España no tiene un museo sobre la Guerra Civil. Es cierto que en algunos municipios existen museos locales sobre batallas cercanas, pero ninguno a nivel nacional. La contienda duró solo tres años, una etapa que puede parecer nimia en comparación los siglos que recogen algunos centros como el Museo Arqueológico Nacional, pero, sin lugar a duda, marcó la historia de España y la sigue condicionando. Y aun así, no existe.
Sin embargo, en el resto de países de Europa con conflictos similares encontramos decenas de lugares para no olvidar. En Alemania, se puede visitar el Centro de Documentación sobre el Nacionalsocialismo de la ciudad de Colonia o el Centro de Documentación sobre la historia del Nacionalsocialismo de Múnich, dedicados a explicar el movimiento nazi y el papel de ambas ciudades durante la Segunda Guerra Mundial. En Berlín, también se puede visitar al Museo de Historia de Alemania, donde hay exposiciones permanentes y temporales sobre el Tercer Reich.
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Pero, ¿por qué los alemanes han conseguido reflejar la Segunda Guerra Mundial y el Tercer Reich; y los españoles no lo han hecho con la Guerra Civil y el franquismo? Para Javier Paniagua, catedrático de Historia Social por la UNED, la respuesta está en la sensibilidad de cada nación al respecto. En una entrevista con Infobae España, el experto hace hincapié en que “en España no hay un sentimiento de derrota como lo hay en Alemania. El alemán sabe que fue derrotado, que existieron los juicios de Núremberg. Aquí, el franquismo ganó la Guerra Civil, la ganó Franco y se mantuvo hasta el año 75. La gente que, digamos, hizo el triunfo con el franquismo, no tiene un sentimiento de derrota. Al contrario, tiene el sentimiento de triunfo y eso es ya un elemento diferenciador”.
Un país sin un relato común
Francisco Espinosa Maestre, historiador especializado en el siglo XX y en la represión franquista, explica que sería vital para España contar con un lugar que albergara la crudeza de los años de la guerra y el franquismo, pero, por el momento, no cree que pueda ser: “Me da la impresión de que tiene que pasar un tiempo para que se haga un museo de lo que fue aquello”.
Dos tercios de siglo pueden parecer mucho tiempo, pero todo sigue demasiado fresco en la memoria colectiva, sobre todo en la de aquellos que sufrieron la peor parte de la guerra. Espinosa lo recuerda: aún quedan muertos en las fosas comunes y familiares que se encuentran con demasiadas trabas para recuperar sus restos.
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Para el historiador, no hay museo porque tampoco hay un relato común ni un discurso fuerte en la sociedad de lo que sucedió, y añade que un ejemplo de ello es la oposición de los partidos conservadores a la Ley de la Memoria Democrática. Los partidos de derechas, según Espinosa, siguen anclados en el franquismo porque ignoran o niegan de forma velada el terror de aquellos años: “La historia les recuerda que eso fue un golpe de Estado y que acarreó miles de asesinatos. Y la memoria, simplemente, no la aceptan”.
“Lo que llamamos guerra civil, para abreviar, y por coger el lenguaje de los de los vencedores, fue un golpe militar que, en el momento en que fracasa, se convierte en guerra y acaba con la victoria de los que se sublevaron. Y luego se produce un proceso represivo de unas dimensiones desconocidas en la historia de España, estamos hablando de cientos de decenas de miles de personas que fueron aniquiladas simplemente por ser de izquierdas. Pero claro, si no nos ponemos de acuerdo ni con el tema de la historia y la memoria, como vamos a tener un museo. La derecha tiene mucho de franquista, no soportan ni la historia ni la memoria”, sentencia.
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Un museo de la Guerra Civil en disputa
A pesar de los inconvenientes y las dificultades, en este momento se está construyendo el edificio que albergaría un primer museo de la Guerra Civil, sin embargo, todo lo que rodea al proyecto es incierto y está marcado por el conflicto. En 2018, empezaron a moverse los engranajes: el Gobierno de Aragón, bajo la dirección del socialista Javier Lambán, aprobó la creación del Museo de la Guerra Civil. Batalla de Teruel.
“Se planteó diciendo ´bueno, vamos a ver si se puede construir un museo sobre la batalla de Teruel´, que fue significativa junto con la batalla del Ebro. Se dijo: ´bueno, y por qué no se amplía a toda la Guerra Civil´. Entonces, contactaron con un museólogo, con Joan Santacana, un hombre que ha hecho varios museos. Él dice: ´Yo necesito una persona que se pueda entender con la vida política, que no haya ningún problema de tipo personal´. Yo había sido diputado del Partido Socialista entre 1986 y el 2000 y dijo: “Mira, tú eres historiador, no eres un especialista en la Guerra Civil ―aunque tengo un libro sobre la Guerra Civil―, pero no eres un investigador de la materia. Investigas otras cosas, pero tienes la posibilidad de entenderte con unos y con otros´”. Lo cuenta Paniagua, que participó junto a Santacana en la creación del proyecto.
