Durante la etapa de promoción de la reciente Dune 2, su director Denis Villeneuve afirmaba que cuatro de sus protagonistas más jóvenes, Zendaya, Timothée Chalamet, Austin Butler y Florence Pugh, se convertirían en el “nuevo poder de Hollywood”. O, lo que es lo mismo, que representaban, desde ya, a una nueva generación dispuesta a tomar las riendas del nuevo ‘star-system’.
En parte, no se equivoca. Por el momento, todo lo que ha tocado cada uno de ellos se ha convertido en un fenómeno. La escalada de Zendaya dentro de la industria ha sido apoteósica desde que participó en Spider-Man: Homecoming, a la que le seguiría El gran Showman y, sobre todo, su papel en la serie Euphoria. Cada aparición de la artista en una alfombra roja se convierte en un auténtico acontecimiento y, después de las dos partes de Dune, está a punto de estrenar Rivales, de Luca Guadagnino, precisamente el director que descubrió a Timothée Chalamet en Call Me by Your Name.
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El actor, de 28 años, se ha convertido en uno de los rostros jóvenes mejor pagados en la actualidad, sobre todo después de su participación en Wonka, una de las películas más taquilleras de las pasadas Navidades. Volvió a trabajar con Guaganino en la turbadora Hasta los huesos y ha participado en dos de los proyectos de Greta Gerwig antes de Barbie, Lady Bird y Mujercitas, donde coincidió con Florence Pugh, otro valor en alza después de su descubrimiento en Lady Macbeth.
Todas las decisiones que ha ido tomando esta actriz británica, también de 28 años, hasta el momento, han sido acertadas: de la película de terror de culto Midsommar, de Ari Aster (nuevo tótem del cine de terror después de Hereditary) a su participación breve, pero lustrosa, en Viuda Negra hasta todo el revuelo que causó durante su promoción de No te preocupes, querida, junto a Harry Styles. Todo eso, se coronó con Oppenheimer, en la que interpretaba a la amante del inventor de la bomba atómica y que se ha convertido en la película de los Oscar de este año.
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Mientras que Chalamet se encuentra en estos momentos rodando un biopic sobre Bob Dylan, su compañero de reparto en Dune 2, Austin Butler, logró una nominación al Oscar por encarnar a Elvis Presley en el Elvis, de Baz Luhrmann, un trabajo tan meticuloso que casi parecía una reencarnación. ¿Sus próximos proyectos? Con Darren Aronofsky y... con Ari Aster.
Generaciones de actores que se complementan
En efecto, todos, de alguna manera, se encuentran interrelacionados, y es una característica que se remonta al clásico ‘Rat Pack’ (Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr., etc) de los años cincuenta que se encargó de configurar una escena en la que todos brillaban y, al mismo tiempo se fundían y confundían.
De alguna forma, ese sistema se ha ido perpetuando a lo largo del tiempo en Hollywood, que tiende a hacer ‘paquetes’ con sus nuevos ídolos. En los ochenta fue el ‘Brad Pack’, una nueva camada surgida de las nuevas comedias adolescentes y a la que pertenecieron nombres como Emilio Estévez, Rob Lowe, Andrew McCarthy, Molly Ringwald, Ally Sheedy o Demi Moore.
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A su lado, también surgieron los ‘jóvenes rebeldes’ a partir de la película de Francis Ford Coppola: Tom Cruise, Matt Dillon o Patrick Swayze. En esa época, pertenecer a esos grupos, a esas ‘etiquetas’ significaba convertirse en figuras ‘outsiders’ dentro de la industria. El tiempo no les daría la razón y, la mayoría de ellos se integraría en los parámetros convencionales. Otros, se perderían por el camino.
En los noventa llegaron los ‘indies’ gracias a directores que comenzaban a hacer películas de una forma diferente, como Gus van Sant, representante del ‘queer cinema’ o Tim Burton. De ahí surgieron Johnny Depp, Winona Ryder, Keanu Reeves y el malogrado River Phoenix, el hermano de Joaquin Phoenix.
Cada cambio de ciclo ha conllevado un recambio generacional. En los 2000, Brad Pitt, Angelina Jolie, Gwynneth Paltrow, Mark Walhberg. Ellos eran iconos en el cine, pero también imagen de las campañas publicitarias más importantes de la época, poseedores de la esencia de su tiempo hasta el punto de que, cuando se rememoran esos años, se recrean los looks y las actitudes que se tenían en aquel momento como un símbolo de estilo.
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No se sabe si Zendaya, Timothée Chalamet, Florence Pugh y Austin Butler conseguirán perpetuar su aura a lo largo de los años según los designios de unos ciclos de construcción y destrucción que no dejan de ser de lo más perniciosos. Por el momento, se encuentran en la cúspide.
Les toca demostrar, a lo largo de las siguientes décadas, si pueden erigirse en modelos representativos, como ahora lo son figuras de generaciones anteriores que han conseguido rebasar el estatus de ‘jóvenes promesas’ para convertirse en pilares fundamentales de la industria de Hollywood.