Era un secreto, un misterio del que ha germinado una postura política extremista que ya es una realidad dentro de todas las democracias occidentales. Algo que comenzó como un grupúsculo indefinido dentro de la universidad de Puebla, en México, en 1955, y que se ha convertido en una entidad y grupo de presión dentro de la derecha y extrema derecha universal. Es El Yunque, una secta cristiana y fundamentalista surgida durante la Guerra Fría.
Desde fuera y sin profundizar en las noticias y libros que se han publicado sobre El Yunque, podrían parecer un grupo de frikis que se recrea en un inofensivo secretismo con reuniones clandestinas y propuestas macabras. Sin embargo, su fuerza y su influencia se ha relacionado en política desde Vox en España hasta al candidato presidencial chileno José Antonio Kast. El mundo les ve como a Los Canteros, la ridícula secta que lideraba Homer en Los Simpson, pero los que se han acercado al movimiento constatan prácticas radicalizadas que buscan desestabilizar gobiernos y Estados.
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“Precisamente, esa imagen de una secta de cuatro chalados fundamentalistas haciendo ritos en privado y metiéndose en organizaciones para sacar pasta, esa caricatura es lo que les ha permitido pasar relativamente desapercibidos”, dice Miquel Ramos, periodista que ha estrenado un podcast llamado Dios, Patria, Yunque, una investigación y acercamiento a esta secta que tiene probados vínculos con la ultraderecha política española y con familias de peso como la Ruiz Mateos, que financió el aterrizaje de la organización en España.
Miquel Ramos reflexiona en una conversación con Infobae sobre sus conclusiones personales y periodísticas tras el ejercicio de inmersión que ha llevado a la publicación de este podcast de cinco episodios. “El Yunque es una organización política más allá de toda la parafernalia sectaria que utiliza y su objetivo es instaurar una teocracia, es El cuento de la criada. El disfraz de secta extravagante les viene bien”, arguye el periodista.
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La realidad es que después de cinco décadas en España, la influencia de El Yunque ha crecido hasta tener un poder real y palpable. Sus rituales, agresivos entre los miembros, sus prácticas de reclutamiento en busca de gente joven de clases pudientes, son solo el germen visual y anecdótico dentro de una secta que presiona dentro de la Conferencia Episcopal Española, dentro de Vox y que ha utilizado la plataforma Hazte Oír como propulsora principal de sus líneas políticas.
Ideas de una secta que se han metido en política
“El Yunque forma parte de una red de organizaciones, sus miembros forman parte de lobbies y think tanks y tienen una agenda política que está en sintonía total con la extrema derecha. Se sienten mucho más cómodos con la extrema derecha, y ahora que hay un auge global, han encontrado un lubricante perfecto para llegar allí donde hasta ahora no había podido llegar, y encima con aval democrático. Utilizan organizaciones pantalla donde no todo el mundo que está dentro forma parte de El Yunque, pero sirve a los intereses y está en sintonía con sus objetivos”, explica Miquel Ramos.
Desde las manifestaciones contra el matrimonio LGTBI durante el gobierno de Zapatero, las protestas contra los avances en el derecho al aborto, las críticas a la Reforma del Estatuto de Cataluña... El podcast Dios, Patria, Yunque teje un hilo de conexión entre la organización ultra y los grandes movimientos contestatarios de la derecha y la extrema derecha de las últimas dos décadas. “El Yunque representan una oposición a esa derecha más neoliberal que ha venido aquí a hacer negocios”, asegura Ramos. La conservación de valores y formas de vida ya desfasadas es su bandera.
Una presencia secreta con fines desestabilizadores de la democracia y miradas ultracatólicas del mundo, sin embargo, no han provocado movimientos ni detenciones desde ningún Ministerio del Interior. Mientras los ecologistas que pelean contra el cambio climático van a juicio, los miembros de El Yunque no se han visto alterados por la Justicia. “No se les toma en serio. No hay un interés por parte de las autoridades en actuar contra esta gente. Ni siquiera el Papa Francisco, que supone que tiene un talante más progresista”, sostiene Ramos.
La reflexión final de esta investigación es la escalada de un grupo sectario mexicano que empezó como algo irrelevante y que ya ha obtenido cargos públicos en los diferentes gobiernos autonómicos y regionales de España. Que ha logrado implantar su discurso y normalizarlo en el panorama social y cultural. Que el problema ya no es El Yunque, es más grande, más visible y más incontrolable. “Hay derechos que para ellos son prescindibles y su estrategia es derribar esos consensos ridiculizándolos. Este argumentario, lamentablemente, ha convencido a una parte de personas que no se consideran de extrema derecha, pero que esa es la virtud que han tenido, escuchar en boca de gente de izquierdas la ideología de Vox”, zanja Miquel Ramos.