En el contexto actual del sistema universitario español, se destacan notables diferencias entre las instituciones públicas y privadas. Pablo Simón, politólogo y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, compartió su perspectiva al respecto en el programa `Hora 25`de la Cadena SER, señalando las particularidades que distinguen ambos modelos educativos en España.
Según Simón, las universidades públicas se encuentran sometidas a un estricto proceso de acreditación conducido por la ANECA, una agencia externa encargada de fiscalizar el desarrollo de los planes de estudios y evaluar la composición del profesorado. Esta vigilancia constante asegura que estas instituciones cumplan con niveles de exigencia marcados por parámetros de gestión, docencia e investigación, los cuales están regidos por el derecho público.
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Sin embargo, esta rigidez del sistema universitario y de investigación público puede traducirse en ciertas limitaciones creativas en comparación con las universidades privadas, que, según explica el politólogo, logran “captar de una manera mucho más sugerente” al alumnado extranjero, especialmente de China y América Latina, gracias a mercados de captación fuertes y niveles de exigencia distintos.
Una universidad a la americana
La tendencia hacia un modelo educativo similar al estadounidense es palpable, según el experto. Explicó que las universidades públicas españolas compiten en desventaja debido a la gestión autonómica de la financiación, lo cual genera diferencias significativas entre las comunidades. Simón criticó este paradigma, que favorece a las instituciones privadas como símbolos de prestigio y empleabilidad, relegando a las universidades públicas a ser opciones secundarias para aquellos estudiantes que no tienen otros medios, donde la matriculación es más accesible económicamente.
Simón considera que en España se está tendiendo hacia un modelo: “Nosotros, en las públicas, por desgracia competimos con una mano en la espalda, porque más allá de lo que plantee la ministra, la competencia sobre financiación de las universidades es autonómica. Y aquí hay también diferencias en modelos. Y no es lo mismo el modelo que tienen unos sitios y en otros. Y, desde luego, es evidente que hay un empuje porque nuestro sistema universitario se parezca más al americano y menos al nuestro. Es decir, que la gente vaya más a las privadas porque son la seña de prestigio y de empleabilidad, y que las públicas queden en un carril desplazado para aquellos alumnos que no tienen otras posibilidades, donde la matrícula es más barata”.
El analista también mencionó la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) como una “oportunidad perdida” para abordar estas disparidades porque se están encontrando “enormes problemas para aplicarla”.
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Con todo, Simón sostiene que las universidades públicas están lejos de competir en condiciones económicas con las privadas: “Si queremos el modelo británico en el que ellos discuten de textos y tienen 12 personas en clase, estupendo. Multiplícame las plantillas. Vale, no tengo ningún problema”. “Si queremos tener un modelo social y también las universidades más importantes, hay necesariamente que invertir más dinero y mejorar el tema burocrático y las enormes trabas que tenemos, sin lugar a dudas”, concluye.