Aunque parezca mentira, a los grandes directores cada vez les resulta más complicado sacar adelante sus proyectos. Si no que se lo pregunten a David Fincher, Martin Scorsese o Ridley Scott, directores de sobra consagrados que en los últimos años han tenido que acudir desesperadamente a las plataformas para poder acometer sus proyectos. No todos pueden ser como Denis Villeneuve o Christopher Nolan, quizá los dos únicos en este momento que pueden mantener cierta independencia y libertad creativa dando igual el estudio para el que trabajen. El éxito de Oppenheimer, una película completamente original y desligada de cualquier saga, debería haber servido a los estudios como ejemplo de que a veces se puede aportar por un proyecto así. Pero no ha sido así.
El caso de Megalópolis y Francis Ford Coppola es perfecto para demostrar lo contrario, que los estudios aun siguen escépticos con aceptar determinados proyectos, y más si estos no están asociados a ninguna saga previa. El nombre de Coppola, autor de películas como La conversación, Drácula o la trilogía de El padrino, debería ser más que suficiente para suscitar el interés de varias productoras, pero no ha sido el caso con su última película. Tal y como informan distintos medios desde Estados Unidos, el director estaría encontrando serios problemas para encontrar un estudio que quiera distribuir Megalópolis. ¿La razón? Que es una película demasiado experimental, confusa y prácticamente imposible de vender.
“Simplemente no hay forma de vender esta película”, ““Todo el mundo anima a Francis y siente nostalgia, pero luego está el aspecto comercial de las cosas”, comentan algunas de las fuentes anónimas que rodean el caso. Por su parte, Coppola se debate en torno a la participación de Megalópolis en algún festival, mientras se especula con la posibilidad de que vaya al Festival de Venecia o incluso que llegue a tiempo para el de Cannes, que anuncia su programación este mismo jueves. Pero el cineasta es claro: si no hay un plan de distribución establecido, la película no se proyectará en ningún lado.
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Un proyecto soñado desde hace tiempo
Lo cierto es que Megalópolis no es una película cualquiera para Coppola. El director de El padrino lleva más de cuatro décadas con la película en la cabeza, y tras años de rechazos decidió financiarla por sí mismo, aunque por ello tuviera que vender buena parte de sus propiedades con tal de sacar dinero de cualquier parte, hasta llegar a los 100 millones de presupuesto. El propio director admitió que hay obras de su filmografía como Jack, Legítima defensa o incluso la mismísima Drácula que las hizo para pdoer financiar Megalópolis. Tras muchos años recaudando dinero, Coppola encontró en Adam Driver, Aubrey Plaza y Giancarlo Esposito a sus protagonistas.
Megalópolis cuenta la historia de una mujer (Plaza) que vive en una ciudad futurista destrozada por un desastre natural y que se debate entre dos posiciones contrapuestas con respecto a qué hacer con esa Megalópolis: la de un arquitecto idealista (Driver) y la de su padre, el alcalde de la ciudad (Giancarlo Esposito), contrario a las reformas del arquitecto. Con más de dos horas y media de duración, quien ya ha podido ver el filme en algún pase exclusivo la describe como un extraño “experimento indie”. Otros tantos coinciden en señalar lo ambicioso del proyecyo pero también la naturaleza confusa de este, hasta el punto de no saber “quién es el bueno y quién el malo”. Habrá que esperar a ver qué sucede finalmente con Megalópolis y si Coppola encuentra el dinero que le falta para distribuir y anunciar la película, aunque todo apunta a que un proyecto que nació maldito está condenado a seguir siéndolo una vez estrenado.