“Es un parque de bomberos real en Nueva York, llamamos a la puerta y les saludamos, fueron muy simpáticos”, dice Gil Kenan (Londres, 1976) sobre los hombres que apagan las llamas de la Gran Manzana. Su casa es, también, el hogar de los aventureros que, durante décadas, se han encargado de vaciar la ciudad de espíritus malignos y gamberros. Cazafantasmas revolucionó la experiencia cinematográfica al fusionar el misterio fantasmagórico con la comedia. Desde 1984, los fantasmas se presentan como una masa de tonalidad verde de mucosidad imprevista y desagradable.
Tiempo después, sumergidos en una vorágine de nostalgia que convierte los remakes y reboots en la nueva antología audiovisual, los uniformes de color beige y las mochilas de protones regresan con Cazafantasmas: Imperio Helado, la continuación de Cazafantasmas: Afterlife (estrenada en 2021). Es la primera en la que el creador original, Ivan Reitman, no participa, pues falleció en febrero de 2022. Su hijo Jason, que había dirigido el regreso de la saga, le cedió el testigo a Kenan (que ya había colaborado con él en Afterlife) tras la muerte de su padre. “Pienso mucho en él, incluso en estos días hablando de la película”, dice sobre el creador, una figura que había estado presente en el desarrollo de todos los largometrajes de la icónica saga de los años ochenta.
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La nostalgia mueve el fervor por recuperar la historia original en clave coyuntural, pero se necesita algo más que un recuerdo preciosista (y un casting de altura) para sacar a flote una película. “Siempre he recurrido a las películas de los cazafantasmas para que me digan qué le pasa al mundo y cómo arreglarlo”, dice el director en una mesa redonda en la que ha estado presente Infobae España. La nueva película, que llega a las salas este viernes, congelará la sensación primaveral acuciante en nuestro país. “El frío pretende representar, no un fenómeno meteorológico literal, pero sí el miedo que cualquiera de nosotros tendría a perder a las personas, o los lugares, que más nos importan”, explica.
“El frío no representa un fenómeno meteorológico literal, pero sí el miedo a perder a las personas, o los lugares, que más nos importan”
Sin embargo, Kenan no cree que la nostalgia esté sólo adscrita a las grandes memorias audiovisuales de Hollywood. Va más allá de un simple sentimiento. “Mucha gente lo está pasando mal ahora mismo. El mundo está en un lugar muy impredecible y hay comodidad, una seguridad, de aferrarse a ella como el oso de peluche que tenías cuando eras un niño”, explica. Más allá de el poder de la evocación, el director cree que se necesita algo más que la candidez para sacar adelante una cinta como Cazafantasmas: Imperio Helado. “Tienes que contar una nueva historia que introduzca nuevos elementos y personajes con el fin de crear una conexión más significativa”, apostilla.
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Gil Kenan está acostumbrado a dar vida a casas encantadas. No en vano, su primera película fue Monster House (2006) y creció viviendo con el furor que Bill Murray o Ernie Hudson generaron en la sociedad estadounidense (y mundial). “Tengo mi propia relación personal con la experiencia de ver Cazafantasmas en el cine cuando era pequeño, esa sensación es nostalgia”, afirma. Ese sentimiento, sin embargo, no cree que sea “un bosque fijo”, un “elemento definido y conciso” que no le permite jugar con las historias clásicas.
En la nueva entrega, los Splenger (Mckenna Grace, Carrie Coon y Finn Wolfhard) volverán a Nueva York junto con el profesor Gary Grooberson (Paul Rudd) para enfrentarse a nuevos peligros esotéricos. Esta vez, sin embargo, la amenaza no es un espíritu libre que aterroriza las alcantarillas de la ciudad que nunca duerme, más bien una amenaza ancestral capaz de desatar, de forma concentrada, la maldad más oscura (y gélida).
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“Tengo mi propia relación personal con la experiencia de ver ‘Cazafantasmas’ en el cine cuando era pequeño, esa sensación es nostalgia”
Una familia escogida
Gil Kenan considera que meterse de lleno en una cinta con tanto peso histórico tiene “sus retos únicos”, principalmente por la “expectación” que crea, no sólo entre el público que acudió al cine a ver las originales, también para las nuevas generaciones. “Cuando hacemos grandes películas para audiencias globales queremos encontrar personajes que sean auténticos y modernos, de forma que el público pueda verse reflejado en ellos”, afirma.
“Hice Monster House hace mucho tiempo con productores que eran dioses, Steven Spielberg y Robert Zemeckis. Yo no debería haber tenido ningún derecho a entrar en esas habitaciones y decirle a esos tipos la historia de la película, pero la razón por la que sentí que era capaz de hacerlo es similar a la razón por la que siento que puedo hacer lo mismo con esta película de Cazafantasmas”, explica. El cineasta cree que el peso (y el poder casi mágico) de la historia original le ampara de cualquier desastre.
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Como acérrimo del relato que en el año 1984 hizo levitar a la taquilla (y que desde entonces no ha dejado títere con cabeza en las celebraciones anuales de Halloween y Carnaval), le resulta “emocionante” haber dirigido a Murray, Hudson, Annie Potts (Janine) o Dan Aykroyd (’Ray’ Stantz) y verles enfundarse, de nuevo, en el icónico mono con el que hicieron historia. “Como director fue muy divertido trabajar con estas leyendas y darme cuenta de que son tan buenos como siempre esperé que fueran, sé que aman a sus personajes”, concluye.