Javier Gallego firma una novela sobre el desencanto de la generación del 15-M: “Se requiere esfuerzo para vivir al margen de las convenciones”

El artífice del programa ‘Carne cruda’ se compone en ‘La caída del imperio’ un fresco sobre la juventud asociada a la falta de expectativas

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Javier Gallego y su novela
Javier Gallego y su novela 'La caída del Imperio' (Random House)

Javier Gallego lleva años agitando el panorama periodístico a través de su podcast Carne cruda, por el que ganó el Premio Ondas en 2012 al mejor programa radiofónico. Pero es que además es músico, poeta, escritor y acaba de publicar una gran novela generacional titulada La caída del imperio (Random House).

En ella, una serie de personajes se mueven por una noche madrileña que parece no tener fin. Bares, alcohol, drogas y muchas dosis de desencanto los mueven como zombis en la oscuridad mientras que cada uno reflexiona, a su manera, sobre un futuro lastrado por la falta de expectativas tanto laborales como emocionales.

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Una novela polifónica escrita desde las tripas y con un estilo que rompe con los convencionalismos y que confirma a Gallego como un gran narrador de nuestro tiempo a través de esta radiografía de los hijos del 15-M.

¿De dónde sale la pulsión de hacer esta novela?

Ser novelista siempre había sido una vocación, pero también lo es la radio, el periodismo, que me ha absorbido durante mucho tiempo. Sabía que escribir esta novela me iba a costar y necesitaba dedicación, una cierta rutina que mi día a día imposibilitaba. Belén Bermejo (que falleció hace unos años), que era editora, me animó mucho para que me centrara en escribirla y, gracias a su insistencia y tesón me decidí a contar esta historia que tenía en la cabeza desde hacía mucho tiempo, la de un grupo de amigos que se encuentran justo en el momento que se dan cuenta de que pensaban que se iban a comer el mundo y finalmente descubren que el mundo se lo está comiendo a ellos.

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No se lo ha puesto fácil para ser su primera novela

Es cierto que intenté hacer algo bastante ambicioso, con muchos personajes y que cada uno se expresase por sí mismo, al mismo tiempo que hubiera tramas cruzados. También ha constituido una apuesta estilística que era arriesgada. No está escrito de una manera convencional y encontrar ese estilo, que cada uno de los personajes tuviera su particular forma de hablar, fue complicado. Hacer algo un poco experimental ha sido un reto, claro.

¿Por qué quisiste experimentar con el lenguaje?

Son tres días de fiesta en la que cada uno cuenta sus vidas, de dónde vienen y hacia dónde van. Y también quería que la novela se convirtiera en una fiesta de la palabra, como que a través de ella tuvieras una experiencia sensorial. Quería que se oliera el ambiente, que se sintiera la música que escuchan en los bares y cómo a través de todo eso se trasmitiera cómo viven ese momento. Creo que también viene de dónde vengo, de la radio, de la palabra y de su importancia para expresarme. También desaparecen los puntos y las comas para que se acelere el ritmo cuando es necesario. Era una forma de que el lenguaje se adaptara a lo que estaba contando, como si también fuera un personaje más.

Habla de una generación muy concreta

Sí y no. Es cierto que son personajes que están casi en la treintena, pero yo creo que muchas de sus frustraciones están presentes en cualquier generación joven porque, al final, todas se caracterizan por lo mismo. Hay un momento de sensación de inmortalidad, que eso es el imperio, sentirse emperador, en la cima del mundo, donde hay rebeldía frente al mundo de los padres, al mundo que se ha heredado y hay una reacción contra eso. En el caso de esta generación en concreto, vive en la precariedad, en la falta de horizontes, en una crisis sobrevenida que no vio llegar. Es una generación a la que le prometieron muchos futuros posibles, muy protegida y que se dio de bruces con el desencanto.

Desarraigo y catarsis

El 15-M también se cuela en la novela como un símbolo de toda esa rabia e incertidumbre contenida

Claro, es una juventud que, de pronto, se tiene que reinventar y resituar. Y aparece ese momento del 15-M que fue, digamos, un momento de catarsis, el punto de inflexión en la crisis de esa generación. Eso es lo que la justifica y explica. No se cuenta de manera explícita, pero sí que aparece al final una marcha de la fiesta de dos personajes que se unen a esa reivindicación política que dio lugar a las manifestaciones del 15-M.

¿Hay muchas diferencias con las nuevas generaciones?

Yo creo que los jóvenes de ahora siguen teniendo la misma falta de futuro, la precariedad, problemas cada vez más evidentes de salud mental, de ansiedad, de estados depresivos. Evidentemente, ellos ahora tienen las redes sociales, van cambiando los contextos, pero la esencia es la misma.

'La caída del Imperio', de
'La caída del Imperio', de Javier Gallego (Literatura Random House)

Los protagonistas hacen una especie de manifiesto en contra de las convenciones que, de alguna manera, los define. ¿Es algo que le ocurre a usted también?

Es una forma de confrontación al mundo en el que vivimos. Yo he intentado seguir ese precepto en la medida de mis posibilidades. He hecho un programa de radio que no está en ninguna emisora, que financian los oyentes que lo escuchan. Tengo grupos de música que siempre han estado en los márgenes de la corriente principal. No hago casi nunca nada comercial. Me dedico a la poesía, que tampoco vende millones. Y, en mi vida, intento no comportarme de la misma manera que me dijeron que tenía que hacer. Y creo que se puede, aunque cuesta. Se requiere un poco de suerte y de tenacidad, pero creo que hay que tenerla para salirte un poco del carril. No hay caminos para hacer eso, te los tienes que inventar tú.

¿Considera esta novela como nihilista?

Creo que puede dar esa sensación. En algunos momentos hay cierta sordidez, los personajes están muy perdidos, pero también se están buscando. Están en ese momento en el que la juventud se acaba y hay que hacer frente a los problemas de la madurez y, dentro de ese contexto de crisis, encontrar certezas es muy complicado.

¿Tenía algún referente a la hora de escribir esta novela?

Evidentemente estaba ahí En el camino, de Jack Kerouac, también las primeras novelas de Bret Easton Ellis, como Menos que cero. Este tipo de novelas generacionales digamos que son las obvias, pero en el fondo, mis referentes son los escritores más experimentales, desde los modernistas. Me gusta ese fluir de la conciencia, los cambios del punto de vista, la ruptura de las estructuras básicas. Para mí ha sido muy importante Julio Cortázar, Roberto Bolaño, y sus novelas Rayuela y Los detectives salvajes, que también hablan de un momento vital que se intenta capturar, con ese punto también marginal.

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