El Ministerio de Sanidad, junto con las comunidades autónomas, ha dado un importante paso hacia adelante en la lucha contra el ictus en España mediante la aprobación de la actualización de la Estrategia del Ictus del Sistema Nacional de Salud, cuya primera versión fue publicada en el año 2009. Esta actualización es el resultado de una colaboración entre las autoridades sanitarias, sociedades científicas y asociaciones de pacientes, con el objetivo de establecer una serie de directrices claras para mejorar la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de este grave problema de salud.
Desde su implementación inicial, se han realizado evaluaciones periódicas de la Estrategia, con la primera en 2013 y la más reciente en 2021, ambas evidenciando logros significativos en la consecución de los objetivos propuestos. Entre los avances más notables se encuentran la reducción significativa de la mortalidad por ictus a nivel nacional, el aumento de la autonomía de quienes han sobrevivido a estas afecciones y una disminución en las disparidades de los resultados de salud entre las distintas comunidades autónomas. Estos avances subrayan el compromiso continuo y el esfuerzo conjunto de todos los actores involucrados en la atención del ictus en el país.
El ictus representa un desafío considerable para la salud pública tanto en España como a nivel mundial, siendo responsable de una alta tasa de mortalidad y discapacidad entre la población. Se estima que cada año, unas 120.000 personas sufren un ictus en España, de los cuales, aproximadamente 25.000 fallecen. Además de su impacto en la mortalidad, el ictus conlleva un profundo sufrimiento para los pacientes y sus familias, afectando significativamente todas las facetas de la vida de quienes lo padecen.
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El 90% de los ictus podrían evitarse
La Estrategia actualizada destaca la prevención como un elemento clave en la lucha contra el ictus, señalando que hasta un 80-90% de los casos podrían evitarse mediante la intervención en estilos de vida y la gestión de factores de riesgo modificables. Además, pone de relieve los avances en las metodologías de diagnóstico y en los tratamientos basados en evidencias científicas que han mostrado mejorar de manera significativa el pronóstico para los pacientes que sufren esta enfermedad.
Las líneas generales de la estrategia
La atención rápida y la intervención especializada por equipos interdisciplinarios son esenciales para garantizar los mejores resultados posibles para los pacientes con ictus. Esto, junto con una adecuada organización asistencial y asignación de recursos, permite una implementación efectiva de los tratamientos de neurorrehabilitación y el soporte en el proceso de recuperación, clave para minimizar la discapacidad funcional y mejorar la calidad de vida post-ictus.
En línea con las directrices internacionales, como las de la Organización Mundial de la Salud y el Plan de Acción Europeo para el Ictus 2018-2030, la Estrategia adopta un enfoque integral e interdisciplinario en el manejo de la enfermedad cerebrovascular, enfocándose en la atención centrada en el paciente. Esta perspectiva abarca la importancia de la equidad, la sostenibilidad, el respeto a los derechos humanos y la bioética como pilares fundamentales del abordaje de esta enfermedad, además de fomentar la participación activa de los pacientes y sus familiares en la toma de decisiones, el autocuidado y el apoyo a lo largo de todas las fases de la enfermedad.
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La Estrategia se centra la necesidad de una coordinación efectiva entre los numerosos profesionales de la salud implicados en la atención del ictus y la importancia de asegurar una continuidad en el cuidado. Con esto en mente, se pretende no solo enfrentar la complejidad del manejo del ictus sino también mejorar sustancialmente los resultados a largo plazo para los pacientes, contribuyendo a una reducción de la carga que esta enfermedad supone para la sociedad.