El momento en que una pensión de incapacidad permanente pasa a ser vitalicia y no implica revisiones periódicas sucede cuando el beneficiario llega a la edad legal de jubilación. Esta transición implica una serie de consideraciones y cambios en la condición de la pensión que es fundamental entender para aquellos que viven esta situación.
La pensión por incapacidad permanente se concede a aquellos trabajadores que, tras un proceso evaluativo a cargo del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) y del Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI) o Tribunal Médico, se consideran no aptos para continuar en su puesto de trabajo o en cualquier otro debido a limitaciones físicas o psíquicas. Este reconocimiento no es inmutable, dado que la ley establece que debe haber una fecha para la revisión de la incapacidad, usualmente a los dos años de haber sido reconocida.
Revisión de la pensión
Es importante destacar que todas las categorías de incapacidad son susceptibles de revisión, desde las parciales hasta las de Gran Invalidez. Solo en casos excepcionales, como enfermedades crónicas con pronósticos de no mejora o situaciones como trasplantes, es posible que el INSS decida no realizar las revisiones habituales después del período inicial establecido.
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Una vez que el beneficiario alcanza la edad de jubilación ordinaria, la pensión por incapacidad se convierte en una pensión de jubilación. En este punto crucial, la pensión deja de estar sujeta a las revisiones periódicas que se realizaban para corroborar el estado de salud del pensionista. La decisión de cambiar a la pensión de jubilación viene acompañada de ciertas decisiones estratégicas que el beneficiario debe hacer, basadas en el grado de incapacidad y los años cotizados.
Aunque la ley generalmente no permite la compatibilidad de una pensión por incapacidad permanente con una pensión de jubilación dentro del mismo régimen de la Seguridad Social, el beneficiario debe evaluar cuál opción le resulta más favorable económicamente. Este es un proceso complejo donde la asesoría de abogados especializados en incapacidad permanente puede ser crucial para optimizar los beneficios a largo plazo.
Uno de los aspectos más relevantes a considerar es el cambio de concepto en los ingresos mensuales que supone la transición de una pensión por incapacidad a una de jubilación. Esta decisión no debe tomarse a la ligera, ya que afectará directamente al bienestar económico del individuo durante su jubilación.
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El tránsito de una pensión de incapacidad permanente a una pensión de jubilación marca un momento decisivo para el beneficiario, ya que significa el fin de las revisiones y el inicio de una nueva etapa como pensionista de jubilación. La asesoría legal especializada se presenta como un recurso invaluable para navegar estas aguas, asegurando que se tomen las decisiones más beneficiosas basadas en el grado de incapacidad y los años de cotización.