Los creadores de Juego de Tronos, después del éxito descomunal que constituyó la serie para HBO Max (en breve solo Max) no se lo han puesto fácil en su siguiente proyecto de ficción. En efecto, aquel salto al vacío que supuso la adaptación de las novelas de fantasía épica de George R.R. Martin constituyó una operación arriesgada, ya que en aquel momento, se trataba de un género poco transitado (y muy costoso a nivel de producción) dentro de las plataformas de streaming. Ellos consiguieron convertirlo en un suceso televisivo y, a partir de ese momento, crearon un auténtico fenómeno popular que generó toda una corriente expresiva y estética.
Ahora, vuelven a repetir una operación similar (en Netflix), casi suicida, al embarcarse, de nuevo, en otra adaptación, la de la novela (en realidad trilogía) del escritor chino de culto Liu Cixin, inscrito dentro de la ciencia ficción pura y dura.
Te puede interesar: De qué va el libro en el que se basa ‘El problema de los tres cuerpos’, la nueva serie de ciencia ficción de Netflix
En realidad, se trata de un procedimiento análogo, o lo que es lo mismo, crear un nuevo universo con sus propias reglas. ¿El problema? Que el material de partida (en principio) no resulta demasiado accesible al espectador dada la cantidad de teorías científicas y la maraña conceptual sobre la que se sustenta.
Los grandes aciertos de ‘El problema de los 3 cuerpos’
Lo que hacen David Benioff y D.B Weiss, esta vez junto a Alexander Woo, es hacer fácil lo difícil, y no precisamente sometiéndose a las leyes del algoritmo, sino dándoles la vuelta. Es decir, generando expectación, incógnitas y sembrando incertidumbres. Dándole tiempo a los planteamientos que manejan sin apresurarse, sin dar en el primer capítulo todas las claves, sino dejando en suspenso todo su significado para ir desarrollándolo poco a poco.
Te puede interesar: Quién es quién en ‘El problema de los 3 cuerpos’: guía de personajes de la nueva serie de Netflix
De nuevo, encontramos una coreografía coral. De nuevo, cada personaje se encuentra perfectamente definido sin caer en el cliché. De nuevo, encontramos un reparto repleto de rostros poco obvios que se encuentran perfectamente orquestados a través de toda una red de tramas paralelas que mantienen en vilo. Y es que uno de sus secretos (si no se ha leído la novela original) es que nunca sabes qué va a pasar en cada momento. Y eso, en los tiempos que corren, es un auténtico milagro.
Por eso, El problema de los 3 cuerpos, consigue mantener el interés en todo momento. Puede que en algunos capítulos intermedios decaiga un poco el ritmo, pero la cantidad de ideas y de vericuetos que plantea, resultan una auténtica delicia, a veces por locas e insospechadas.
Muchas tramas, reparto coral y muchas dosis de suspense cósmico
Es una serie que comienza con la Revolución Cultural en China, que nos traslada a una realidad en la que toda una generación de científicos comienzan a suicidarse en extrañas condiciones. Hay una corporación misteriosa, hay detectives que investigan el caso, personajes que ven una cuenta atrás para seguir el camino de sus compañeros muertos, juegos de realidad virtual en los que hay que salvar al mundo del apocalipsis, una secta extraña y, seres de otra galaxia que vienen a invadirnos.
Te puede interesar: El Top de las mejores series de Netflix en España
Alrededor de todo eso hay un sinfín de teoremas sobre los que se sustenta todo este engranaje pero, tranquilidad, no hay que ser un experto en física o mecánica cuántica para entenderlo, aunque inevitablemente mientras se ve, uno busque qué es la Paradoja de Fermi u otros conceptos que aparecen.
El problema de los 3 cuerpos es una serie que se ve con avidez, incluso nerviosismo, y que plantea toda una serie de cuestiones trascendentales para el ser humano más allá de si existe vida extraterrestre o no. Por eso, las inseguridades de carácter más emocional de los personajes, son lo que de verdad importa. Y no es algo que se encuentre metido con calzador, sino que conecta a la perfección con el momento de desconcierto existencial en el que vivimos.