Todavía no ha cumplido 40 años y es uno de los escritores más vendidos dentro del panorama literario europeo. Debutó con La verdad sobre el caso Harry Quebert, que se publicó en nuestro país en 2012, cuando tenía 26 años. Lo suyo fue un éxito inmediato que se ha ido perpetuando en el tiempo gracias a su talento para configurar tramas adictivas e historias en las que se mezcla el misterio con algunos de los problemas inherentes de nuestro tiempo.
Dice que no tomó conciencia de esa fama en el momento en el que todo eclosionó y que, quizás eso le sirvió para protegerse un poco a sí mismo. “En todo caso, a medida que pasa el tiempo, empiezo a entender mejor lo que estoy haciendo, tengo más confianza y comienzo a saber lo que funciona y lo que no e identificarlo para corregirlo mejor”, cuenta el autor en la sede de Random House a Infobae España. “Mis novelas son una especie de alquimia entre la intriga y los personajes y todos esos elementos deben de funcionar a modo de maquinaria perfecta, como un reloj. Así que mi misión es encontrar la pieza adecuada para que todo encaje”.
Un robo y una familia “perfecta”
Ha venido a nuestro país a promocionar su última novela, Un animal salvaje (Alfaguara), que comienza con el robo a una joyería y en la que, a modo de ‘flashback’, iremos conociendo a una serie de personajes que viven en una zona elitista de Ginebra.
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Por un lado, está el matrimonio Braun, formado por Sophie, abogada, y por Arpad, banquero, que viven en una casa de cristal en medio de la naturaleza y que simbolizan el éxito a todos los niveles, tanto como pareja y familia como a nivel social y económico. Por otro lado, Greg, policía antidisturbios y su esposa Karine, dependienta de una tienda de ropa, que desearían tener aquello que tienen sus vecinos “perfectos”.
Este es el punto de partido sobre el que se vertebra una novela que nos acerca a los secretos ocultos de cada uno de los personajes y que compone toda una serie de vericuetos apasionantes en torno a la identidad.
En Un animal salvaje todos los protagonistas, de una u otra manera, aunque hayan supuestamente triunfado en la vida, se encuentran insatisfechos. ¿Es un mal endémico de nuestro tiempo?
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“No sé cómo sería todo hace 100 años, pero como observador del presente creo que sí, que siempre nos estamos fijando en el otro, sobre todo porque las redes sociales propician que se nos muestre su mejor versión. Por eso, siempre está ahí el fantasma de la perfección y nos enganchamos a un sueño irreal a través de un panorama tal idílico como falso”, apunta Dicker durante la charla.
‘La ventana indiscreta’ y la cultura del ‘postureo’
También encontramos personajes que miran, que observan al acecho, como si se tratara de una versión moderna de La ventana indiscreta. ¿Una forma de hablar de cómo la intimidad se encuentra supeditada a esa exhibición pública que tiene que ver con la cultura de las apariencias?
Dicker coincide: “En efecto, estamos constantemente supeditados a las apariencias. Ahora no sacamos fotos para ponerlas en un álbum, sino para colgarlas en Instagram, y si puede ser con filtros, mejor, para modificar la realidad. Todo es un poco más falso y, en consecuencias, nuestras vidas, un poco también, hasta el punto de que a veces, me da la sensación de que nos olvidamos de nosotros mismos”.
Joël Dicker es un firme defensor de la literatura como forma de cambiar el mundo y cree que la única manera en la que podemos acercar los libros a la gente es devolviéndoles la capacidad de soñar, de imaginar. “Hemos convencido a la población que hay que hacer deporte para estar sanos y, de la misma manera, debería pasar lo mismo con el tiempo de lectura. Pero para ello, hay que estimular, hay que generar curiosidad”.
‘Bestsellers’ para crear una comunidad lectora
Puede que Joël Dicker se pueda considerar como un autor de ‘bestsellers’, pero él precisamente reivindica esa capacidad de enganchar a los lectores, ya sean de cualquier procedencia, generación o signo ideológico como forma de crear comunidad. “Es lo que pasa con el fútbol, todos se unen por un bien común sin importar las diferencias”, defiende.
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A pesar de que sus novelas son tremendamente visuales (en el caso de Un animal salvaje todavía más) lo cierto es que por el momento no ha habido mucha suerte con las adaptaciones de sus textos. Tan solo se ha hecho una miniserie de La verdad sobre el caso Harry Quebert, dirigida por Jean-Jacques Annaud.
“Es curioso, porque siempre me dicen que mis obras resultan muy cinematográficas y siempre recibo propuestas, pero a la hora de ponerlas en marcha surgen problemas y yo creo que sé por qué, porque no son tan fáciles de adaptar como parecen y, eso en el fondo me complace, porque en un mundo en el que las plataformas de streaming están deseosas de contenido, si no hacen algo con mis novelas será por algo, porque todavía la experiencia de la lectura resulta más potente que la audiovisual”.