Beatriz Domínguez-Gil es la directora general de la Organización Nacional de Trasplantes, la administración pública encargada de gestionar los trasplantes y donaciones en toda España. Durante la XIX reunión nacional de coordinadores de trasplantes y profesionales de la comunicación que se ha celebrado en Toledo, la médica atiende a Infobae España para hablar de los retos en torno a esta industria en la que España es puntera y líder.
Inteligencia Artificial, conflictos éticos con la donación de células, retos para 2024 y la polémica donación de un riñón de cerdo a un ser humano en Estados Unidos son los temas a tratar con la directora general.
Pregunta: Los datos de trasplantes de los meses que llevamos de 2024 son muy optimistas de cara a lo que puede ser el resultado final.
Respuesta: Sí, el crecimiento es de un 13% en actividad de donación, lo cual nos hace ser efectivamente muy optimistas, puesto que el año 2023 fue un año extraordinario. Es cierto que ahora es difícil ponerse un objetivo porque estamos trabajando ya con unas cifras de excelencia que nos hacen sentir un poco de vértigo con los objetivos, pero lo cierto es que seguimos trabajando con ese propósito de que nuestros pacientes cada vez puedan seguir accediendo con más facilidad a la terapia del trasplante.
P: Hay dos objetivos encima de la mesa: uno, aumentar aún más el número de donantes. Y dos, buscar soluciones para los pacientes hiperinmunizados, que rechazan cualquier trasplante.
R: Aumentar la actividad de donación y trasplante siempre es un objetivo, pero tenemos un entorno que nos pone las cosas complicadas porque disminuye el potencial. Nuestros donantes son cada vez de más edad o tienen comorbilidad. Pero también queremos prestar atención a esos pacientes que tienen más dificultades para trasplantarse. Por una parte, los niños siempre lo tienen más complicado y seguimos trabajando en estrategias de priorización y estrategias imaginativas, como el trasplante hepático split.
Por otro lado, tenemos un grupo de pacientes altamente sensibilizados. Estos son pacientes para los que es muy difícil encontrar un órgano. Estamos hablando fundamentalmente del riñón, aunque ya se nos van añadiendo órganos no renales. Son pacientes que tienen anticuerpos preformados y para los que encontrar un donante adecuado es realmente una labor compleja.
Nos volcamos a través de un programa que hemos desarrollado entre todas las comunidades autónomas y tenemos a estos pacientes en una lista especial. Cuando aparece un donante que cumple una serie de características en cualquier lugar, se hace una prueba cruzada virtual. Se mira si el donante no presenta un sistema HLA frente al que reacciona el receptor y si le encontramos ese donante, uno de los riñones de ese donante va para uno de los receptores en el programa. Esto nos ha permitido trasplantar a prácticamente la mitad de estos pacientes que llevaban muchos años en diálisis con muchas dificultades para trasplantarse.
P: ¿Cómo se explican los datos tan buenos en trasplantes y donantes que ofrecen Murcia, Navarra y Cantabria, porque son mucho más altos que la media?
R: Es una explicación técnica. Hay un crecimiento de trasplantes en asistolias y en estas comunidades autónomas han trabajado todo el proceso de donación muy bien, lo tienen muy protocolizado, tienen esa formación, tienen esa cultura de del feedback continuado en el hospital en busca de donantes..., y todo esto es lo que va generando esos números. Esa actividad de donación viene de un trabajo muy importante a la hora de generar esa cultura de la donación.
P: ¿Qué papel juega la Inteligencia Artificial en los trasplantes y donación de órganos?
R: Tiene, potencialmente, muchas aplicaciones en el ámbito de la donación y el trasplante, pero probablemente la que tiene más interés es la de la asignación de órganos. La inteligencia artificial nos va a permitir el manejo de un gran volumen de datos de donantes, receptores y de resultados postrasplante e identificar el mejor matching entre donante y receptor. En un futuro concebimos que, probablemente, cuando tengamos donante con unas determinadas características y muchos receptores en espera con muchas características, siempre que no estemos hablando de situaciones de urgencias, va a ser un instrumento que nos permita lograr el mejor matching y una menor mortalidad en lista de espera.
