Richard Serra, la naturaleza monumental del acero

El artista contemporáneo, autor de las esplendorosas espirales que alberga el Museo Guggenheim de Bilbao, ha fallecido este martes a los 85 años en Nueva York a causa de una neumonía

Richard Serra, apodado el 'poeta del acero' ha fallecido este martes en Nueva York (Getty Images)

Todos los grandes artistas se enfrentan a una situación mística que define sus carreras. En el caso de Richard Serra, éste se produjo tras contemplar Las Meninas de Diego Velázquez en el Museo del Prado. El cuadro del pintor español le señaló el camino, percatándose así de que su obra estaba alejada de la perfección pictórica. “Pensé que no había posibilidad de acercarme a eso. Cézanne no me había detenido, De Kooning y Pollock no me habían detenido, pero Velázquez parecía algo más importante con lo que lidiar”, le comentó a un amigo.

El artista, apodado el ‘poeta del acero’, ha fallecido este martes en Nueva York a los 85 años de edad a causa de una neumonía. Arquitecto clave de la escena contemporánea del siglo XX, Serra contaba con una de sus magnánimas obras en el Museo Guggenheim de Bilbao: las espirales y formas cilíndricas que visten una de sus salas más grandes, una obra arquitectónica de colosales proporciones que juega con la perspectiva del espacio y del tiempo. El que haya tenido la posibilidad de perderse entre sus muros artísticos comprenderá, así, que el presente se congela en pro de la contemplación de su robusta arquitectura.

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De madre ucraniana y padre español, Serra nació en San Francisco el 2 de noviembre de 1938. Su padre trabajaba en los astilleros de la ciudad, situación que marcó su interés por los metales pesados. No en vano, afirmó que uno de sus primeros recuerdos de la infancia fue la fascinación que le generaban las grúas, capaces de albergar en sí un poder de suerte exquisita para mover las placas de acero de un lugar a otro.

Años después, las placas que ocuparon un considerable espacio en su imaginario artístico terminaron por conformar el grueso de su obra. Serra es, sobre todo, un maestro del minimalismo, una personalidad arquitectónica que nace de su predilección por los grandes muros de acero con los que construyó estructuras mastodónticas que se sostenían por sí mismas y se podían transitar.

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Las esculturas de acero de Richard Serra en el Museo Guggenheim de Bilbao (REUTERS/Vincent West)

La materia del tiempo

Richard Serra llegó a la escultura tras probar otras disciplinas artísticas como la pintura (que consideró fuera de su alcance tras dicha visita a la pinacoteca madrileña). Estudió en la Universidad de California, donde se graduó en Ciencias y en Literatura Inglesa en 1961 y en Arte por la Universidad de Yale en 1964. Desde entonces, comenzó a jugar con el acero y la monumentalidad.

El Museo Guggenheim de Bilbao exhibió en 1999 una exposición monográfica de su obra, muy apreciada en España, al igual que su completo currículum artístico. La ciudad vasca es uno de los espacios que mejor advierte del poder de sus placas, no en vano, tras la fachada de Frank Gehry permanece expuesta de manera permanente La Serpiente, una escultura formada por tres chapas curvadas de acero, de 170 toneladas de peso. También para el Guggenheim, entre 2004 y 2005, creó uno de los conjuntos escultóricos monumentales más importantes y novedosos: La materia del tiempo (conocida popularmente como las espirales), siete piezas de gran tamaño con figuras elípticas y espirales onduladas en acero de hasta cuatro metros de altura.

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Richard Serra, junto a una de sus esculturas (Getty Images)

Otros espacios que acogen su monumental obra en España son el Macba en Barcelona, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museo Museo Helga de Alvear (Cáceres) y el Palacio Miramar de San Sebastián. El artista fue galardonado con la Orden de las Artes y las Letras de España en 2009, recibió el Príncipe de Asturias en 2010 y fue investido doctor ‘honoris causa’ por la Universidad Pública de Navarra (2009).

La Fundación Princesa de Asturias lo ha definido como un “artista auténtico” y “brillante”, al que distinguió con su galardón “por su audacia para vertebrar desde su perspectiva minimalista los espacios urbanos más significativos a escala internacional, a través de obras de gran potencia visual que invitan a la reflexión y al asombro”.

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