Los vecinos de la A-5, “indignados y cabreados” por los recortes en el soterramiento de la Carretera de Extremadura: “Nos sentimos engañados”

Tras cinco años a la espera del inicio del soterramiento de la A-5, el proyecto licitado se acorta unos 700 metros respecto a lo prometido en 2022, lo que ha provocado protestas en los barrios de La Latina

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Viviendas frente a la A-5
Viviendas frente a la A-5 cuelgan carteles que piden soterrar la carretera hasta la Avenida de los Poblados (Infobae España)

Los vecinos de Aluche, Campamento, Batán, Las Águilas, Casa de Campo y Lucero llevan desde 2019 escuchando las promesas sobre un nuevo Paseo Verde del Sureste. El proyecto que presentó el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, durante la campaña electoral sustituía los seis carriles de la autovía A-5 por un espacio libre de humos y ruidos. Cinco años después, parece que el proyecto avanza, pero no es tan bonito como antes: le faltan unos 700 metros para completar lo propuesto a los ciudadanos. Los 3,8 kilómetros de soterramiento han disminuido ahora a los 3,2 kilómetros y dejará las viviendas de la Avenida de los Poblados (Campamento) fuera de los planes. “Los vecinos estamos indignados y cabreados. Nos sentimos engañados”, dice a Infobae España Andrés Piñero, presidente de la Asociación de Vecinos de Campamento.

Él y otros muchos ciudadanos salieron hace unos días a cortar la carretera en señal de protesta. Su mensaje es claro y esperan que el Consistorio escuche: soterrar la A-5 pasada la Avenida Poblados. Las asociaciones han recogido firmas y planean continuar con las movilizaciones en los próximos meses hasta conseguir que se vuelva al proyecto original.

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Desde 1968, los barrios de Lucero, Aluche y Las Águilas han estado separados de los de Campamento y Casa de Campo por la carretera de Extremadura. Una barrera de asfalto, polvo y ruido por la que pasan alrededor de 80.000 vehículos al día, según cálculos del Ayuntamiento de Madrid. Para Piñero, la A-5 representa “la ruptura entre un barrio y otro” que sufren desde el siglo pasado. “Es una brecha importante con la que llevo viviendo desde niño”.

Imagen del Paseo de Extremadura
Imagen del Paseo de Extremadura actual, frente a los modelos del Paseo Verde del Suroeste (Ayuntamiento de Madrid)

El 1 de febrero, el Ayuntamiento aprobó las obras de soterramiento de la A-5: más de 400 millones de euros para acometer las obras y la urbanización de la superficie del nuevo túnel, desde la avenida de Portugal hasta el entorno de la avenida del Padre Piquer. Según lo anunciado por el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, los trabajos comenzarán este mismo año y se realizarán en dos fases, para dar a una tercera de urbanización de la superficie. Unas obras que durarán al menos dos años. “Nos dijeron que el proyecto salía así y que era porque si querían llegar a la avenida Poblados tenían que hacer una modificación del planteamiento y empezar dos años más tarde”, explica Piñera. Es una razón que le cuesta creer “porque llevan años con este proyecto”.

“Supone dejar en obras al 70% de las viviendas que están a pie de carretera otros cuatro o cinco años, más luego el arranque de la misma obra, en vez de hacer el trazado de una vez”, denuncia desde la Asociación de Vecinos de Aluche Enrique Serrano.

La vicealcaldesa de Madrid y portavoz del Gobierno municipal, Inma Sanz, aseguró que el soterramiento de la A-5 hasta avenida de los Poblados irá en una segunda fase vinculada a la Operación Campamento (plan de construcción de viviendas) e impulsada por el Gobierno central. “En esta primera fase, que ya está licitada de la A-5, llegaba hasta ese tramo y, por supuesto, esa segunda parte está asociada a la Operación Campamento y se va a ejecutar”, defendió. Pero las conversaciones entre las asociaciones y el Ministerio no les han dejado las cosas tan claras a los vecinos, pues los planes del Gobierno central comenzarían pasada la Avenida de los Poblados.

