La Biblioteca Nacional de España (BNE) estima que en sus depósitos se almacenan unos 34 millones de documentos en todos los formatos. Algunos son recientes, ya que cada día se añaden nuevos textos y materiales para su conservación. Otras, en cambio, son más antiguas, puesto que la institución cuenta con piezas que se remontan hasta el siglo IX y tiene el objetivo de ”reunir, catalogar, conservar, incrementar, gestionar, difundir y transmitir” el patrimonio bibliográfico y documental español, tal y como señala la ley reguladora de la institución de 2015.
No obstante, esta labor de cuidado de la historia escrita del país se ha podido ver en peligro debido a las malas condiciones del edificio de las dos sedes de la Biblioteca, en Madrid y Alcalá de Henares, en evidencia por los problemas de goteras tras las intensas lluvias de la DANA del 3 y el 4 de septiembre.
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Tal y como informó el periodista Jaime G. Mora en el periódico ABC, la Biblioteca detectó que las fuertes precipitaciones en esas fechas provocaron goteras y humedades, con el consiguiente “abombamiento de pavimentos de madera”, el “desprendimiento de falsos techos” y el daño a fondos bibliográficos.
La actuación del Ministerio
La BNE alertó del problema al Ministerio de Cultura en dos ocasiones -la segunda diez días después de la visita de un miembro de la Gerencia de Infraestructuras-, y hubo que esperar al 19 de diciembre para que se anunciaran las “obras de emergencia” para “reparar la impermeabilización de las dos sedes”. De este modo, se anunciaron una serie de intervenciones para los próximos 11 meses y un presupuesto de 1,9 millones de euros de cara a poner fin a “las humedades detectadas en la cubierta” en ambas sedes, tal y como reza el comunicado publicado por el Ministerio.
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Mediaron más de 100 días entre el primer aviso de la Biblioteca y el anuncio de dichas obras urgentes, los mismos desde que, en enero, se realizaron las primeras catas en el edificio de Madrid. Sin embargo, pese al paso de los meses ni el Gobierno ni la institución han revelado las dimensiones reales del problema, así como tampoco han explicado la tardanza en las respuestas ni han concretado la cantidad de fondos bibliográficos afectados.
Una prevención fallida
El estado del edificio de las sedes de la BNE no es un problema reciente. Anteriormente, la institución ya había notificado la necesidad de reformar algunos aspectos del edificio, cuya cubierta data del siglo XIX, de cara a potenciar la prevención de daños en los documentos frente a condiciones climáticas adversas.
En la misma línea, la Biblioteca Nacional ya indicó que “la elaboración de un plan de desastres” era una de sus prioridades de cara a la conservación, para la que la prevención es una parte fundamental. No en vano, la institución ha contado desde 2015 con representación en el Plan Nacional de conservación preventiva desarrollado por el Instituto del Patrimonio Cultural en España, “destinado a impulsar y normalizar la prevención como estrategia para la conservación del patrimonio cultural español”.