Las carreritas forman parte de la historia de la Semana Santa sevillana. La ingente afluencia de público en las calles de la capital hispalense cada noche del Jueves al Viernes Santo pone en jaque la seguridad de cofrades y espectadores. Este 2024 se cumplen siete años del último episodio negro de la Madrugá, las avalanchas ocurridas en 2017 que se saldaron con un centenar de heridos.
Ocho personas fueron detenidas horas después de los altercados, que provocaron una bola de nieve de pánico en las calles mientras hermandades como el Gran Poder o la Esperanza Macarena realizaban su estación de penitencia. Sin embargo, el procedimiento judicial acabó dirigiéndose contra un total de diez personas investigadas en las dos piezas separadas en las que se dividió la causa, dirigida por el Juzgado de Instrucción número 5 de Sevilla.
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Siete años después, todavía no se ha celebrado ningún juicio por estos altercados. El pasado mes de noviembre, el fiscal del caso dictó su segundo escrito de calificaciones provisionales, en el que pide tres años de cárcel por un delito de desórdenes públicos para tres de los presuntos causantes de los incidentes de la Madrugá de 2017. En su primer escrito, que data de finales de 2020, solicitó dos años y medio de cárcel para cinco investigados y un año para los dos restantes. Además, pidió la absolución de cuatro mujeres al entender que no tuvieron participación en los incidentes.
Una pelea no fue el origen de las avalanchas
Una de las hipótesis en la investigación era que una pelea protagonizada por un grupo de jóvenes en la calle Arfe provocó sobre las 04:10 horas los primeros altercados, que causaron estampidas entre los cofrades del Gran Poder y los espectadores que salían a su paso. Finalmente, el fiscal descartó que los jóvenes “tuvieran intención alguna directa o indirecta de alterar el orden de la cofradía del Gran Poder o provocar huidas del lugar de forma descontrolada que pudieran afectar a la integridad física de personas o bienes”.
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Por el contrario, sí acusa a tres imputados -para los que pide tres años de cárcel- de provocar otros altercados apenas diez minutos más tarde en la calle Alfonso XII. Según detalla el fiscal en su escrito, “golpearon con cuatro palos metálicos elementos del mobiliario urbano, bolardos, con una actitud claramente provocadora y desafiante de tal forma que produjeron un considerable miedo entre las personas que circulaban por la calle y que se tenían que apartar inmediatamente de su camino”.
Gritos de “Alá es Grande” y “Gora ETA”
Esos mismos tres investigados siguieron su marcha hasta el cruce con la calle Marqués de Paradas, todo mientras varios ciudadanos daban los primeros avisos al 112 y la Policía Local de Sevilla. Los agentes, refleja el fiscal en su escrito, vieron a los agitadores “portando los palos mencionados y en alto, haciendo círculos, corriendo hacia la cercana calle de Julio César, donde se dirigieron a las personas que allí se encontraban mientras gritaban ‘Corred hijos de puta que vamos a poner una bomba. Gora ETA’”.
Esas consignas, remarca el fiscal, no tenían otra intención que la de “provocar el miedo y la indignación del público, sin ánimo de exaltar la actuación de la banda terrorista”. Apenas dos horas más tarde, sobre las 06:05 horas, en otro punto de la capital y muy cerca del lugar por el que discurría la hermandad de la Esperanza Macarena, otros imputados, también con la intención de expandir el pánico, gritaron con aparente acento árabe “Alá es Grande” y “Allahu akbar”.