Alex Garland pasó de convertirse en uno de los guionistas británicos más solicitados protagonizar en solitario una de las carreras más apasionantes de los últimos tiempos gracias a sus incursiones dentro de la ciencia ficción contemporánea.
Comenzó siendo novelista y su primera obra se convirtió en un auténtico éxito. Se titulaba La playa y poco después sería adaptada al cine por Danny Boyle con Leonardo DiCaprio como protagonista de una aventura paradisíaca que terminaba convirtiéndose en una pesadilla.
Te puede interesar: ‘El simpatizante’, la nueva serie de HBO basada en un Premio Pulitzer
Ese sería su punto de entrada dentro de la industria de cine inglesa, de la mano de Boyle, que lo reclutaría para escribir el guion de la mítica película de zombies (o infectados) 28 días después, protagonizada por un joven Cillian Murphy. Más tarde, el tándem volvería a trabajar en Sunshine, aventura espacial en la que el Sol estaba a punto de apagarse para siempre.
Robots con alma
En 2010 se encargó de adaptar la novela del Premio Nobel Kazuo Ishiguru, la tristísima Nunca me abandones, que se introducía en el género de la ‘distopía’ a través de una serie de personajes que descubrían que eran especímenes científicos creados en un laboratorio con el fin de donar sus órganos.
Precisamente el tema de la identidad, de aquello que separa lo humano de lo tecnológico, cuestiones claves dentro de la ciencia ficción abordabas por escritores como Philip K. Dick, sería el punto de partida de su ópera prima como director, Ex Machina (disponible en Netflix).
La película protagonizada por Alicia Vikander como una mujer-robot, supuso una apuesta futurista minimalista que hablaba sobre los límites de la inteligencia artificial. El director parecía mostrarse cómodo dentro del cine independiente, incluso reivindicando el espíritu de la serie B en sus trabajos, como ocurrió en Aniquilación, película original de Netflix con Natalie Portman que mezclaba la aventura con el terror dentro de un espacio dominado por una extraña fuerza alienígena.
Te puede interesar: La serie francesa que arrasa en Netflix y que está basada en un crimen real
Sin embargo, su siguiente proyecto, la serie DEVS para HBO tenía una mayor envergadura y era mucho más ambiciosa en todos los sentidos. En el cine de Garland e incluso en sus guiones, siempre aparecía un aspecto existencial y metafísico a través de reflexiones en torno a la naturaleza humana a modo de parábolas tan originales como atrevidas, en este caso alrededor del vacío y de la pérdida.
Parábolas existenciales sobre ansiedades contemporáneas
Con Men, regresaría al terreno de lo minúsculo, del cuento, para hablar del trauma y la masculinidad tóxica en la que latía el miedo y la violencia machista a través de una pesadilla casi alucinógena con toques de gore y ‘body-horror’ bizarro.
En general, ya sean mejores o peores, todas las películas de Alex Garland proponen cosas diferentes, apuestan por imágenes de enorme sugerencia y sus planteamientos arriesgan a la hora de poner de manifiesto las ansiedades de nuestro tiempo.
Ahora, regresa con Civil War, su película de mayor presupuesto y también la más política en sentido estricto, ya que tiene lugar en un futuro cercano donde América se encuentra sumida en una guerra civil y está protagonizada por un equipo de periodistas que emprenderá un viaje para impedir que las fuerzas rebeldes asalten la Casa Blanca.
Al frente del reparto, Kirsten Dunst (la nómina de protagonistas femeninas de las películas de Garland resulta impecable) y junto a ella encontramos a Wagner Moura (Narcos), Cailee Spaney (la nueva musa de Sofia Coppola en Priscilla), Karl Glusman y Jesse Plemons.
Durante la promoción de la película, el director afirmó que no quería dirigir más, ya que estaba harto de la maquinaria comercial y de la industria, pero lo cierto es que se Civil War se ha convertido en su trabajo más taquillero hasta el momento.