contraste con el 37% que apuesta por incrementar la autonomía y el 36% que desea mantener el estatus actual.
En esencia, la campaña ha pivotado especialmente sobre la gestión de los servicios sociales o la cuestión económica, un paradigma cada vez más asentado en la política local, precedido por un cambio de actitud entre los propios votantes de los dos partidos de ámbito vasco: el PNV, de corte nacionalista, y EH Bildu, que aspira a la independencia.
A tenor del Sociómetro vasco, el votante de la coalición soberanista abertzale ha pasado de considerarse independentista en un 86% a solo el 55% en los últimos diez años. Por su parte, desde 2014 a 2024, los votantes del PNV que querían la independencia han pasado del 47% al 18%. Por ende, la radiografía de los electores refleja que entre las bases de estas formaciones, aunque no se renuncie a la aspiración de alcanzar la independencia, esta cuestión está siendo desplazada por otros asuntos de carácter material.
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El autogobierno y un nuevo “estatus” se abren paso
Que la independencia haya quedado desdibujada en Euskadi no significa que desaparezca el sentimiento nacionalista o abertzale. Y es que la puja por la hegemonía entre PNV y EH Bildu anticipa un Parlamento de índole soberanista. De igual forma, estos partidos han agitado la bandera del autogobierno y del estricto cumplimiento del Estatuto de Guernika de 1979, apostando por una reforma del mismo para alcanzar un nuevo estatus político con respecto al resto de España.
“En EH Bildu hay gente que es independentista, y hay gente que no lo es. Hay soberanistas que no son independentistas, pero todos convenimos en que somos una nación y tenemos derecho a decidir. (...) En este momento no planteamos la independencia. Lo que planteamos es un nuevo estatus político que nos reconozca como nación y que nos dé suficiente fondo de poder (...) para que no ocurra lo que ha ocurrido en los últimos 45 años”, defendió el aspirante de EH Bildu a lehendakari, Pello Otxandiano, en una entrevista radiofónica en la Cadena Ser, en referencia al incumplimiento del Estatuto de Autonomía del País Vasco.
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Sobre la necesidad de impulsar un nuevo proceso para intentar cambiar este estatus, el candidato de la coalición abertzale consideró que en la siguiente legislatura “toca llevar este debate a su fase resolutiva”. En palabras de Otxandiano, hay que hacerlo en un momento en que el Gobierno de Pedro Sánchez ha manifestado estar dispuesto a abordar el debate en torno a la articulación territorial. “Nosotros, como fuerza independentista, estamos absolutamente dispuestos a participar de este debate”, apostilló.
Por ende, desde EH Bildu abogan por llegar a un acuerdo en el Parlamento vasco, poniendo en marcha en los primeros tres meses de la legislatura la ponencia de autogobierno que quedó en stand by en 2018 y, desde ahí, llegar a un acuerdo entre las principales fuerzas políticas para “ir a Madrid con una sola voz”.
El PNV reivindica primero el cumplimiento íntegro del Estatuto de Guernika, para después abrir una nueva fase para el autogobierno vasco, de manera que se incorpore “la soberanía originaria vasca” y se recoja “el reconocimiento nacional” de Euskadi. Con todo, los jeltzales reclaman en su programa que “el autogobierno actual debe trascender del marco Euskadi-Estado para garantizar la voz propia de Euskadi en las instituciones europeas en todas aquellas materias que le sean reconocidas como competencias propias”.
En cuanto al resto de programas y propuestas electorales, a excepción de Vox (la ultraderecha quiere eliminar las comunidades autónomas), la apuesta por un modelo de autogobierno también es compartida, aunque con matices, por PSE-EE/PSOE, PP, Sumar y Podemos.