La Dirección General de Tráfico (DGT) ha emitido una advertencia clave para todos los conductores sobre un aspecto crucial de la seguridad y mantenimiento del vehículo: el modo de emergencia o de autoprotección. Este sistema es fundamental para entender cómo funciona nuestro vehículo ante posibles averías y cómo debemos actuar para preservar no solo el buen estado del mismo, sino también nuestra seguridad.
Cuando el sistema informático del vehículo detecta que algo no está funcionando correctamente, se activa un protocolo específico de autoprotección. Este protocolo se materializa en el salpicadero como un testigo luminoso de color amarillo, normalmente con la forma de un motor, alertando al conductor de que algo adverso está ocurriendo. A partir de este momento, es probable que se note una pérdida apreciable de potencia, pues el sistema limita las capacidades del vehículo para evitar daños mayores.
El origen de este mecanismo de seguridad es tecnológico. En la actualidad, la mayoría de los sistemas vehiculares, especialmente los electrónicos y aquellos cruciales para el funcionamiento del motor, están supervisados por un cerebro electrónico. Esta unidad de control es capaz de detectar cualquier anomalía, desde un fallo mecánico hasta problemas en los sistemas de cambio, especialmente si el vehículo posee un sistema automático.
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En situaciones donde el modo de emergencia se activa debido a fallos específicos en el motor, el vehículo informa al conductor mediante el cuadro de instrumentos, con la presencia del ya mencionado testigo amarillo. Sin embargo, este modo no solo abarca problemas en el motor. Si el coche empieza a perder potencia de manera repentina, este sistema reducirá su rendimiento para evitar daños mayores, permitiendo al conductor moverse a un lugar seguro o, idealmente, a un taller mecánico.
Distintas soluciones
La solución a esta situación varía. En algunos casos, podría ser tan simple como apagar y encender el vehículo, especialmente si el fallo se debe a un sobrecalentamiento. No obstante, estas son excepciones, y lo más recomendable es llevar el coche a un taller para desactivar el modo de emergencia correctamente tras identificar y solucionar la avería correspondiente.
Para actuar correctamente cuando el vehículo entre en este modo, los conductores deben seguir ciertos pasos. Primero, consultar el manual del propietario para comprender las implicaciones específicas de la activación de este modo. Es crucial revisar los sensores y componentes de manera visual, verificar el nivel de líquidos y, si es posible, intentar reiniciar el sistema electrónico desconectando la batería unos minutos. Si estas acciones no resuelven el problema, el paso siguiente y más importante es acudir a un taller mecánico cualificado para un diagnóstico profesional y reparación.
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Prevenir la activación del modo de emergencia es posible con un mantenimiento adecuado del vehículo. Esto incluye cuidar los sensores para que funcionen correctamente, mantener el sistema de refrigeración en óptimo estado para evitar el sobrecalentamiento del motor, y realizar revisiones y reparaciones de manera temprana ante el primer signo de problemas. Además, seguir el plan de mantenimiento recomendado por el fabricante es esencial, con especial atención en las revisiones periódicas y los cambios de aceite.
Entre los problemas más comunes que pueden desencadenar la señal de alerta y la pérdida de potencia se encuentran las averías en elementos críticos del motor, fallos debido al exceso de temperatura, problemas en la caja de cambios, la obstrucción del filtro de partículas diésel y fallos en otros componentes eléctricos.
En resumen, el modo de emergencia es una herramienta esencial que puede prevenir daños significativos en el vehículo mientras brinda la oportunidad de buscar una solución de manera segura. Comprender el funcionamiento de este sistema, cómo actuar ante su activación y cómo evitarlo es de suma importancia para todos los conductores, asegurando así tanto su seguridad como la de su vehículo en el largo plazo.