P: Ha sido una de las negociadoras en la Unión Europea en torno a la donación de células para la elaboración de medicamentos. El ejemplo más claro son las terapias CART-T. Hay muchos grises en este sector y un potencial riesgo de mercantilización o uso inadecuado de estas donaciones.
R: La regulación europea ha establecido que cuando una célula se trabaja sigue siendo una célula, pero regulatoriamente es un medicamento. La propia Unión Europea es muy consciente de los potenciales riesgos que esto puede tener. El documento finalmente aprobado plantea que estamos hablando, en cualquier caso, de células humanas, y, por lo tanto, como célula humana que es y por ese origen único que tiene esa célula, requiere un tratamiento específico y un principio básico de que las sustancias que derivan del ser humano es que no se pueden comprar ni vender. La donación tiene que ser no remunerada. Tiene que ser algo que además sea voluntario, no sujeto a ningún tipo de coacción, ni económica, ni de otro tipo. Y tiene que hacerse siempre pensando en el bien común y, por lo tanto, se tiene que utilizar de una manera muy responsable, garantizando el acceso equitativo de la población a este tipo de terapias. Cuando aparece la posibilidad de comercialización ya existe un interés económico y eso puede generar dudas, por ejemplo, de si habría que pagar al donante.
La propuesta de la Comisión Europea y la propuesta que se ha aprobado insiste y consolida ese concepto de donación voluntaria y no remunerada, con independencia de cuál vaya a ser ese el destino de esa célula donada. En todo caso, la donación siempre va a ser voluntaria y no remunerada. Hay unos costes vinculados al procesamiento de esa célula, a su comercialización, a su puesta en el mercado y evidentemente esto es algo que necesitamos asumir porque si no tampoco se va a producir innovación. Y la innovación tiene un coste muy elevado. Sí que queremos que, aunque tengan consideración de medicamentos, al ser originalmente células tendría que regularse de alguna forma el precio, por ese origen único.
Las terapias CAR-T son, básicamente, células humanas modificadas genéticamente. Las que tenemos en el mercado son sobre todo de uso autólogo, es la propia célula del paciente la que se modifica genéticamente y se transforma en linfocito hiperespecializado que va dirigido contra las células tumorales. Pero ahora vienen células que se han donado de forma altruista, que se modificaron genéticamente, se transforman en un medicamento y quedan disponible para otro paciente. Esto es un tema que nos preocupa, en el sentido de preservar la donación como acto no remunerado, porque el principio de dignidad del ser humano es fundamental. Para nosotros es muy importante que eso esté además regulado en el sistema público.
P: Y ya para acabar, se ha hecho público que en Estados Unidos se ha trasplantado un riñón de un cerdo a una persona. ¿Tiene la ONT alguna postura al respecto?
R: Ya se han hecho dos trasplantes cardiacos a humanos de cerdos, los dos pacientes fallecieron de manera relativamente temprana, el primero por la infección causado por un citomegalovirus porcino y el segundo por un rechazo agudo. Nuestro posicionamiento va muy dirigido a garantizar la máxima regulación de este tipo de terapias. La cuestión a tener clara es que pacientes se van a beneficiar de esta terapia. Como prueba de concepto esta está muy bien, pero evidentemente nosotros ahora mismo tenemos una terapia muy bien establecida, muy consolidada, que es el trasplante de humanos y tenemos que tener muy claros cuáles son los criterios para incluir a un paciente en lista de espera para trasplantarse. ¿Qué criterio tenía ese paciente para hacerlo con un cerdo? El aspecto que más me preocupa es el definir cuándo ofrecer esto a un paciente frente a una terapia convencional, porque sabemos que la terapia convencional de trasplante renal va a dar unos resultados extraordinarios. No me parecería éticamente aceptable incluir a un paciente en este tipo de programas si tiene la opción del trasplante convencional.