Itziar Prats perdió lo que más quería en el mundo en 2018. El 25 de septiembre de ese año, sus hijas Nerea y Martina, de seis y dos años, fueron asesinadas por su padre durante un régimen de visitas, quien tras el terrible crimen se suicidó. En los primeros meses, Itziar sintió que “no estaba en este mundo” sino en “una especie de limbo”, tratando de asimilar lo que había ocurrido, tratando de encajar cómo su aún marido — no dio tiempo a que se divorciaran — había sido capaz de hacer algo así solo para dañarla. Y es que así funciona la violencia vicaria, aquella que tiene como objetivo perjudicar a la mujer a través de la violencia extrema contra sus seres queridos, generalmente hijos e hijas, y que hasta hace relativamente poco estaba invisibilizada. Después de una primera etapa muy dura — y unos altibajos que siempre están ahí —, Itziar asegura que fueron su familia y amigos quienes le dieron fuerzas para salir adelante.
En lo que va de año, menos de cuatro meses, siete menores de edad han sido asesinados en España por sus padres. Se trata de la peor cifra desde que en 2013 comenzaron a recopilarse estos datos, por lo que los asesinatos de niños y niñas a manos de sus progenitores se elevan a un total de 57, un repunte de la violencia vicaria que evidencia los fallos del sistema de protección a la infancia a pesar de las leyes y medidas impulsadas en los últimos años. “Es increíble que esto siga ocurriendo, no lo puedo entender, sobre todo con toda la legislación y el conocimiento que ahora tenemos, porque España, en ese sentido, es un referente y, a pesar de ello, estamos así”, dice indignada Itziar a Infobae, que lamenta que “el patriarcado siga siendo nuestro eje educativo”. “Lo tenemos ahí metido en vena”, añade. “Son asesinatos que nos deberían doler porque son niñas y niños a los que se debería haber protegido, y creo que todas y todos somos responsables como sociedad, porque es la educación que les estamos transmitiendo”.
En el caso de Itziar, todo lo que podía fallar por parte de las instituciones públicas, falló. De nada sirvió que advirtiera de las amenazas de su expareja a las autoridades, alegando que temía por la vida de sus hijas, pues la Policía consideró que el riesgo era bajo. Tampoco que solicitara ante un juzgado medidas de protección para las menores orientadas a suspender el régimen de visitas acordado, pues el Ministerio Fiscal se opuso. Meses más tarde, Nerea y Martina fueron asesinadas.
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Los errores fueron tan evidentes que el Estado reconoció tres años después que la protección a las pequeñas había sido “insuficiente e inadecuada”. “Falló absolutamente todo. Incluso después supe que el equipo psicosocial que debería haber estado en el juzgado en ese momento estaba desmantelado, no había nadie”, cuenta con entereza al otro lado del teléfono. Es más, a Itziar le llegaron a decir que “no tenía el perfil de víctima de violencia de género” a pesar de que su expareja, explica, la había “machado” a nivel psicológico durante años. “Nunca me agredió físicamente, pero sí a otros niveles, y esa violencia también la sufren los hijos e hijas porque la ven en casa”. El problema “es que muchas veces se minimiza la violencia y crees que tu pareja simplemente ha tenido un arrebato, pero pensar así solo le resta importancia. Tenemos que responder a la violencia, rechazarla y visibilizarla, sobre todo la que ocurre dentro de la familia porque se suele esconder”, añade.
Como les ocurre a muchas víctimas de la violencia machista, la separación es uno de los momentos más peligrosos y conflictivos, y en este caso también “fue el detonante”. La expareja de Itziar nunca pensó que ella daría ese paso y cuando vio que la separación era una realidad, “sacó su parte más agresiva, que estaba ahí oculta”, relata. “Él había perdido el control sobre mí y, cuando los maltratadores pierden el control sobre sus víctimas, cuando ya no haces lo que ellos quieren, entonces hacen daño a quien más quieres”.
Han pasado cinco años y medio del terrible asesinato y para Itziar sigue siendo muy duro hablar de sus hijas, “no siente alivio”, pero contarlo también ayuda a que la gente pueda entender lo que supone la violencia vicaria, asegura, más en un momento como el actual en el que se han incrementado los asesinatos vicarios.
