Las dudas en torno al funcionamiento del trabajo fijo discontinuo y su contabilidad continúan. Las tres fuentes estadísticas que lo registran tienen limitaciones y las empresas lo están usando de distinta manera tras la reforma laboral aprobada en 2021. La norma, pactada con patronal y sindicatos, estableció esta modalidad de contratación indefinida como la alternativa a los contratos temporales, ahora muy restringidos, pero guarda diferencias con la contratación indefinida ordinaria, ya que se sigue usando para periodos de trabajo (actividad) determinados en combinación con periodos de inactividad (en los que también se puede tener otro trabajo o cobrar el paro).
La polémica principal reside, más allá de cuestiones políticas, en que ni los datos mensuales del SEPE y de la Seguridad Social, ni los trimestrales de la EPA informan con precisión de las personas con un contrato fijo discontinuo en periodo de inactividad, un factor importante para analizar cómo están usando las empresas este tipo de contratación. El think tank Fedea ha propuesto este lunes calcular las personas en esta situación a partir de los datos de la Muestra Continua de Vidas Laborales, aunque se conocen con un retraso mayor, siendo los últimos disponibles los de 2022.
“Ya sabemos que la reforma ha sido un éxito total en temporalidad contractual, se redujo más de 10 puntos. Ahora tenemos que ver la temporalidad real, cómo ha mejorado la situación de las personas y si realmente son trabajos estables o no”, ha planteado Florentino Felgueroso, autor del informe. Su análisis concluye que en los nueve primeros meses de aplicación de la reforma laboral el stock de trabajadores fijos discontinuos pasó de 650.000 personas a 1,42 millones, repartidos casi por igual entre personas con contrato fijo discontinuo en actividad como en inactividad.
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Si se excluyen las personas con emparejamientos (es decir, inactivos que estaban en alta en otros empleos), el stock de trabajadores fijos discontinuos baja hasta 1,25 millones de personas a finales de diciembre de 2022, con 731.000 personas en actividad y 518.000 en inactividad total (sin tener otro trabajo). Los fijos discontinuos inactivos totales sumarían un total de 753.000.
Según ha explicado Felgueroso, lo importante de estos resultados no son las cifras en sí mismas, que se refieren a hace más de un año, sino la tendencia. A lo largo de los meses se observa como los fijos discontinuos en actividad se estabilizan, pero crecen los inactivos. Este comportamiento, que se empieza a observar en 2022, se estaría manteniendo e incluso acentuando en 2023 si se calcula la ratio de contratos y afiliación. En 2023 se firmaron el mismo número de contratos fijos discontinuos que en 2022 (2,3 millones), pero los afiliados en esta modalidad no han aumentado, lo que supone que para crear un empleo fijo discontinuo activo en 2022 hicieron falta 6,5 contratos, mientras que se necesitaron 10,5 en 2023.
En esta línea, Fedea señala que “han crecido notablemente” las tasas de bajas por causa de pase a situación de inactividad de fijos discontinuos (en 2023 fueron 2,5 veces la del período 2017-2019). Por estos motivos, aunque la tasa de finalización o interrupción de los emparejamientos con contrato fijo discontinuo se incrementó con la aplicación de la reforma, “la parte del stock de fijos discontinuos en períodos de inactividad ha tenido que crecer también sustancialmente”, afirma el informe.
Elevado peso de los abandonos voluntarios
Por otra parte, el análisis de los motivos tras la terminación o interrupción de las relaciones laborales de fijos discontinuos también es significativo para conocer la calidad del empleo al que dan acceso. Felgueroso calcula que en 2022 hubo un total de 505.000 finalizaciones, un 22,4% del total de relaciones laborales registradas. De ellas, la mitad (el 49,7%) se debieron a abandonos voluntarios o dimisiones y el 32,5% a despidos. La elevada presencia de las renuncias es otro síntoma de temporalidad y precariedad de los empleos fijos discontinuos.
Además, desde la reforma laboral, los contratados bajo esta modalidad son más jóvenes, pasando a ser mayoritario el tramo de 16 a 24 años (el 22% del stock). Este colectivo se caracteriza por tener altas tasas de inactividad y mayores tasas de ruptura de los contratos por abandono voluntario, señala el informe.
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Por todo ello, el autor considera que la caída de los contratos de muy corta duración se corresponde con un trasvase a la modalidad de fijo discontinuo y sugiere que “es posible” que muchas empresas estén pasando a contratación fija discontinua para ahorrarse costes. En concreto, la penalización a los contratos temporales vía cotizaciones sociales y la indemnización por despido en el caso de que sigan aumentando las bajas voluntarias. “Tendríamos que ver qué medidas son factibles para que aumente el tiempo trabajado”, ha pedido.