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La maquinaria se puso en marcha. El decreto 117/2018, de 13 de julio, establecía la creación del museo con el objetivo de “ofrecer un espacio en el que reflexionar y profundizar sobre la influencia que esta guerra tuvo en la Historia contemporánea de España y de Europa en todos sus ámbitos, no exclusivamente en el militar, sino también en la cultura, en los colectivos sociales, en el frente y en la retaguardia”. Se crearon grupos de trabajo y se empezó a planificar el contenido. En ese momento, surgieron los primeros problemas.
Paniagua cuenta que todo empezó cuando Santacana y él plantearon que el museo no tomara un partido, es decir, que no se posicionara por ninguno de los dos bandos a la hora de contar la historia, “pretendíamos que el museo fuera no de parte, sino un poco lo que significa una guerra civil y la tragedia de una guerra civil y que eso, digamos, creará una emoción en la gente diciendo ´bueno, esto es una tragedia´, no una defensa o una crítica”.
“Esa era nuestra posición y en eso trabajamos”, relata. Pero la idea no gustó. Frente su planteamiento, se encontraba el de dar voz al bando de la República. “Yo no tengo ningún inconveniente en eso, pero nuestro objetivo no era ese. Nuestro objetivo era la tragedia de una guerra”, explica, y matiza “es decir, qué es lo que representó para la gente normal de este país, de un bando o de otro”. “Hay museos que pueden defender al franquismo y otros se puede defender a la Segunda República, pero si se crea un museo nacional, se crea un museo para toda España que sea un referente de lo que fue la Guerra Civil”, sentencia.
Irónicamente, se crearon dos bandos dentro del proyecto. Por un lado, Paniagua y Santacana con su museo no de parte. Por otro, los expertos de la Universidad de Zaragoza, cuya visión pasaba por dar la voz cantante en la narrativa a la Segunda República. En medio quedaba la Consejería de Educación y Cultura. “Ellos dudaron, no querían enfrentarse con nosotros ni con ellos”, cuenta el historiador. Pero a pesar de los conflictos internos, se siguieron realizando encuentros y reuniones.
Las elecciones de 2019 y el cambio de gobierno, paralizaron el proyecto, que luego se reanudó. Pese a las diferencias, se esbozó un primer diseño. “Parecía que todo se iba encarrilando tras reuniones de trabajo, a partir de un esquema previo que se repartió entre los asistentes, conversaciones telefónicas, visitas al solar donde se pretendía ubicar, encargo del proyecto arquitectónico a BCQ ―con experiencia en intervenciones para conjuntos culturales―, reuniones con la prensa, declaraciones…”, explican en Paniagua y Santacana en una tribuna conjunta que publicaron en el diario ValenciaPlaza.
Cuando el proyecto empezaba a tomar forma, llegó el silencio. La Comisión de Expertos en los estudios de la Guerra Civil, necesaria para redactar el contenido del museo, no se formó, tampoco se presentó un guion museológico, solo un esquema de trabajo para trabajar los contenidos a través del Archivo de Teruel, cuyo informe pasaría a la Comisión de Expertos, que los analizara, aceptara o rectificara, pero no tuvo continuidad. No volvieron a reunirse. Se sumó que las obras se licitaron con un nuevo edificio, diferente al que se planteó en un inicio. Santacana y Paniagua estaban dispuestos a continuar, pero solo si se mantenían los criterios museográficos, algo que remarcaron en las reuniones celebradas en Teruel en 2022. Fue cuando llegó el silencio: “No hubo más contacto, ni telefónicos, videoconferencias o escritos”. Meses después los dos dejaron el proyecto.
A pesar de todos los rifirrafes, el museo está en proceso. La construcción del edificio fue licitada hace más de un año y las obras están en marcha en este momento, y terminarán a finales de 2024, con unos meses de retraso, conforme afirman fuentes del Gobierno de Aragón a Infobae. Lo que no confirman es que albergará en su interior, ni cuál es el proyecto que se está siguiendo o la narrativa del contenido. Desde la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, apuntan que desde el Ministerio se estaría trabajando junto a Patrimonio de Estado en la posible creación de un museo, pero tampoco entran en detalles.
A la espera de que habrá en ese primer museo de la Guerra Civil y de que el Gobierno ponga en marcha algún proyecto, Paniagua, igual que Espinosa, considera que construir un lugar que recoja esos años sigue siendo demasiado complicado por “los debates políticos y las sensibilidades que todavía permanecen en esta sociedad”.