Cuando el joven Enrique de Luxemburgo le comunicó a su madre, la gran duquesa consorte Josefina, que quería casarse con una joven de origen cubano a la que había conocido en la universidad, la esposa del gran duque Juan debió de sentir físicamente todo el peso de la Corona. Ella, hija de reyes y educada bajo los estrictos cánones de la realeza, iba a ver a su hijo en el altar junto a una plebeya hispana, la joven María Teresa Mestre Batista.
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Antes de dar el visto bueno a aquella boda, los grandes duques organizaron una cacería en el castillo de Berg para conocer a la mujer que le había robado el corazón a su heredero en la Universidad de Ginebra. Aunque entonces la joven se ganó a sus suegros con su calidez y cercanía, lo cierto es que ese temperamento latino y sus orígenes plebeyos desembocarían en un conflicto abierto que María Teresa nunca ocultó y que atormentaría a Josefina hasta sus últimos días.
Este viernes 22 de marzo, la gran duquesa María Teresa cumple 68 años. Se trata de su vigésimo cuarto cumpleaños como soberana de Luxemburgo, un reinado de luces y sombras en el que las polémicas la han acabado relegando a un discreto segundo plano, centrada en sus labores humanitarias y en su faceta familiar para evitar polémicas que desestabilicen a la ancestral Casa Gran Ducal.
Antepasados españoles
Pese a no pertenecer a la realeza, los orígenes de María Teresa de Luxemburgo no son precisamente humildes. Y es que la actual gran duquesa nació en el seno de una de las familias más ricas de Cuba. Su madre, María Teresa Batista, era hija de Agustín Batista y González de Mendoza, hacendado de Puerto Príncipe y presidente del Consejo de Administración de la Trust Company of Cuba, y María Teresa Falla Bonet, hija del millonario magnate cántabro Laureano Falla y Gutiérrez.
No es el único antepasado español de la gran duquesa, pues los predecesores de Falla y Gutiérrez también eran originarios de la localidad santanderina de Anero. De hecho, el encargado de amasar la gran fortuna familiar de María Teresa fue José Antonio Mestre y Roig, quien nació en 1787 en Sitges, Cataluña, y emigró a La Habana.
Conflicto con Josefina
La guerra entre María Teresa y Josefina alcanzó su punto álgido después de que Enrique fuera proclamado gran duque. Ya con la Corona en sus manos, la gran duquesa consorte no se cortaba a la hora de criticar a su suegra, tanto que en 2002 le contó a un grupo de periodistas que la madre de su esposo quiso destruir su matrimonio debido a su origen plebeyo.
Según contó la propia soberana, Josefina de Bélgica la apodaba como “la pequeña cubana” o la llamaba despectivamente “criolla”, una información que provocó un escándalo en Luxemburgo. Sin embargo, esto no favorecería a la imagen de María Teresa, pues se acabó viendo como un acto de venganza y deslealtad ante la ex gran duquesa, que guardó silencio sobre este asunto hasta su muerte en 2005.
En 2021, María Teresa sorprendía al conceder una entrevista a la cadena de habla hispana Univisión. En esta aparición en el programa Aquí y Ahora, la gran duquesa volvió a abordar de forma explícita la mala relación que tuvo con su difunta suegra: “Al principio fue muy cordial conmigo. Luego las cosas cambiaron”, aseguró.
Sobre el motivo de ese cambio de actitud en la madre de Enrique, la gran duquesa lo vinculó con el hecho de que Josefina “tenía una educación muy diferente” a la suya. “Era princesa de Bélgica y era mucho más estricta y menos expresiva que yo. Como latina, al ser muy expresiva, provoqué mucho cariño de parte de la gente”, dijo sin tapujos, dejando caer que el rechazo de su suegra podía deberse a los celos.
Polémico informe
Al final de la citada entrevista, María Teresa de Luxemburgo recalcó con ironía que su aparición en televisión la hacía en uso de su “cualidad privada”. Y es que, un año antes, su faceta pública se vio limitada tras la elaboración de un polémico informe en el que se cuestionó su trato a los empleados del palacio.
Aquel documento, que recogía los resultados del estudio que el director de la Inspección General de Finanzas, Jeannot Waringo, había hecho en la corte luxemburguesa, mencionaba hasta en una docena de ocasiones el nombre de María Teresa, a quien acusaba de extralimitarse en las decisiones concernientes a la contratación de personal, además de señalarla por una supuesta malversación. Aunque el aspecto más controvertido del informe fue el que hablaba del trato de la gran duquesa a los trabajadores, llegando a hablarse de un ambiente en el que “la alegría y el humor eran raros” entre los empleados.
Ese estudio encargado por el Gobierno rompió con la imagen bondadosa y cercana que siempre había dado públicamente la gran duquesa. Sin embargo, en todas sus polémicas ha contado con un fiel aliado: su esposo Enrique, que cierra filas con ella y le da la mano para seguir adelante y reponerse ante la adversidad, llevando juntos las riendas de la casa real más rica de Europa.