“Te minan la autoestima de todas las maneras posibles”: los testimonios desde el interior de la secta El Yunque

El podcast ‘Dios, Patria, Yunque’ (Podium Podcast) cuenta en cinco episodios el funcionamiento de la organización de extrema derecha a través de la voz de expertos y exmiembros

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Imagen de una vela. (Pixabay)
Imagen de una vela. (Pixabay)

La presencia de El Yunque ha pasado desapercibida en España durante muchos años. De hecho, a pesar de su presencia y de su influencia, para muchos es una historia lejana e incluso desconocida. Ya ha pasado una década desde que quedó probada en sede judicial la existencia de esta secta de extrema derecha nacida en México en los años cincuenta y que opera en España desde los setenta, sin embargo, los relatos son escasos, porque muchos exmiembros no han conseguido librarse del miedo.

“Yo en el juramento puse que si yo perseguía a El Yunque o hablaba públicamente de El Yunque en cada hermano de El Yunque iba a encontrar a un juez justiciero y tengo pánico porque me han dicho que me van a reventar la boca como se me ocurra hablar”. Son las declaraciones de Inma. El pánico la paralizó y la hizo callar. Entró en la organización en 2004 y salió en 2007, pero no fue hasta 2011 cuando empezó a hablar en privado, en su familia, de lo que había pasado y en 2014 cuando testificó en el juicio que probaba la existencia de la secta en España. Lo cuenta en el podcast Dios, Patria, Yunque (Podium Podcast) del periodista Miquel Ramos.

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Inma entró en la organización con 16 años. Ahora tiene 36 años y vive en Croacia. Tiene tres hijos y su vida está ligada a la fe, pero fuera de lo que denomina la “relación tóxica con Dios” en la que la metió El Yunque. Fue captada por la secta cuando solo era una adolescente. No una cualquiera. El Yunque estudiaba minuciosamente a sus futuros miembros: jóvenes de familias acomodas, cuyos padres tenían cargos importantes, que manejaban información sensible que podía ser sustraída por unos miembros del Yunque bien entrenados (y amenazados). Por eso Inma era perfecta. Su padre era coronel de artillería y en aquella época estaba muy implicado en movimientos de acción ciudadana. “Éramos el prototipo del candidato que ellos buscaban, tanto mis hermanos como yo como mi familia. Era muy conveniente para la organización tenernos entre sus filas”, cuentan.

Una vez hecha la selección, tocaba pasar una serie de pruebas. Inma recuerda que les observaban mientras hacían pegadas de pegatinas o paraban a personas en la calle para tratar de concienciarles. Ella, cuenta, siempre ha sido una persona extrovertida y activa, con capacidad y ganas de hablar con los demás. “Mi afiliación fue muy rápida”, comenta. Una de sus “jefas”, que además era su amiga, le dijo que había una parte más exclusiva de El Yunque a la que ella podía acceder: “Tú has demostrado con creces lo muchísimo que vales, lo maravillosa que eres, y queremos ya no seas nuestra compañera sino que seas nuestra hermana”, le dijeron.

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La mandaron a un piso franco para hacerle una prueba para acceder al “club exclusivo” de El Yunque. Tenía que ir vestida con falda y camisa. “Es perverso, porque me lo estaba diciendo una de mis mejores amigas en esa época. Yo la quería”, comenta. Una vez en la habitación del piso la hicieron esperar y empezó la ceremonia, “daba mucho mal rollo”. Se quedó allí, a pesar del miedo, porque en la sala estaban todas sus amigas. Pensó: “Nada malo me puede pasar, aunque sean un poco frikis porque las conozco, me quieren y yo las quiero. Por eso es perverso”. Tuvo que hacer una promesa de silencio y fidelidad. Tras esto llegan las tareas, mandatos y entrenamientos.

Los “preliminares” de preparación para la guerra santa

Los miembros tiene que hacer una serie de entrenamientos físicos y psicológicos con campamentos paramilitares de preparación para la guerra santa, a los que los adolescentes llamaban los “preliminares”. “En un resumen super escueto es un finde semana pasándolo fatal, sufriendo físicamente, psicológicamente y de todas las maneras, pasando frío, hambre y sueño”.

Inma cuenta que fueron a una especie de caseta en Collado Villaba (Madrid) donde hicieron su primer “preliminar”. “Nos despertaron a las dos o tres de la mañana para ponernos a correr descalzas por el campo. Nos insultaba y empujaban”, cuenta. También habla de las “grecorromanas”, peleas a dos rodeados por sus compañeros que jaleaban. Tras esa noche, los miembros adultos de El Yunque les aleccionan: “Te minan la autoestima de todas las maneras posibles. De lo mal que está España, de lo mal que están haciendo , de todo lo horrible que pasa, la gente que muere”. El domingo es una especie de “resurrección”, donde les cuentan que todo lo malo que les han narrado lo van a arreglar a través de El Yunque: “Te hacen sentir como su fueras la élite de la élite. Molas mazo, porque estás en un club superselecto y exclusivo de valientes”. Inma lo cuenta, con 16 años era lo que necesitaba escuchar.

Inma estuvo en la rama femenina juvenil que se encargaba de la captación de posibles candidatos para la secta. Para atraer a más jóvenes se utilizaba en muchas ocasiones el fritero y la seducción, el Flirty Fishing. “En el caso de familiar, chicos, el cebo eran las chicas. Y para afiliar chicas, eran los chicos”, cuenta, y añade que ayudaba a su novio de entonces, también miembro de El yunque, con los candidatos: “Haz tu magia para que se apunte”.

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