Nuria Montserrat Pulido es jefa de grupo en el Instituto de Bioingeniería de Cataluña y experta en la elaboración de organoides, diminutas reproducciones de órganos humanos, en este caso, de riñones. El futuro es optimista y la ciencia se ve capaz de conseguir que estas construcciones de laboratorio, en algún momento, sirvan para hacer trasplantes de órganos defectuosos y enfermos.
La bioingeniera atiende a Infobae en el marco de la XIX reunión nacional de coordinadores de trasplantes y profesionales de la comunicación que se ha celebrado en Toledo, un evento organizado por la Organización Nacional de Trasplantes.
Pregunta: ¿Cuál es el punto de partida para crear un organoide?
Respuesta: Se trata de aprovechar el potencial que tienen las propias células madre para poder dar lugar a células descendientes, a células hijas. Trabajamos con un tipo de célula que tiene superpoderes que se llaman células madre pluripotentes, que las tenemos todos cuando somos un embrión. Las podemos capturar en la placa de cultivo y propagarlas indefinidamente, de forma que podemos guiarlas. La célula madre pluripotente existe de manera temporal en un embrión humano entre los días cinco y seis de la gestación y también las podemos hacer de manera artificial. Podemos convertir una célula adulta que ha perdido ese potencial de diferenciación porque ya está muy diferenciada. Una célula del cabello, una célula de la piel..., la podemos transformar en una célula de manera artificial que denominamos reprogramada, porque la hemos reprogramado a como cuando era una célula embrionaria.
P: ¿Y como se guían para que esas células se conviertan en organoides?
R: Pues utilizamos proteínas, factores de crecimiento que sabemos que son importantes para que se forme un órgano. Trabajamos en riñón y sabemos por los libros de texto y por el trabajo de hace muchísimos años cuáles son los genes y cuáles son las vías de señalización o moléculas que hacen que se genere el riñón en un ratón y en el humano. Este proceso lo hemos ido refinando. Ponemos unos medios de cultivo y en cuatro días tenemos ya el progenitor, la célula que va a dar lugar al riñón, en concreto a la nefrona, la unidad funcional del riñón. A los 20 días se parece al riñón, todavía muy embrionario, del segundo trimestre de gestación. Ahora sabemos que hay células dentro de esos microrriñones que ya son más parecidas a las células adultas.
Te puede interesar: Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes: “La inteligencia artificial reducirá la mortalidad en lista de espera”
P: ¿Se ha llegado a tener un riñón completo?
R: Aún son de tamaños muy pequeños. Dentro de esta microestructura, sabemos que podemos generar hasta 16 tipos de células distintas y el riñón tiene 23. Son todavía células embrionarias, pero sí que hemos conseguido, de una célula única, hacer muchas descendientes. Algo que también es importante es que la estructura sea también parecida a la del riñón.
P: Has trabajado con Juan Carlos Izpisúa durante seis años, uno de los mayores expertos de mundo en la materia. Os preguntarán continuamente sobre la inmortalidad, la regeneración de órganos...
R: Por supuesto que lo que hacemos puede tener un impacto en mejorar la vida de las personas, independientemente de la edad que tengan, porque al hacer estos microrriñones, las preguntas que abordamos nosotros están muy relacionadas con enfermedades pediátricas. Un 30% de las malformaciones en bebés son fallos en el riñón. Hay un trabajo de laboratorio muy enfocado en saber por qué ocurren estas mutaciones. De este modo, para mejorar la vida de las personas, primero seremos capaces de hacerlo en bebés, niños y jóvenes y luego será en personas mayores. Pero no tenemos una investigación puramente relacionada con la inmortalidad.
Te puede interesar: Los problemas tras un trasplante de médula ósea y la enfermedad de después: “Solo el 10% estará curado tras 5 años”
P: ¿No le molestan ese tipo de preguntas?
R: Creo que son preguntas muy pertinentes, porque lo que estamos explicando a veces suena a ciencia ficción y uno puede decir bueno, tal vez estas investigaciones van por ahí. La escuela americana trabaja sobre la teoría de algo que se llama hiperórganos, esto es, órganos mejorados con funciones que incluso los órganos naturales no son capaces de hacer. Esto teóricamente sería posible con ingeniería genética. Podemos modificar el genoma de las células, pero esto ni siquiera sabemos si es posible éticamente viable.
P: ¿España invierte y financia lo suficiente este tipo de investigaciones?
Bueno, yo creo que sí, cada vez más, y afortunadamente, hay una buena infraestructura y sobre todo hay unos buenos planes de investigación. Cuando se desdibujan las líneas estratégicas de investigación en el país, se tiene muy en cuenta qué es lo que se está haciendo y qué es lo que va a venir. Este tipo de investigaciones en biomodelos que se denominan los organoides son al final unos pequeños modelos humanos biológicos y en esta línea de investigación ha creído el instituto. Desde el año 2017, la investigación española ya hablaba de estos biomodelos y ha ido financiando con diferentes convocatorias este tipo de investigación. Nosotros mismos, por ejemplo, en el laboratorio tenemos proyectos financiados por el Ministerio de Ciencia y Universidades y también por el propio Instituto de Salud Carlos III.
P: ¿Hay una estimación a corto o medio plazo para que estos organoides sean órganos funcionales?
R: Creemos que es un abordaje plausible, pero no te puedo decir un tiempo. Tenemos también la suerte de que la investigación que hacemos viene soportada por agencias financiadoras. Tener el respaldo de la representación de la ONT, y aunque estamos en una fase muy incipiente, el haber hecho un estudio en un modelo preclínico grande como el cerdo, lo podemos ir escalando poco a poco.