Vivir al borde del asfalto

Una joven camina por el
Una joven camina por el Paseo de Extremadura mientras los coches circulan por la A-5 (Infobae España)

Julia y Mercedes suelen tomar juntas el aperitivo frente al Paseo de Extremadura. Llevan tanto tiempo en el barrio que se han acostumbrado a los ruidos y el polvo que deja el paso de los coches. Julia es la más veterana de las dos: llegó a Campamento hace ya seis décadas. “Mis padres se vinieron a vivir aquí y yo nunca me he ido”, clama con orgullo. Aunque el tiempo ha hecho callo, tampoco parecen contentas con el proyecto del alcalde, que deja a las dos vecinas “a las puertas” del Paseo Verde del Suroeste. “Por 700 metros, no les supone mucho más”, opina Mercedes.

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Ambas quieren ser capaces de cruzar un parque cada vez que visitan Aluche, tal y como les prometieron en 2019, y no los pasos subterráneos que han recorrido toda la vida, obligadas y con miedo, para acudir a sus trabajos (Julia a las siete de la mañana, Mercedes a las diez de la noche). “Yo trabajaba los sábados y domingos y no pasaba nadie, estaban todas las luces fundidas, pero por narices tenías que pasar, no te quedaba otra”, explica Julia. “No es lo mismo pasar por abajo que pasar por encima. Yo, por lo menos, me sentiría más segura”, comenta Mercedes.

Lo piden también por sus familias, que no vienen tanto de visita para alejarse de la carretera. El sobrino de Mercedes, por ejemplo, ha dejado de ir a los bares de Aluche desde que ha sido padre, aunque le guste la comida, pues no quiere dejar que su hija de dos años juegue cerca de las vías. Lo cierto es que el Paseo de Extremadura no es una calle para pasear. “La cruzamos, pero no caminamos por ella, porque es superdesagradable, porque hay un ruido infernal, hay mucha contaminación...”, explica Piñero.

Concentración de humos a las puertas del túnel: “Por algún sitio tienen que salir”

Un grafiti en la Biblioteca
Un grafiti en la Biblioteca Pública Ángel González. A su altura, se abrirá el túnel del soterramiento de la A-5 (Infobae España)

Pero los ciudadanos conocen que el soterramiento tendrá sus desventajas para el barrio, especialmente si se corta a la altura de la calle Illescas, como pretende el Ejecutivo madrileño. En un primer momento, el túnel se abriría en la antigua zona de cuarteles de Campamento, donde no existen viviendas. Ahora, la boca se abrirá en el número 308 del paseo de Extremadura, frente a la biblioteca pública Ángel González. “Todos los humos nos los vamos a tragar ahora, por algún sitio tienen que salir”, comenta Mercedes.

En esos bloques de edificios vive ahora Rocío, que se ha mudado recientemente en busca de precios de alquiler más asequibles. Intenta no ventilar demasiado, para evitar que entre el polvo que deja la A-5. “Mis ventanas son bastante insonorizadas, así que de momento lo llevo bien. Veremos en verano cuando haya que abrirlas”, dice la nueva vecina. Sabe que para ella, los problemas continuarán a largo plazo, aun cuando las obras terminen: “La entrada al soterramiento estará llena de ruido, de frenazos, de pitidos, de tráfico...”.

Es algo que los expertos señalan desde hace tiempo: el proyecto de soterramiento aumentará el tráfico de la zona al añadir más carriles (tres por sentido bajo suelo y uno por la superficie). También afecta a la Carretera de Boadilla, por la que se espera que se incrementen las retenciones, según los estudios de movilidad realizados por el Ayuntamiento. A su vez, se eliminan varias paradas de autobuses interurbanos, que conectan ahora estos barrios con el sur de la comunidad y el centro de Madrid, por lo que se dificulta el acceso al transporte público. Al menos, Rocío intenta verle el lado positivo: “Nadie va a querer vivir en mi casa, así que a lo mejor no me suben el precio que estoy pagando”.

Las asociaciones quieren, explica Serrano, acabar con la partición que presenta la A-5, pero también “que no sea un barrio de contaminación”. Por el momento, se centran en su objetivo principal, “que no se cree lo que tenemos ahora, que es una zona partida para ambos barrios” y esperan que el Ayuntamiento actúe para mejorar las consecuencias negativas que vengan después.

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