La adquisición de aldeas y pueblos abandonados en España se ha convertido en una tendencia al alza, motivada principalmente por las oportunidades de desarrollo y sus precios asequibles, a menudo inferiores a 300.000 euros. Por ejemplo, en una reciente transacción, una pareja holandesa adquirió Bárcena de Bureba, una aldea de la provincia de Burgos, por 339.000 euros. Este pueblo, deshabitado desde hace más de cincuenta años, consta de 62 casas y fincas, y es el claro ejemplo del interés creciente por rehabilitar este tipo de localidades.
Pero el mercado inmobiliario del mundo rural en España no se ciñe exclusivamente a municipios abandonados: también hay pueblos que se venden para entrar a vivir o para hacer negocios con ellos desde el momento en el que se produce la compra.
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Este es el caso de una aldea (O Busto) situada en la Sierra de O Courel (Galicia), que ha salido a la venta y está compuesta por 15 edificaciones. Con un precio de mercado de 1.550.000 euros, esta propiedad rural se sitúa a una altitud cercana a los 1.100 metros.
Dispone de un total de 12 habitaciones y 25 plazas de alojamiento, distribuidas en seis casas rurales, un bar-restaurante, una edificación multiusos para reuniones y varios almacenes. A ello se le suman 14 fincas que ocupan 40 hectáreas de terreno. Cada vivienda se encuentra completamente equipada, incluyendo cocina, sala de estar con chimenea o estufa de leña, dormitorios amueblados y baños completos. La aldea cuenta, además, con áreas designadas para estacionamiento y planea la instalación de una plataforma para tiro al plato. Y por si esto fuera poco, cuenta con viñedos que podemos considerar como la joya de la corona.
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La infraestructura de servicios es notable, disponiendo de agua potable proveniente de un manantial, con un depósito de renovación continua de 10.000 litros. El sistema de agua caliente y calefacción funciona a base de propano, con suministro desde un depósito soterrado y calderas independientes para cada alojamiento. Además, el lugar se beneficia de una fosa séptica y paneles fotovoltaicos para el suministro energético. La accesibilidad está garantizada gracias a una pista asfaltada desde la localidad se pueden disfrutar de vistas hacia distintos hitos de la región. El área circundante ofrece además una abundante oferta de rutas de senderismo y actividades al aire libre.
Se localiza cerca del municipio de A Pobra do Brollón, que se halla a unos 12 kilómetros de distancia y donde se pueden encontrar variados servicios, y a 25 kilómetros de Monforte de Lemos. Todos los detalles de la propiedad pueden consultarse en la web de la agencia Grupo Country Homes.
Los jóvenes optan cada vez más por mudarse al campo
En una reciente entrevista con Infobae España, Elvira Fafian, gerente de la inmobiliaria Aldeas Abandonadas, señaló un cambio en el perfil de los compradores de inmuebles rurales: cada vez son más familias de diferentes nacionalidades y comunidades autónomas de España, así como jóvenes que optan por el campo como una alternativa de vida más tranquila y económica. Este despertar hacia el medio rural se ha visto favorecido por la posibilidad de teletrabajar y por el menor coste de vida en comparación con las zonas urbanas.
“Hay personas para las que no es asequible comprarse una casa en sus países, otros quieren la nacionalidad o vienen para abrir negocios”, explicó, detallando que en lo que respecta al auge de los jóvenes en este sector “no fue la pandemia”, sino que “se han dado cuenta de que están más tranquilos y el precio es mucho más barato”.
La oferta de Aldeas Abandonadas incluye cerca de 70 aldeas y más de 40 pueblos, variando sus precios desde 120.000 hasta dos millones de euros, dependiendo de su ubicación y estado de conservación. Estos inmuebles se encuentran repartidos por toda España, siendo más frecuentes en regiones con alto índice de despoblación como Galicia, Asturias, Teruel, Soria y Palencia. Las inmobiliarias encargadas de estas ventas mantienen la confidencialidad sobre la ubicación exacta para evitar riesgos como desvalijamientos u ocupaciones ilegales.
Los ayuntamientos colaboran en la adaptación de estos espacios mediante la oferta de alquileres sociales, instalación de servicios básicos y ayudas diversas, aunque la venta y rehabilitación suele ser responsabilidad de promotores privados o incluso de particulares. Las propiedades adquiridas se destinan con frecuencia a actividades agrícolas, ganaderas, turísticas o empresariales, ofreciendo una diversidad de usos y potenciales.