Para Podemos, las elecciones en el País Vasco no son unas elecciones cualquiera. Los comicios autonómicos del próximo 21 de abril servirán a la formación de Ione Belarra para calibrar su fuerza en pleno proceso de reconfiguración tras la salida del grupo de Sumar en el Congreso y la debacle de las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo.
El resultado de esta cita será un punto de inflexión para el partido que en 2015 y 2016 llegó a tocar el cielo en este territorio y ahora se asoma al abismo ante la posibilidad de desaparecer en la Cámara de Vitoria, su principal bastión autonómico. Los morados fueron el partido más votado en el País Vasco en las elecciones generales de diciembre de 2015 y en la repetición de junio de 2016; ahora, corren el riesgo de ser absorbidos por EH Bildu.
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La mayoría de las encuestas han situado a la candidatura liderada por Miren Gorrotxategi ligeramente por delante de Sumar, aunque muy pocas garantizan a los morados llegar al 3% necesario para obtener representación. Acusaciones cruzadas mediante, los de Ione Belarra y los de Yolanda Díaz no llegaron a un acuerdo para concurrir juntos al 21-A, por lo que el espacio a la izquierda del PSOE volverá a ir por separado en una cita electoral.
La debacle del 28-M
El último precedente fue el de las elecciones gallegas del 18 de febrero. Ni Sumar Galicia (obtuvo el 1.9%) ni Podemos-Alianza Verde (apenas rascó el 0.26% de los votos) lograron entrar en la asamblea autonómica, una bifurcación en el espacio progresista de la que bebió el BNG. Y es que, el bloque nacionalista incrementó los resultados hasta en seis escaños, pasando del 23.79% de los sufragios y 19 escaños en 2020 al 31.57% de los votos y 25 diputados en 2024.
De cara a las elecciones vascas, este mismo panorama gana enteros a tenor de la demoscopia. De no obtener representación en la Cámara de Vitoria, Podemos perdería su principal feudo a nivel autonómico, un resultado que se sumaría a la pérdida de peso territorial tras el 28-M. En las últimas elecciones locales y autonómicas, Unidas Podemos, la coalición formada por Podemos e Izquierda Unida, perdió cinco de sus seis gobiernos autonómicos, desapareciendo incluso de la Comunidad Valenciana, Madrid y Canarias.
A excepción de Navarra, donde aumentó su representación (de dos a tres escaños), el espacio confederal disminuyó su presencia en otros parlamentos con respecto al resultado de 2019: en Asturias pasó de cuatro a un diputado; en Aragón, de cinco a uno; en Baleares, de seis a dos; en Extremadura, Murcia y La Rioja se mantuvo con cuatro, dos y dos escaños, respectivamente. Esto es, pasaron de 47 diputados autonómicos a 15. Los morados tampoco lograron representación en Castilla-La Mancha y Cantabria.
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En el País Vasco, los morados redujeron su influencia a nivel autonómico en 2020 con respecto a 2016. Y es que, Podemos pasó de irrumpir en la cámara autonómica con el 14,86% de los votos y 11 escaños a obtener el 8,05% de los sufragios y seis diputados en los comicios de hace cuatro años. Actualmente, Podemos Euskadi cuenta también con presencia en las Juntas Generales del País Vasco y en varios municipios del País Vasco, incluidas las tres capitales vascas.
Cuando Podemos sorpasó al PNV
Además de ser tercera fuerza en la Cámara de Victoria entre 2016 y 2020, los morados llegaron a lo más alto en este territorio en las elecciones generales de 2015, las primeras de ámbito estatal a las que se presentaron, y en la repetición electoral del año siguiente. En las primeras, la formación liderada entonces por Pablo Iglesias se impuso en número y porcentaje de votos al PNV, pero los jeltzales lograron un escaño más que los morados: seis frente a cinco.
Al año siguiente, en la cita en la que Podemos se quedó a 15 escaños de superar al PSOE, los morados consiguieron sorpasar al PNV: Unidos Podemos logró la victoria en este territorio con el 29,05% de los sufragios y seis escaños, un resultado sin precedentes para una fuerza recién llegada a la política.
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Atrás quedaron esos resultados apabullantes, y Podemos lucha ahora por sobrevivir en el País Vasco a escasas horas de que acabe la campaña del 21-A. La formación aspira a ser “decisiva” para la conformación de un Gobierno de izquierdas ante una “oportunidad histórica para llevar a cabo ese giro a la izquierda”, señalan fuentes moradas en alusión a la posibilidad de que PNV y PSE-EE/PSOE no alcancen mayoría absoluta para seguir gobernando juntos.
No obstante, dentro de estas previsiones, hay riesgo de que el eventual aumento de EH Bildu sea a costa del espacio progresista y, por ende, de Podemos. Pese a estos malos augurios, desde Podemos ponen en valor a su candidata, quien cuenta “con un alto grado de conocimiento y valoración entre la población vasca gracias al trabajo que ha desempeñado estos últimos años en las instituciones”.
Los morados se juegan este domingo su supervivencia en un territorio en el que llegaron a alcanzar la gloria. Será, además, la última prueba de fuego antes de las elecciones al Parlamento Europeo del próximo 9 de junio, una cita en la que la candidata morada, Irene Montero, disputará a los de Yolanda Díaz el espacio a la izquierda del PSOE después de la ruptura tras el 23-J.