Mientras Navantia, el astillero público español, se encuentra inmersa en la construcción de las nuevas fragatas F-110 con las que contará España a partir de 2027, la empresa Kongsberg atraviesa una importante transformación, que beneficiará también a los futuros buques de la Armada. La firma noruega ha anunciado esta semana una inversión de 55 millones de euros para incrementar su capacidad de producción del misil NSM, escogido como armamento principal para las F-110 y a cuya adquisición el Ministerio de Defensa destinó, el pasado diciembre, 305 millones de euros.
Entre los planes de la Armada no sólo está equipar con los misiles antibuque NSM a sus futuras embarcaciones, sino también a las actuales fragatas de la familia F-100, después de que estas sean sometidas a una modernización de mediana edad. Por otro lado, la cartera de Margarita Robles baraja igualmente la posibilidad de integrar el misil NSM en los submarinos S-80.
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El NSM tiene un alcance próximo a los 200 km, llega a velocidades de Mach 0,9 y posee un sistema inteligente de identificación con cámaras infrarrojas que le posibilita reconocer el objetivo y sortear obstáculos o señuelos que se hallen en su trayectoria, lo que se traduce en mayores porcentajes de impactar de forma exitosa contra el enemigo. De acuerdo a su fabricante, el misil posee es un sistema muy flexible que puede lanzarse desde una variedad de plataformas contra una variedad de objetivos en el mar y en tierra.
Su fuselaje y la elevada relación empuje-peso confieren al NSM una maniobrabilidad extremadamente buena. El misil, con diseño furtivo y materiales que absorben la radiación, ha demostrado su excelente capacidad de rozar el mar, lo que lo hace muy difícil de detectar y neutralizar, es decir, el enemigo no podrá escapar al ataque. En este sentido, destaca la capacidad de generar daños del arma desarrollada por Kongsberg, gracias a una cabeza de combate de alto explosivo revestida con una carcasa de titanio y una espoleta de última generación configurable según el nivel de penetración, en función del blindaje y los daños deseados.
El diseño de las fragatas F-110
Las cinco fragatas F-110, que sustituirán a las F-80 que están en el final de su vida útil, están concebidas para ser escoltas oceánicos multimisión con capacidades de guerra antisubmarina y pensados para poder operar en escenarios de alta intensidad próximos a las costas. De esta manera, serán el complemento de las F-100, de gran capacidad antiaérea. Ambas familias de embarcaciones serán las responsables de proteger al portaaviones Juan Carlos I.
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La dotación de las F-110 será de 150 personas, 65 menos que las F-80 como consecuencia de la alta automatización de sus sistemas, un requisito que había solicitado la Armada durante la concepción del proyecto. Los buques tendrán una eslora de 145 metros, una manga de 18,6 metros, un desplazamiento de 6.000 toneladas y una planta propulsora híbrida, más eficiente y silenciosa.
Las F-110 contarán con un amplio armamento compuesto por un cañón principal en la proa de 127 milímetros, desarrollado por la empresa italiana Leonardo, y estaciones remotas de 12,7 y 30 milímetros de la familia Sentinel, diseñada por la compañía española Escribano. Al mismo tiempo, tendrán instalado un sistema de lanzamiento vertical de 16 celdas desde donde despegarán misiles adquiridos. Por su parte, la empresa estadounidense Raytheon suministrará torpedos MK54.
Además, dispondrán de cubierta de vuelo, hangar para helicópteros y un espacio para portar drones, pequeñas embarcaciones y contenedores de material. Una de las principales innovaciones de estas embarcaciones es el denominado gemelo digital: una réplica del buque en realidad virtual que recibirá datos en tiempo real de todos los sensores, lo que permitirá al personal en tierra conocer una amplia variedad de parámetros y realizar un mantenimiento predictivo para adelantarse a posibles fallos.