El empleo juvenil sigue siendo una asignatura pendiente en España, ya que apenas el 24% de las personas de entre 15 y 24 años tiene trabajo, casi ocho puntos menos que la media de la UE y la mitad que en países del norte de Europa como Alemania, según recoge el último número de Cuadernos de Información Económica publicado por Funcas.
El problema del desempleo juvenil es junto al elevado paro de larga duración el “principal desafío del mercado laboral español” y evidencia la “persistencia de un importante paro estructural” señalan Raymond Torres y Mª Jesús Fernández, autores del informe.
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Argumentan que la dificultad para entrar en el mercado laboral durante la crisis financiera ha complicado especialmente las posibilidades de los jóvenes. Y es que, a pesar de que el porcentaje de jóvenes con formación universitaria es mayor que la media de la eurozona, 43,7% frente a 36,9%, muchos de ellos no encuentran un empleo adaptado a su formación, generando un fenómeno de sobrecualificación.
Marina Asensio y Javier Serrano recuerdan que, en poco más de 15 años, los jóvenes españoles han sufrido el impacto de dos crisis económicas, lo que ha afectado a su bienestar presente y a sus expectativas de futuro.
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Explican que en 2022 más de un tercio (35,7%) de las personas de entre 20 y 34 años vivía en áreas de los cinco municipios más poblados de España, 2,5 puntos porcentuales más que en 2012. Solo las dos grandes urbes españolas, Madrid y Barcelona, acogen al 27,1% de los jóvenes españoles. No obstante, en estas ciudades los jóvenes deben hacer frente a un mayor encarecimiento de la vivienda, lo que compromete sus tasas de ahorro y dificulta el acceso a la vivienda en propiedad reduciendo su riqueza.
Los parados de larga duración duplican en España a los de la UE
Otro de los lastres que sufre España es el desempleo de larga duración sufrido por personas que buscan activamente empleo desde hace más de un año y que representan más del 4% de la población activa en España, el doble que en la media europea.
Esta estadística revela dos dificultades, a juicio de los expertos. La primera es la escasez de recursos humanos en los servicios públicos de empleo que atienden a los parados y la segunda, el bajo nivel de formación de parte de la población activa. Casi la tercera parte de los activos en España tienen un nivel de formación inferior a la secundaria completa, frente a una media del 20% en la eurozona, o del 17% en la UE. Todo ello incide negativamente en la empleabilidad.
Cambio “saludable” en el empleo
A pesar del desempleo juvenil y del paro de larga duración, Raymond Torres y Mª Jesús Fernández reconocen que el funcionamiento del mercado laboral ha evolucionado acercándose a los estándares europeos, por lo que el empleo es “menos procíclico”, lo que “ayuda a evitar subidas excesivas del paro en fases recesivas”.
Indican que las reformas y la transformación demográfica podrían explicar este “cambio saludable de comportamiento”. No obstante, advierten de que “queda mucho camino por recorrer para mejorar el rendimiento del mercado laboral”.
Otra evolución positiva del mercado laboral en España radica en que las cifras de contratos firmados y de bajas de afiliación mensuales apuntan hacia “una reducción en términos netos en la rotación de trabajadores”. Así, el número de contratos indefinidos firmados al año por cada 100 afiliados indefinidos se ha incrementado desde 23 en 2019 a 52 en 2023, mientras que el número de bajas de afiliados indefinidos al mes ha pasado de 1,4 por cada 1.000 a 3,1.