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Además del apoyo de su entorno, de su familia y amigos, a Itziar lo que realmente le ayudó a avanzar fue encontrarse en el camino con Isabel Gallardo, mujer con la que fundó en ese mismo 2018 ‘El latido de las mariposas’, un proyecto social y educativo que busca la igualdad y el respeto, la eliminación de la violencia de género, a través de la decoración de espacios comunes en la escuela, talleres creativos y otras iniciativas. Para ello tejen mariposas de color violeta, pues “simbolizan a todas las víctimas de violencia de género, y evidentemente a Nerea y Martina”.
Leyes que se incumplen
A pesar de los avances legislativos que se han producido en los últimos años para dar una mayor protección a los menores de edad, Itziar asegura que aún queda mucho por hacer, pues “las leyes se incumplen”.
Desde 2015, por ejemplo, España considera a los menores de edad víctimas directas de la violencia de género y en 2021 se hizo una reforma legal para que el presunto maltratador con orden de alejamiento no pueda ver a sus hijos, pero, si no está condenado, los jueces pueden decidir caso a caso. Ese resquicio legal, sostiene Itziar, “perjudica a los niños porque se les escucha poco”. “Prohibimos las visitas y las custodias de niños a los padres agresores excepto si el juez o jueza considera que es perjudicial para el niño, pero a los menores se les escucha muy poco, por no decir nada”, señala, aunque también reconoce que hay jueces, juezas y fiscales que “también hacen muy bien su trabajo, aunque por desgracia son los menos en España”.
En ese sentido, Itziar considera totalmente necesario que niños y niñas “sean escuchados por profesionales especializados y que el trabajo que se haga con ellos”, al tiempo que destaca la importancia de educar en igualdad y respeto en las aulas y que “todos los ámbitos que estén relacionados con la violencia de género cuenten con trabajadores a los que se forme de forma específica y continuada”. También hay que poner el foco en los propios agresores, añade, pues son muchos los que incumplen las órdenes de alejamiento “y no se puede permitir que no ocurra nada”.
Cinco de los siete asesinatos han ocurrido en Cataluña
De los siete asesinatos de menores por parte de sus padres en lo que va de año, cinco han ocurrido en Cataluña, por lo que el Departamento de Igualdad y Feminismos de la región creará un grupo de expertas independientes para identificar las posibles mejoras en las herramientas de detección de riesgo y protección de las mujeres, especialmente en el ámbito de la violencia vicaria.
El último crimen vicario ocurrió el 9 de abril en El Prat de Llobregat, Barcelona, donde un padre mató a su hijo e hija de 8 años, aunque también asesinó a la madre y después se suicidó. El caso anterior se produjo el 3 de abril, en Bellcaire d’Empordà (Girona), cuando un niño de 5 años fue apuñalado mortalmente por su padre, que también atacó a la madre del menor, dejándola en estado crítico. El pasado mes de enero otro hombre mató a sus dos hijos de 7 y 10 años en Barcelona.
Por otro lado, el 17 de marzo un hombre con una orden de alejamiento mató a sus hijas, de dos y cuatro años, durante un régimen de visitas, mientras que el primer asesinato vicario del año se produjo el 8 de enero, cuando una niña de siete años y un niño de diez fueron asesinados por su padre en Barcelona.
Igualdad pide medidas
Tras este repunte de crímenes, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, también ha pedido incorporar medidas contra la violencia vicaria en el Pacto de Estado. “Hay que hacer un buen diagnóstico”, ha añadido. También ha defendido la necesidad de “escuchar mucho más” a los menores en el caso de los regímenes de visita de padres denunciados por maltrato y ha calificado de “importante” la decisión del Tribunal Constitucional que avala la constitucionalidad de la ley de protección a la infancia.
“Es importante esa línea de argumentación del Tribunal Constitucional que apuntaba este miércoles en el sentido de no conceder regímenes de visita a quien esté denunciado por violencia machista porque, evidentemente, un maltratador es un mal padre y hay que proteger a las mujeres y a los menores de un machista violento que los persigue”, ha argumentado Redondo en una entrevista en RNE recogida por Europa Press.
En cuanto a la prevención de casos de violencia vicaria, la ministra ha asegurado que existe “una red muy importante que puede ayudar a detectar lo que está ocurriendo en los entornos más próximos al menor” y se ha referido a los centros escolares o las amistades. “Yo creo que son los más cercanos, muchas veces, quienes pueden levantar la voz de alarma”, ha concluido.