El pasado 27 de marzo, Pedro Sánchez decidía cogerse unos días de asueto en Semana Santa y partía desde el aeropuerto de Torrejón de Ardoz (en Madrid) rumbo al palacete de Las Marismillas, en Doñana (Huelva). Utilizó uno de los cinco Dassault Falcon 900 que el ministerio de Defensa tiene reservado para el traslado de miembros de la Casa Real, el propio presidente y sus ministros y otro tipo de autoridades. A las 17 horas, cuando el avión sobrevolaba ya Ciudad Real, algo ocurrió. En apenas cinco minutos, el Falcon descendió desde una altitud de 9.400 a 3.200 metros, reduciendo su velocidad de 720 kilómetros por hora a 460.
El incidente fue grave (seguramente una despresurización, aunque el Ejecutivo no informó oficialmente), por lo que la tripulación del avión decidió volver a Madrid y que por su seguridad el presidente y las personas que le acompañaban cambiaran de aparato para volver a iniciar el viaje en otro de los Falcon que pertenecen al Grupo 45 del Ejército del Aire. El Falcon 900 es un trireactor que tiene una autonomía de vuelo de ocho horas y puede alcanzar velocidades máximas de 927 kilómetros por hora. El aparato se puso en el mercado en 1986 y el Gobierno español adquirió el primero en 1988. Otros tres llegaron en 1989 y el quinto en 1991. Es decir, aeronaves de entre 33 y 36 años de vida.
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Sin embargo, aunque existe un proyecto del ministerio de Defensa para renovar la flota T-18 (como se conoce a los Falcon 900) por otras cinco aeronaves más modernas con un presupuesto inicial de 600 millones, el Ejecutivo de Sánchez reconoce en una reciente respuesta parlamentaria “que en ningún caso se va a adquirir ni entra dentro de las prioridades del Gobierno, a través del Ministerio de Defensa, la sustitución de la flota de aeronaves T-18″. ¿Por qué? Si se trata de aviones bastante obsoletos que ya han provocado más de un susto. “Política ni mediáticamente es el momento”, señalan a Infobae España fuentes de Moncloa. “Con las críticas que ya recibimos por el uso que el presidente y los ministros, por motivos de seguridad y logísticos, hacen de este modo de transporte, como para pensar en una renovación. Además, el coste es alto”, explican las mismas fuentes.
Los Falcon 900 han sido motivo de debate y enfrentamiento político desde que Sánchez llegó al poder tras la moción de censura que ganó en 2018. La oposición, sobre todo PP y Vox, han inundado el Congreso de peticiones de información sobre el uso que el presidente hace de estos aviones y el gasto que conllevan, acusando al líder socialista de abusar demasiado del avión para sus desplazamientos oficiales y no oficiales. El Ejecutivo siempre se ha defendido alegando que el presidente lo es las 24 horas y que es su equipo de seguridad el que decide en cada momento cuál es el mejor modo de transporte en función de su agenda.
“La aeronave de las Fuerzas Aéreas del Ministerio de Defensa referida tiene como misión principal el transporte de autoridades, incluyendo los máximos dignatarios del Gobierno. Por lo tanto, es utilizada para el desplazamiento de tales autoridades en el ejercicio de su cargo, de modo que los gastos se imputan al presupuesto del ministerio de Defensa, en ejecución de las funciones que tiene encomendadas. Asimismo, la agenda del presidente y del resto de los miembros del Gobierno es pública y accesible”, se limitan a responder desde el Ejecutivo. No hay que olvidar que estos aviones oficiales se compraron bajo el mandato de Felipe González y que es un medio de transporte que han utilizado todos los presidentes, independientemente de su color político. Eso sí, unos más que otros.
El tema ha levantado tanto interés que Pablo Bañuelos, ingeniero informático que trabaja en ciberseguridad, ha desarrollado una web (Falcondespega) que monitoriza desde marzo de 2022 los vuelos que realizan cada uno de los nueve aparatos que pertenece al Grupo 45: los cinco Falcon 900 y otros cuatro Airbus A310 y A330. En el último mes, por ejemplo, el Falcon 900 en el que viajaba Sánchez cuando sufrió el percance en Semana Santa ha realizado 19 vuelos que suman 2.838 minutos de vuelo y que han soltado a la atmósfera 169 toneladas de CO2.
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A finales de 2021, la Dirección de Adquisiciones del Mando de Apoyo Logístico del Ejército del Aire y del Espacio adjudicó un contrato para el mantenimiento de estos aviones hasta 2025 por un importe de 59 millones de euros. En esta licitación no solo están incluidos los cinco Falcon 900, sino los cuatro Airbus del Grupo 45. Desglosado por tipo de avión, Defensa destina 24 millones de euros en cuatro años en la puesta a punto de los Falcon, con 13 millones de euros más destinados a imprevistos.