Al enfrentarse a la pérdida de un ser querido, numerosas responsabilidades legales y administrativas emergen durante el período de duelo. Entre estas figuras esenciales en el manejo de la herencia se encuentran el administrador y el albacea, cuyos roles, a menudo confundidos, son fundamentales en la correcta distribución del patrimonio del fallecido. Entender su función y las diferencias entre ambos es crucial para garantizar el cumplimiento de la voluntad del difunto y la justa repartición de sus bienes.
El administrador de una herencia es designado por un tribunal y actúa como representante legal de la misma hasta que todos los bienes sean efectivamente distribuidos entre los herederos. Este papel es especialmente relevante en situaciones donde no existe un testamento válido, los herederos no logran un acuerdo sobre el reparto, o sencillamente, cuando la ley así lo requiere. La principal responsabilidad del administrador es la de hacer inventario de todo lo que conformaba el patrimonio del difunto - propiedades, activos y deudas - y, una vez resueltas estas últimas, proceder a la distribución de los bienes restantes.
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Por otro lado, el albacea es una figura nominada directamente por el testador, es decir, la persona fallecida, mediante un testamento. Su labor es garantizar que las últimas voluntades expresadas en este documento sean llevadas a cabo. Esto implica desde gestionar el patrimonio del difunto, siguiendo sus instrucciones específicas hasta la entrega final de bienes a los herederos. El albacea debe actuar de manera personal, gratuita, voluntaria y temporal; características que lo diferencian del administrador de herencias y recalcan la confianza que el testador depositó en él.
Aunque ambos roles pueden parecer similares, las diferencias son claras. El administrador es una figura legal nombrada por la justicia para garantizar el proceso de sucesión cuando no hay directrices claras por parte del testador, o cuando los herederos lo requieren. Mientras tanto, el albacea es una elección personal del testador para asegurar que su última voluntad sea respetada y cumplida.
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Cuáles son las funciones del administrador y el albacea
En cuanto a sus deberes, el administrador se encarga de realizar un inventario detallado de la herencia, notificar a entidades pertinentes sobre el fallecimiento, pagar deudas y finalmente, repartir el patrimonio entre los herederos. Este rol demanda una gestión equilibrada entre lo legal y lo financiero para solventar la herencia de manera efectiva.
El albacea, fiel a las últimas voluntades del testador, primero se asegura de obtener y comprender el testamento, luego procede a informar a bancos y entidades gubernamentales sobre el deceso, salda las deudas pendientes y protege los bienes hasta que puedan ser asignados a los herederos. Esta figura se encuentra profundamente entrelazada con el cumplimiento de los deseos expresados por la persona fallecida.
Este conocimiento sobre las funciones y diferencias entre el administrador y el albacea es indispensable para cualquier persona que se encuentre en el proceso de planificación de su herencia o que esté inmerso en el manejo de una. Si se considera la necesidad de un albacea para asegurar la correcta distribución del patrimonio según la voluntad del testador, es recomendable asesorarse con abogados especializados en sucesiones. Estos profesionales pueden proporcionar orientación sobre la redacción del testamento y la elección adecuada del individuo para gestionar la herencia, asegurando así que el patrimonio sea repartido conforme a los deseos del testador.