Solo un 33% de las médicas ocupa altos cargos: “Dar a las mujeres una primera oportunidad, hacerlas visibles, es clave”

Según los datos de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme), en 2022 solo doce mujeres ocupaban la presidencia en alguna de las sociedades científico-médicas. La oncóloga Pilar Garrido habla con ‘Infobae’ sobre algunas de las dificultades a las que se enfrentan las mujeres en este sector

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Pilar Garrido es jefa del
Pilar Garrido es jefa del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal. (Facme)

Si alguien se asoma a cualquier facultad de Medicina o Enfermería en España apreciará un detalle común: la mayoría de estudiantes son mujeres. De ahí que de los 1.325.300 profesionales sanitarios que trabajan en la sanidad, ellas representan el 73%, según los datos de la Encuesta de Población Activa de 2023. Pero aunque se trata de una profesión muy feminizada, las médicas siguen infrarrepresentadas en puestos de liderazgo, incluso aunque el porcentaje de mujeres al frente de una jefatura en hospitales públicos haya aumentado del 29 al 33% en 2022 respecto a 2019, según informa la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme).

A pesar de las cifras también mejoraron levemente en cuanto al número de mujeres que ocupaban la presidencia en alguna de las sociedades científico-médicas, al pasar de nueve en 2019 a doce en 2022, de acuerdo a la información de Facme con datos del observatorio Mujeres en Medicina en España (Womeds), “resulta evidente el enorme margen de mejora y la necesidad de seguir trabajando en visualizar la brecha de género y la excesiva lentitud en alcanzar posiciones de liderazgo en una profesión tan feminizada como la medicina”, señala Pilar Garrido, doctora en Medicina y Cirugía y especialista en oncología médica, y una de las impulsoras del proyecto Womeds.

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Respecto a las jefaturas de servicios en hospitales públicos, Facme destaca las marcadas diferencias entre comunidades autónomas en cuanto a la representatividad femenina, que varían entre la más baja en Galicia (26%) a la más elevada en Castilla y León (42%).

En el ámbito de la carrera académica, la brecha de género se encuentra en las figuras estables de profesorado y no en las docentes temporales, donde el porcentaje de mujeres es similar al de los hombres. Entre los diferentes tipos de contrataciones estables para puestos de liderazgo docente, por un lado se ha producido un ligero incremento de las catedráticas vinculadas (10,4% frente a 9,6% en 2021) y de las titulares vinculadas (22,1% frente a 19,2% en 2021), mientras que por otro, se ha retrocedido en el porcentaje de decanas de las facultades de Medicina, (23,9% frente al 27,3% en 2021).

Imagen de una médica en
Imagen de una médica en un quirófano. (Gettyimages)

“Hacerte visible”

Para Garrido, también profesora de Medicina de la Universidad de Alcalá, uno de los principales problemas a los que se enfrentan las mujeres en el sector médico es la escasa viabilidad, por eso es fundamental aplicar la perspectiva de género en medicina. “Es realmente importante que haya una mirada de género, que se den oportunidades a las mujeres, como participar en congresos o en publicaciones, porque cuando esas oportunidades se ofrecen, normalmente son aceptadas. Que alguien te dé esa primera oportunidad y, por tanto, te haga visible es muy relevante”, dice a Infobae España.

Si en una conferencia hay un panel formado exclusivamente por hombres, añade, “debería hacernos reflexionar a todos y preguntarnos si no hay ninguna mujer válida”, por eso considera fundamental “educar en esa mirada de género” a las nuevas generaciones. “Si empezamos a ver mujeres en posiciones de liderazgo, más mujeres jóvenes se animarán porque pensarán que se puede llegar”, sostiene, si bien también ve necesario que se fomente “una política sanitaria y se establezcan unas reglas del juego claras que apoyen la diversidad y las oportunidades”.

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Garrido sabe perfectamente lo que cuesta llegar a puestos de liderazgo en el ámbito médico, pues desde 2022 es jefa del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal, centro en el que lleva trabajando desde 1991. Al puesto también optaban otras tres personas, dos hombres y una mujer, pero finalmente fue ella la elegida, lo cual la hace sentir “orgullosa” porque “se eligió el modelo asistencial que defiende y comparte con los profesionales de su servicio”. El camino se basó en “perseverancia, trabajo duro, confianza y renunciar a ciertas cosas”, no a ser madre ni a tener una vida familiar, explica, pero sí ha experimentado el síndrome de la impostora y por tanto ha dedicado un tiempo importante en demostrar que era buena en su trabajo. ”Esto no es exclusivo en mujeres, pero sí bastante frecuente”, aclara.

Además de este puesto de liderazgo, Garrido también ha ocupado otros destacados a lo largo de su trayectoria, como ser la primera mujer en presidir la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el Consejo Nacional de Especialidades, la Comisión Nacional de la Especialidad Médica de Oncología Médica y la propia Facme.

Una doctora observa una radiografía
Una doctora observa una radiografía de diagnóstico de cáncer de mama. (EFE/Nathalia Aguilar)

Sesgos “inconscientes”

Más que actitudes machistas, las principales dificultades con las que se ha topado a lo largo de su carrera como médica han sido los denominados “sesgos inconscientes”, como que se hayan dirigido a ella por el nombre de pila mientras que a los hombres médicos “les llaman por su título de profesor o jefe de servicio”, si bien hace años también eran muy habituales las actitudes “paternalistas y proteccionistas” por parte de sus compañeros varones. “Tal vez no con mala intención o menos valoración de capacidad, pero se vivía como algo discriminatorio”, asegura. Además, “también se esperaba que tenías que dejar tu vida profesional para centrarte en la personal, en la maternidad, cuando en realidad todo es compatible y hay que dedicar tiempo a lo que una quiera”. “Yo lucho por la igualdad de oportunidades y, de momento, los números dicen que no las tenemos”.

Los sesgos de género también influyen tanto en la investigación y diagnóstico como en el tratamiento de las enfermedades, de forma que las mujeres se ven perjudicadas, pues la medicina siempre haya tomado a los varones como modelos de referencia. De hecho, la Universidad de Copenhague (Dinamarca) realizó un estudio en más de siete millones de pacientes atendidos durante 21 años por el sistema de salud donde se evidenció que las mujeres eran peor diagnosticadas que los hombres en al menos 700 patologías, con la única excepción de la osteoporosis.

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“Las enfermedades no son iguales en hombre y mujeres, los tratamientos no están estudiados de la misma forma, y las investigaciones, incluso las preclínicas, no se han realizado de la misma manera porque durante mucho tiempo hemos considerado que lo obtenido en un género era reproducible en el otro y nos hemos dado cuenta de que no era así”, aclara Garrido, quien explica que por ejemplo en 2010 se creó la Asociación para la Investigación del Cáncer de Pulmón en Mujeres (ICAPEM).

Que el sector médico sea más igualitario pasa, en su opinión, por poner en evidencia las diferencias de género, “que tienen que ver con las diferencias en la enfermedad ya mencionadas, pero también con los determinantes de género”, es decir, si una mujer tarda más en acudir al médico porque es cuidadora o minimiza los síntomas.

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