Raquel Morillas saltó a la fama en 2003 de la mano de Gran Hermano 3, donde pronto se convirtió en una de las concursantes más populares. Tras salir de la casa de Guadalix, no tardó en recorrer buena parte de los platós de televisión, que la recibieron con los brazos abiertos al ser uno de los personajes que más audiencia generaba. Esto se debía, además de a su personalidad, a su relación con Noemí Ungría, con quien vivió una turbulenta separación tras tener un accidente de coche en el que fue la gran perjudicada.
Más de dos décadas después de su paso por el reality, la vida de Raquel es totalmente diferente. No solo vive alejada de los platós, sino que se dedica a algo totalmente diferente. Desde 2019 trabaja como vendedora de cupones de la ONCE en Alicante, un empleo humilde que le permite subsistir sin los lujos y caprichos de antaño, pero de una forma digna junto a su pareja.
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Pese a esta nueva vida lejos de los focos, Morillas sigue teniendo un gran plantel de seguidores en Instagram, donde más de 41.000 personas están atentas a sus publicaciones. Con ellos no solo comparte retazos de su día a día, bailes o momentos divertidos, también los más amargos. De hecho, no ha dudado en contar a sus followers el problema familiar que tiene con la esperanza de que alguien pueda ayudarla con un problema familiar.
Alicia, la hermana de Raquel, está en plena lucha contra las instituciones después de que, según su versión, estas han “abandonado” a su hijo Antonio, menor de edad, pese a que es víctima de la violencia vicaria. La propia Alicia habló de este problema en una entrevista en la Cadena Ser, donde explicó que “esta historia empieza en 2015 cuando me separo, mis hijos son pequeños 11 y 4 años y él cumple la amenaza que hizo, que me iba a destruir la vida y no le iba a importar la manera”.
Problemas familiares
En la conversión desveló también que su hijo empezó a desarrollar “conductas violentas” y que en 2016 el mayor le contó “que cuando su padre considera que se porta mal, le ata de pies y manos con un cinturón, o le mete en la ducha vestido y le da con agua fría hasta que el niño le pide perdón. Y ahí empieza mi batalla, porque sorprendentemente te tienes que enfrentar a todo el mundo, porque nadie te cree. Me he tenido que enfrentar desde a abogados hasta a los servicios sociales (...), nos han cuestionado mucho”.
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Raquel Morillas no es ajena a nada de esto y, además de apoyarla, ha compartido con ella diferentes directos para intentar dar más repercusión a su caso. Según añadió en un post de la mencionada red social han llegado hasta al punto de contratar los servicios de diferentes profesionales que han concluido que se trata de “problemas de conducta” como origen de todo. Su intención es que, al dar a conocer más el caso, este se estudie de manera exhaustiva para que el padre del menor sea señalado como responsable de la situación.