El tema de las herencias siempre ha planteado complejidades legales y emocionales entre los implicados. Sin embargo, cuando se añade la figura del Legado esa complejidad aumenta aun más. Para esclarecer estas cuestiones, es preciso saber cómo gestionar adecuadamente sus voluntades y los bienes a dejar en herencia, teniendo en cuenta posibles donaciones en vida y la forma de dividir el patrimonio restante.
Un Legado se refiere a esa porción del patrimonio hereditario que el testador, a título particular, designa a una persona denominada legatario. A diferencia de los herederos, que reciben una porción del patrimonio a título universal, los legatarios son beneficiarios de bienes o derechos específicos señalados en el testamento. Esto puede incluir desde un objeto en particular, derechos de crédito contra terceros, hasta la exención de deudas.
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La distinción entre heredero y legatario es fundamental para entender las responsabilidades y beneficios de cada uno. Mientras el heredero asume tanto los derechos como las obligaciones del fallecido, pudiendo limitar su responsabilidad a través de la aceptación de herencia a beneficio de inventario, el legatario solo adquiere un bien o derecho específico sin tener que responder por las deudas del causante, salvo que el testador indique lo contrario.
Una excepción
No obstante, en situaciones donde la herencia se compone únicamente de legados, el legatario podría asumir las deudas heredadas pero solo hasta el valor del legado recibido. Esta limitación protege al legatario de responsabilidades no contempladas explícitamente en su beneficio. Además de estas figuras, existe el prelegado, que une las características de heredero y legatario. Es decir, una persona que además de su porción hereditaria universal, recibe bienes específicos bajo la categoría de legado. Esta figura permite una mayor flexibilidad en la distribución del patrimonio.
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Según el Código Civil, una persona que se encuentre en la posición de ser tanto heredero como legatario tiene la opción de aceptar una figura y renunciar a la otra. Eso sí, si se enfrenta a la decisión sobre dos legados distintos, la aceptación o renuncia deberá ser total si uno es oneroso y el otro gratuito; pero podrá decidir sobre cada uno si ambos poseen el mismo carácter.
La decisión de rechazar una herencia o un legado puede estar motivada por diversas razones, tales como el estado del bien legado, preferencias personales sobre el objeto en cuestión, o el deseo de evitar conflictos de copropiedad con otros beneficiarios. Además, las implicaciones fiscales y el potencial de heredar deudas mayores al valor del bien son consideraciones importantes.
Tanto la herencia como el legado poseen una regulación detallada que busca respetar la voluntad del testador a la vez que protege los intereses de los beneficiarios. La capacidad de renunciar a uno y aceptar el otro ofrece flexibilidad, pero requiere una comprensión clara de sus implicaciones legales y financieras. Los especialistas en herencias desempeñan un papel crucial en este proceso, asegurando que la transmisión patrimonial se realice según la voluntad del fallecido y dentro del marco legal.